La historia del periodista Matt Kennard es una historia de rabia. El británico dice que su intención era contar la verdad, pero que se lo pusieron muy difícil. «Empecé a trabajar de periodista en The Financial Times poco después de que se desatara la crisis financiera y en el momento culminante de la llamada Guerra contra el Terror[…]. Aprendí muy pronto que aquel no era un lugar donde hacerlo».
Capitán Swing lanzó hace pocos meses la edición en español de La extorsión. Un reportero canalla contra la élite estadounidense, un ensayo en el que el periodista explica cómo la hegemonía de una superpotencia se consigue cuando todos los poderes soplan al unísono a la vela para que el barco avance. Prensa incluida.
Matt Kennard explica en el libro cómo mucha de la prensa estadounidense establece el marco mediático idóneo para que las invasiones, ya sean pacíficas o económicas, sean percibidas por la sociedad como aceptables. O incluso como necesarias e inevitables.
El británico dice que no hay manera de luchar individualmente contra los procesos viciados. La maquinaria está tan bien ajustada que aquel que se enfrente al plan trazado, solo puede acabar o como un paria o como un loco.
«Me enseñaron esta filosofía de mantener los ojos cerrados cuando fui a cursar un máster en la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia, en Nueva York; al parecer se trata de la mejor del mundo en su disciplina, pero es esclava de la extorsión y sus mentiras, como el resto de las élites estadounidenses. Y los intentos por sacarme de la cabeza estas ideas críticas prosiguieron a medida que iba ascendiendo en la jerarquía del aparato ideológico. El día que me marché de The Financial Times, por ejemplo, mi jefe me dijo claramente: «Lárgate y dedícate a esas cosas tuyas para «salvar el mundo»; tal vez puedas regresar cuando crezcas un poco».
Y lo que decidió Matt Kennard es contarlo en un libro.
Sin embargo, no todo es desesperanzador en el libro del periodista. Kennard explica la importancia de la cultura y el arte cuando colisiona con la política y explica el interesante caso de El Cairo, una ciudad en la que los muros comenzaron a ‘mancharse’ cuando empezó a llegar la libertad.
El indicador del cambio de las ciudades está en sus muros
Cuando alguien trata de comprobar cómo se transforman las ciudades, es posible que no sepa hacia dónde mirar. Sobre todo, en aquellas en las que, por un motivo u otro, la libertad ha estado más restringida. En el caso de El Cairo, hubo que mirar a las paredes.
En los muros de la capital egipcia no había nada escrito. No había arte urbano. Hasta que estalló la Primavera Árabe y los muros florecieron.
Así se lo corroboró a Kennard el propietario de la galería de arte Articulate Baboon. Omar Ozalp dice que «el arte ha desempeñado un papel importante en la revolución egipcia, sobre todo porque en sus modalidades occidentales, el arte callejero y el grafiti sencillamente no existían. Ahora están por todas partes. Y lo más importante: todos tienen un mensaje, sea político o social, que por una vez hace pensar a la población egipcia».
El arte y la cultura son elementos transformadores de las configuraciones urbanas y, como cuenta el libro de Matt Kennard, armas de resistencia contra la extorsión de los gobiernos.
Y a continuación, en un inexplicable giro contextual, pasamos a ofrecer unos minutos de ayuda espiritual de manos del Profeta Alexis Janvier. Que sepas que los borrachos no heredarán el reino.
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