«¡Mi nombre es Guybrush Threepwood y quiero ser pirata!». Esa frase marca el comienzo de la épica historia de un mindundi que se quiso enrolar en un barco pirata en 1990. El grumete Threepwood era el protagonista de la sublime saga de videojuegos Monkey Island, el pasaporte de Lucasarts a la cabeza del pelotón de los creadores de aventuras gráficas.
Casi 30 años después, y con las filas piratas mermadas de líderes carismáticos, ha sido el presidente del gobierno de España, Mariano Rajoy, quien ha querido enfrascarse en aventuras pixeladas contra sus rivales políticos.
El programador Luisquin ha reclutado al dialécticamente incansable líder y lo ha lanzado al combate en la sección más divertida del viejo videojuego: los duelos de espada a base de insultos.
La aventura se denomina El Secreto de Moncloa Island y los insultos se han visto sustituidos por algunas de las más gloriosas frases de gallego estadista. «Un día me encontré con el típico tuit en forma de imagen. Salía Guybrush Threepwood en la mítica escena del duelo de espadas diciendo una de las frases de moda de nuestro presidente. Me morí de risa con la ocurrencia pero me quedé pensando: «un momento, yo sé programar eso y podría tener bastante gracia».», explica el propio Luisquin.
Esas frases forman parte ya del museo del humor popular español. Imperecederas sentencias como «España es una gran nación y los españoles muy españoles y mucho españoles», «quien me ha impedido cumplir mi programa electoral es la realidad» o «una cosa es ser solidario, y otra es serlo a cambio de nada» son las temibles armas que Rajoy utiliza en sus duelos dialécticos contra los algunos miembros de los partidos de la oposición: Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Alberto Garzón o Albert Rivera.
«En un par de días ya he programado una primera versión muy básica que permite pelear con uno de los piratas clásicos del juego ‘Monkey Island’. Se lo muestro a dos personas: mi pareja Patricia y mi hermano Javier. Mi novia me dice que es una basura y que no pierda el tiempo en tonterías. Mi hermano me dice que se ha partido de risa y que puede ser un pelotazo, que vaya adelante con ello. Y pueden más las ganas de hacerlo que el sentido común».
«Según iba avanzando en el desarrollo del juego y añadía más detalles, me daba cuenta de que el paralelismo entre piratas y políticos le añadía un punto todavía más gracioso a todo el asunto. Así que solo intenté interpretarlo de la mejor manera posible y fui adaptando los diálogos en consecuencia. Lo cierto es que, en el fondo, nuestros políticos nos lo ponen muy fácil. Si no, programas como «El Intermedio» no tendrían material para trabajar».
Tras derrotar a los temibles contrincantes, lo que espera es el gran duelo final contra un supervillano desconocido que, si es derrotado, revelará al intrépido aspirante a pirata el secreto de Moncloa Island.
El autor explica que su secreto que « era echarme unas risas y llamar un poco la atención sobre una breve guía de programación de videojuegos que he publicado. Jamás imaginé el aluvión en el que se iba a convertir algo que me parecía tan tonto».
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