(Foto: Daniel G. Jabonero)
En los últimos tiempos se ha puesto de moda dispararle al pianista. Y a colación de los datos del último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas, agencias de información en sus noticias, páginas web y un buen número de tuiteros se han lanzado a proclamar que, la de periodista, es la profesión peor valorada por los españoles.
Pero el hecho cierto es que no se sabe cuál es la ocupación peor valorada porque en el sondeo no se preguntaba eso. Se pedía a los encuestados que evaluaran de 1 a 100 una serie —en concreto, 16— de profesiones, entre las que se encontraba la de periodista, y abundaban las relacionadas con la enseñanza, porque de ese tema —de la enseñanza— versaba la parte variable del barómetro. Pero no se consultaba por la profesión de banquero, ni la de policía nacional, ni la de cura, ni la de enfermero, ni la de contable… Es decir, no se trataba de saber cuál era la valoración de todas las actividades.
Además, todo hay que decirlo, la profesión de periodista obtenía una valoración media de 59 puntos, lo que, en términos convencionales, significa algo más que un aprobado.
Esto no supone que los datos del CIS permitan ser complacientes respecto a la profesión periodística. Para una tarea con su trascendencia social y política (los periodistas facilitan a los ciudadanos la posibilidad de ejercer su derecho a la información y poder así tomar decisiones libres) y para una profesión basada en la confianza, esos 59 puntos se antojan escasos. No son un mal punto de partida, pero sí de llegada.
La noticia sobre la valoración del trabajo de los periodistas se difundió hace unas semanas por la red. Enlazar mediante un tuit una información llamativa es sencillo; poco más que copiar y pegar un enlace. Escamarse ante una generalización tan evidente y hacer tres clics para llegar a los datos originales del Barómetro, cuesta un poco más.
Y, sobre todo, lo que parece que cuesta un triunfo es aceptar que, a veces, la realidad nos arruina un buen titular.
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