No fumarás en vano

Y la corrección política dijo al artista: escucha y sigue mis palabras, y haré que nadie te dañe ni con la palabra ni con los actos. Ni uno de tus pelos será tocado. Y los ancianos, las mujeres, los niños, los débiles de espíritu, los exaltados sabrán que tus palabras no molestan ni hieren los oídos ni los corazones ni las sensibilidades más delicadas.

Del hábito de fumar

Los personajes no fumarán en vano. Fumar es un vicio que debe ser desterrado, porque educar en hábitos saludables debe ser el propósito del guionista correcto. Si por necesidad de la trama tus personajes fuman porque la acción se sitúa en una época pasada, donde el vicio estaba extendido, haz que uno o más personajes con autoridad (un médico o profesor universitario o un enfermo de cáncer) reprenda al fumador o advierta del peligro que supone fumar. Si un personaje no fuma en el presente puede hacerlo en los flashbacks. En estos, el personaje aparecerá poco atractivo y desaseado, de manera que el espectador considere que no fumar ayuda a la belleza.

De las bebidas alcohólicas

Los personajes beberán con moderación y, en ningún caso, procederán a conducir vehículos en estado de embriaguez. Si la trama lo requiriera, el personaje que ha ingerido alcohol tendrá un accidente y morirá o acabará en el hospital con graves secuelas.

Del sexo seguro

Los personajes practicarán sexo tomando precauciones para evitar embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual. Previo al acto, uno de los personajes deberá preguntar al otro si tiene preservativos, y el personaje interpelado deberá mostrar el envase a la cámara. Si la historia se desarrolla en una época y lugar en la que era difícil o imposible utilizar anticonceptivos, se procurará, en lo posible, que las relaciones sean entre esposos o parejas estables, como mal menor.

De la dignidad de la mujer

Los personajes no dirán palabras ni llevarán a cabo acciones que atenten contra la dignidad y la integridad física de la mujer. Frases como: “No está mal, para ser mujer” o “Las mujeres no podéis” o “la cocina es tu lugar” no deben ser pronunciadas por los protagonistas, que en todo momento muestran conductas correctas. La lacra del machismo debe desaparecer aun como referencia histórica en favor de una educación no sexista. Un padre campesino o noble del imperio romano o el medioevo educará por igual a hijos e hijas sin hacer distinciones. Si un personaje, sea actual o de otros siglos, se expresa o se conduce con machismo debe ser reprendido y recibir un ejemplo de que las mujeres tienen la fortaleza física y las mismas capacidades que un legionario romano curtido en batallas, y que prefiere el acero a los vestidos. Una mujer, incluso en la Edad Media, estará instruida como un hombre de nuestro tiempo: sabrá leer y realizar operaciones aritméticas simples aun habiendo nacido en una aldea sin escuelas.

De la misma manera, con independencia de su edad, condición, situación social y cultural, ningún personaje masculino podrá referirse a una mujer por sus atributos físicos. Expresiones como: “qué tetas” o “un culo tremendo” y similares serán desterradas en favor de otras que valoren a la mujer como persona. Por tanto, serán admisibles frases como: “Ella compone música para orquesta” o “es licenciada en Astronomía”.

De la misma manera, ningún personaje, aun mezquino y de otra época, podrá mencionar a otro que conviene dar azotes a la esposa para educarla. El montañés, el soldado de tropa o el trabajador alienado de la fábrica y sin instrucción se expresarán en todo momento con corrección respecto al trato a su esposa y la ajena, ya sea la escena en la taberna del puerto o en medio de un partido de fútbol. Si algún personaje hiciera menciones a favor de la violencia, otro personaje deberá mostrar su repulsa y hacerle saber que el diálogo es la base de una buena relación de pareja.

De la política

Los personajes no mostrarán en términos vejatorios su disconformidad con el partido del Gobierno ni la oposición ni los votantes ni simpatizantes. Expresiones como “los que votaron a (…) son gilipollas” o “qué hijoputas los de (…)” y similares quedan desterradas en favor de “disiento con las ideas políticas de (…)” o “no estoy conforme con las propuestas de (…)”

De la discapacidad

Los personajes no utilizarán a manera de insulto palabras que puedan hacer referencias a discapacidades físicas ni mentales ni intelectuales ni sensoriales. De manera que expresiones como “¿estás ciego?” o “eres un mongolo” deben quedar proscritas incluso cuando la época, el contexto y los personajes, aun mezquinos, lo demanden. Las discapacidades tampoco serán utilizadas para hacer reír ni contribuirán a menoscabar la reputación de los personajes. De la misma manera, cuestiones como la estatura, las peculiaridades físicas ni la condición física serán motivo de burla. Un protagonista no se referirá a otro como: “Gordo” ni “enano” ni “viejo”.

De la homosexualidad

Los protagonistas no expresarán disgusto ni reparo ante personajes homosexuales. Los personajes, aunque mezquinos y de otras épocas, no utilizarán expresiones vejatorias para referirse a un personaje homosexual ni harán burlas de conductas sexuales asimiladas por una sociedad democrática. El personaje oponente a un homosexual se expresará de manera correcta en todo momento, siendo admisibles frases como: “No comparto tus gustos” o “No me van los hombres”.

De la no discriminación racial

Los protagonistas de raza blanca no expresarán disgusto o reparo ante la presencia de personas de otras razas, salvo que sean traficantes de esclavos en épocas pasadas. Incluso en este caso, los traficantes no abusarán de expresiones vejatorias contra las personas esclavizadas. Por supuesto, los padres y las madres, aun en producciones de época, alentarán a sus hijos a mantener relaciones de amistad con personas de distintas razas en pro de una educación democrática.

De los delitos permitidos

Los personajes podrán cometer delitos como la estafa, el robo, el hurto, la extorsión, el asesinato contra inocentes y otros recogidos en el Código Penal, mas no incumplirán los preceptos de la corrección política en favor de la educación del espectador en conductas democráticas y hábitos saludables.

Todo esto queda resumido en un precepto: «En lo posible escribirás sin molestar a nadie».

Y el artista escuchó con atención y conforme a los preceptos de la corrección política escribió un cuento para niños de cuatro años: “Manolo comparte sus juguetes”.

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