Un diseñador textil mexicano llamado Antonio Rodríguez llegó ante el tribunal de su tesis y dijo que a él lo que le había dado era por investigar la ropa tecnológica. «Pues le suspendieron la tesis y hasta le corrieron de la escuela. Le dijeron que esa no era una idea posible», cuenta sobre el trágico desenlace de aquel doctorando Linda Franco, una experta en mercadotecnia que ahora es socia de aquel suspenso.
Rodríguez se alió con ella y con Daniel Share, un ingeniero electrónico. Si el tribunal no lo quería, harían un equipo y llevarían la idea al concurso de proyectos tecnológicos Wayra. La nota final: 50.000 dólares de premio, unas oficinas a su disposición y una serie tutorías de para crear su nueva empresa.
Aquello ocurrió en 2011 y estos tres años son los que han utilizado para dar forma a Machina, su firma de ropa tecnológica. «Durante este tiempo hemos investigado mucho. Teníamos que saber cómo íbamos a funcionar. Se trataba de hacer una marca de moda wearable (tecnología portable) al alcance del usuario común. Antes de sacar nuestro producto estrella, la MIDI jacket, hemos realizado hasta 20 prototipos distintos para ajustarnos a lo que queríamos específicamente».
La chamarra de la que habla Franco, a simple vista, parece una prenda normal. La comprobación de que no lo es sucede cuando uno se la pone encima. En ésta, el logo de la marca en realidad no es un logo sino un «sistema piezoeléctrico que funciona como interruptor para activar acciones».
La manga izquierda es «un altímetro que suena en función a la distancia que la sitúes del suelo». «La derecha es un giroscopio, detecta variaciones de ángulo». «Un magnetómetro emite un sonido distinto dependiendo del punto cardinal hacia el que apunte», y «el acelerómetro», obviamente, «divisa la aceleración» que lleva la chaqueta para aumentar o disminuir su ritmo. «Se trata de una nueva forma de hacer música, simplemente vistiendo esto», define su utilidad la portavoz.
Ellos empezaron con esto tras darse cuenta de que «en este mundo digital, ya nadie hace un concierto que no sea con música grabada o preparada. ¿Dónde quedó la performance?», reivindica Franco los directos. Pensamos que esta es una forma perfecta de devolver eso a la música».
Recientemente empiezan a estar presentes en el mercado con textiles tecnológicos en México, Estados Unidos y Barcelona, donde ya van cuantificando el éxito, además de lo que venden a través de su página. La MIDI jacket, su prenda más desarrollada, tiene un precio de 580 dólares (470 euros), pero también disponen de otras, como chaquetas donde puedes escuchar sin cables la música de el ipod tan solo poniéndote la capucha; o las que puedes utilizar en una moto y van marcando en la espalda del conductor las diferentes luces de señalización o intermitente; «o camisetas a 30 dólares que cambian de color con la temperatura».
Franco revela que su próximo desarrollo tendrá que ver con una chamarra para jugar a videojuegos. «Queremos que la ropa pueda cambiar nuestras experiencias, que si uno juega a un juego de disparos, por ejemplo, pueda sentir en su cuerpo los impactos a través de vibraciones»
– Linda, ¿piensas que toda la ropa en el futuro tendrá alguna utilidad más allá que la de vestirse?
– Hasta ahora la ropa que integraba tecnología siempre se componía de leds o cosas así, y solo estaban concebidas para celebridades. Pero a la gente le atraen estas prendas cuando tienen alguna utilidad. Nosotros buscamos prendas funcionales. Además de nuestra línea, ya se están haciendo más cosas interesantes e investigaciones en este área, que es de mucha utilidad para asuntos como la salud. Por ejemplo, el cambio de color de una camiseta le puede indicar a un diabético que ha llegado la hora de inyectarse, o enviar una señal a alguien de que el portador de una wearable está sufriendo un infarto. Nosotros pensamos que sí, que ha llegado la hora de que la ropa sirva para algo más que vestirse.