La cuestión era reinventar un vecindario sin gentrificarlo. «Recodificar el espacio. La intervención cultural dirigida a reconvertir un viejo barrio», explica con sus palabras Fernando Francés, director del proyecto MAUS. «Impulsar un Soho malagueño, el Barrio de las Artes, creado desde la iniciativa de los vecinos, que lograra sinergias entre ellos, los comerciantes, el ayuntamiento y el arte».
La ciudad andaluza hace un año que ha decidido cambiar el look de una de las circunscripciones más degradadas de su centro urbano. Un lugar donde, según Francés, «hace poco había un alto índice de delincuencia, muchísima prostitución y demasiados comercios y bufetes cerrados desde que se trasladaron los juzgados que antiguamente había». Aunque por otro lado, apostilla, también poseía un par de gérmenes con los que empezar a infectar al barrio «de ese cambio»: «Los habitantes tenían la iniciativa de acometer esta transformación y además vivían aquí muchos artistas. A día de hoy, se ha convertido en un referente cultural a nivel internacional y la delincuencia aquí, ahora, es cero»
MAUS, oficialmente, significa Málaga Arte Urbano Soho. Artísticamente viene a aludir a la palabra alemana ‘ratón’, una referencia a las raíces del denominado ‘urban art’ que en su origen usó la identidad del roedor como estandarte de la necesidad de expresión y reivindicación social en el marco clandestino. «Usaban la noche para actuar», aumenta la dosis underground Francés.
Esta iniciativa cultural forma parte del Plan Director del Soho Barrio de las Artes del ayuntamiento malagueño y cuenta con financiación europea. «Por eso MAUS no solo es un espacio de arte urbano y vecinal», dice el responsable, «sino un proyecto transversal que también depende de muchas concejalías del ayuntamiento y la del distrito. De cultura, de movilidad, de urbanismo, de servicios sociales, medio ambiente…. Queremos diseñar un barrio de manera que la gente lo diferencie del resto de la ciudad. Peatonalizar las calles, abrir locales de negocio de carácter cultural, hostelería, tiendas de comida biológica… Sobre todo, mucha creatividad».
La función del brazo cultural del proyecto que dirige Francés supone la intervención artística de todo el espacio que concurre entre «el sur de la Alameda y el Muelle de Heredia», y el objetivo es que la imaginación invada los «lugares no habituales», define él mismo. «Por un lado, el ayuntamiento sí quiere que este barrio tenga una imagen determinada, que sea algo así como el Design District de Miami, pero la parte más importante es la colaboración ciudadana, la implicación de los vecinos. Llevar el arte a sus casas. Por eso hacemos exposiciones en portales, comercios, garajes públicos… Hasta hay dos salones privados, de dos vecinos, que han sido galerías de arte. El ayuntamiento se encarga de llenar el lugar de esculturas, teatro en la calle, pasacalles… Todos los fines de semana hay ambiente de fiesta», hace una pausa, «buen rollo al fin y al cabo, por definirlo de otro modo».
En apenas 15 meses, MAUS ha trascendido las fronteras españolas y se ha colgado medallas como el premio al mejor proyecto cultural europeo por la iniciativa de Street-art en el que 60 artistas nacionales e internacionales como Boa Mistura, Obey o ROA han ilustrado 70 puntos del barrio a dimensión fachada. Y hace tan solo una semana levantaba la Copa de España de Regeneración Urbana.
«El motivo es la calidad y la originalidad», defiende el director. «En solo un año se ha considerado que aquí tenemos el festival de música independiente más importante de España, hemos tenido un millón de impactos en redes sociales y 60 millones a través de las cadenas públicas». El pasado 10 de junio, Google habilitó una herramienta para poder visualizar los 15 proyectos de Street Art más importantes del mundo y el Soho malagueño se incluyó entre ellos. «Nos han llamado de Suiza porque quieren hacer un proyecto semejante. Estamos compitiendo, o al nivel, de ciudades como Berlín, Londres, Viena, Miami o Pekín con apenas este tiempo de vida. Antes no venía nadie aquí, y ahora, van hasta los autobuses de turistas», termina certificando el éxito sobre el terreno.
Málaga ahora tiene un barrio en sus entrañas donde música, danza, mercadillos de intercambio, teatros, videocreaciones, pinturas, talleres o esculturas contemporáneas están garantizadas al aire libre entre una colección de teatros, museos, galerías, tiendas y balcones de vecinos donde cuelgan fotografías con firmas como la de Ignacio del Río, Miguel Toré o Mónica Vázquez de Ayala.
«Hay que transformarlo», se obsesiona el director. «El ayuntamiento da una serie de ayudas económicas y técnicas para montar un negocio creativo aquí, o incluso para vivir, o para poner tu estudio». «Las da a fondo perdido, solo para conseguir la rehabilitación del Soho».
En total cuantifica que se han invertido unos 200.000 euros en el proyecto cultural de un total de dos millones gastados hasta el momento para la transformación integral del barrio. «Nada en comparación al impacto que se ha conseguido», opina.
Fernando, en muchos barrios de España y del mundo este tipo de cambios han sido a través de procesos de gentrificación. Los nuevos vecinos han desplazado a los viejos, sus negocios de toda la vida y sus tradiciones. ¿Por qué dices que este no es el caso?
Muy sencillo: porque las ideas no surgieron del ayuntamiento, sino de los propios vecinos. No fue una iniciativa política sino ciudadana. Tiene que encontrarse esa confluencia para que algo así funcione. Este tipo de proyectos no pueden ser de arriba abajo, solo al revés. Este es el ejemplo.