Lucha de CEO

19 de noviembre de 2014
19 de noviembre de 2014
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Lo que propongo a continuación es una desreflexión del mundo CEO que nos rodea (hoy en día hasta el del kiosko es CEO, oiga, ¡aunque vaya CEO!).
Realmente, es un término divertido pero a la vez atroz. Es como si una gran ola en forma de esas siglas irreverentes nos hubiera inundado el paseo central de nuestras vidas.
Esto me ha llevado a establecer una clasificación de diferentes tipos de CEO. Aunque cada día hay más; incluso dicen que el Gobierno subvenciona su descreación en semilleros de ideas y ciudades muy activas (y superinteligentes).
Existen:
CEO de nada. CEO de pacotilla. CEO de papel de embalar. CEO de ida y vuelta o sencillo. CEO que sangran. CEO bombilla. CEO crupier. CEO sueño de una noche de verano. CEO sin CEO. CEO mal hechos. CEO hijos del azar. CEO deluxe. CEO Galerías Primero. CEO melódicos. CEO Coso Real. CEO hasta la victoria, siempre. CEO sofá cama. CEO Wii, CEO en calzones de oro, CEO social media, CEO con carpetas de cuero, CEO con teclados Windows 98, CEO tope buenos, CEO con llaves de plástico azul. CEO training, CEO junior, CEO de beca en beca, CEO para llevar, CEO para tomar en local, CEO en té con pastitas, CEO Johnny Me Lavo.
Según algunos comentarios de mis amigos con derecho a Facebook, existen unos cuantos más.
«CEO mayor, jajaja lucha de feos, «SI I OU», CEO tienes un problema, CEO eres un genio, CEO sacapuntas, CEO en conducta, CEO pancarteros… vamos; CEO, en general, CEO va al colegio, CEO a topos, «¡eecCEOS!» “…Jesús”, CEO que no me entero…».
¿Se imaginan un programa de Cuatro, en el que un CEO Mayor ponga las pilas a otros CEO sobrados, hijos del gin –y poco yan-? Donde les diga que espabilen en la vida, que dejen de ir de flipados por sus compañías energéticas, que busquen en su yo interior…
Una lucha de feos. Tarjetas de CEO por ver cuál brilla más. Una lucha encarnizada por ver cuál gana. Y al final, todos destruidos.
A veces, da un poco de miedo el grado de tontería con el que edificamos nuestro día a día, nuestros pasos por la avenida principal, las estupideces y siglas perversas con las que dejamos nuestra vida quede totalmente en el aire, esperando ese pinchazo final en forma de tres letras muy grandes, pero muy vacías.

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