Mi móvil caza furtivos

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Hay servicios de tu móvil que no conoces. Sabes que llama, que manda mensajes, que tiene whatsapp, linterna, cámara, juegos, calendario y hasta calculadora. Por tener, tiene hasta funciones que jamás consideraste útiles. Pero en esta seguro que te pillan pez: ¿sabías cuál es el botón para que atrape infraganti a leñadores ilegales en las selvas asiáticas?, ¿y el de que descubra cazadores furtivos en las junglas africanas?
Organizaciones ecologistas han encontrado un filón de posibilidades en la infraestructura que hoy en día invade el planeta para dar servicio de telefonía celular. Esta vez, la guerra no es contra la colocación de antenas de repetición o la proliferación de dispositivos. Al contrario. La lucha, en esta ocasión, es gracias a toda esa parafernalia mecánica.
Un día de 2011 el ingeniero Topher White, fundador de la organización sin ánimo de lucro Rainforest Connection, se puso a caminar junto al jefe de una ONG local por una densa reserva protegida en Kalimantan Central, en Borneo (sudeste asiático). “Estaba custodiada a tiempo completo por varios guardias bien equipados”, cuenta White, “pero después de caminar solo unos cientos de metros en el bosque, me encontré con un grupo de madereros serrando un árbol”.
El hecho le resultó especialmente molesto, sobre todo por el tiempo que había invertido una compañera suya en la protección de aquella reserva. Caía entonces en la cuenta de que, “aunque los guardas solo estaban a unos minutos de distancia, era imposible proteger un bosque entero tan solo con recursos humanos”.
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Por suerte para su propósito, no era esa la única iluminación que tuvo White en ese lugar. “Al mismo tiempo, me estaba dando cuenta de que, incluso en lo profundo de la selva, teníamos cobertura en nuestros dispositivos móviles”. Ambas realidades se le empezaron a batir en la cabeza: falta de efectivos humanos por un lado, cobertura de señal móvil total en el terreno por otro… ¡Eureka! El ecologista intuyó una solución al asunto: “instalar dispositivos celulares para las tareas más laboriosas de vigilancia de los bosques. Si los teléfonos móviles son los dispositivos ubicuos más fiables del planeta y se desechan por millones, ¿por qué no usar los que la gente desecha para resolver este sencillo problema?”, concluyó.
Topher White ahora tiene un plan. Su organización ha ideado un sistema limpio, efectivo y concienciado con el reciclaje que consiste en  tejer redes formadas por viejos smartphones que, distribuidos por la selva, sirven para alertar a guardabosques -o cualquier otro interesado- de la tala ilegal. El proyecto piloto, que está listo para ser probado en la reserva Air Tarusan en Sumatra, utiliza teléfonos modificados para identificar y registrar los sonidos de las motosierras y propagarlos de inmediato. En otras palabras, una denuncia probada a tiempo real.
“Nuestra organización, fundada en enero (con sede en San Francisco, California), funciona de manera similar a otras startups de Silicon-Valley, donde un grupo pequeño y concentrado es capaz de lograr, gracias a la tecnología, un gran cambio para ampliar su alcance y resolver una necesidad”, explica el ideólogo.
En este caso el problema era que -según datos obtenidos por el periodista  Ryan Gerhardt– las selvas tropicales “pierden hoy en día millones de hectáreas anuales debido a la tala ilegal y la deforestación”, una cantidad crucial si se tiene en cuenta que solo conforman “el 2% de la superficie de la Tierra, y son el hogar de la mitad de los animales y las especies de plantas del mundo”.
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El sistema que ha desarrollado White para solucionar este agravio consiste en haber construido una primera versión de esos dispositivos ‘trucados’,  y un software del teléfono para que realicen la función que buscan. “Se han retocado para que funcionen con energía solar, y tienen sus micrófonos encendidos en todo momento”, explica, “cuando el software detecta la señal de audio de una motosierra se envia una alerta con la ubicación de la tala”.
Aunque en un principio solo los guardabosques recibirán alertas, Rainforest Conection está generando aplicaciones web y apps para que cualquier usuario pueda hacerse partícipe.  White incluso espera lograr que  iniciativas locales involucren a las comunidades más cercanas a esos espacios verdes para que también participen en la defensa de los árboles. Incluso cree posible que con el tiempo esas poblaciones locales y las familias e individuos que las componen puedan obtener ingresos por encargarse del mantenimiento de los dispositivos y por velar por la protección medioambiental.
A pesar de que no son una ONG, su intención es hacer que todos sus datos “sean completamente de libre acceso”. Es más, “el software y el hardware serán de código abierto y animamos a otros a desarrollar aplicaciones propias que desplieguen nuestro sistema”, cuenta el fundador de la organización. White afirma que el plan busca un despliegue lento y a escala global para “ayudar a asociaciones, ONG e individuos de todo el mundo. Les vamos a ofrecer la tecnología de forma gratuita, y nos responsabilizaremos de reaccionar ante las alertas e intervenir contra las actividades ilegales”.
Hasta donde ha comprobado su equipo acerca del método, cada dispositivo tiene un rango audible de –algo menos de- 1 kilometro en el bosque. “Esto significa que cada uno protegería un área de hasta 175 hectáreas (1,75 km²)”, apunta. “Aquí hay que señalar además que si un área es, por ejemplo, de 30.000 hectáreas (300 kilómetros cuadrados), no es necesario colocar dispositivos a lo largo de toda ella, ya que el registro (del sonido) se produce siempre desde el exterior al interior, por lo que para una superficie así cada máquina actuaría en un radio de unos 10 km. Por lo tanto, se podría proteger toda esa reserva de 300 km cuadrados con 80 teléfonos.
Además del de Sumatra, ya tienen planes previstos para implementar su sistema en lugares de Kalimantan, Borneo, África y América Latina. Para poder disponer de todos los smartphones que necesitan para eso, aceptan donaciones tanto económicas como de viejos dispositivos inutilizados por sus dueños.
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Parece que la ingeniería de telecomunicaciones y los ecologistas viven momentos de dulce reconciliación. No es el equipo de White el único que ha aprovechado el desarrollo de estos sistemas para prestar servicio a la madre Natura y las selvas tropicales. Otras organizaciones como The Elephant Listening Project están utilizando estas ventajas del siglo XXI para resolver problemáticas similares.
En su caso, esta agrupación fundada por la ecologista Katy Payne y dirigida actualmente por Peter Wrege –en  un proyecto del Laboratorio de Ornitología de Cornell -, utiliza las torres de telefonía móvil para registrar los intercambios vocales entre elefantes a través de dispositivos de audio y vídeo que aprovechan esa señal para funcionar.  A través de su estudio y su captación, los defensores de los paquidermos son capaces de averiguar qué hacen y qué afecta a estos enormes animales cuando están perdidos en las selvas, donde habitan cientos de miles de ellos.
Según Wrege, antes había en las junglas más de un millón de elefantes, pero la caza furtiva y los cambios de condiciones a los que se enfrentan han causado la pérdida de miles. Por eso cree que poder entender su comportamiento y poder identificar la persecución ilegal a la que se les somete “podría ser una esperanza para salvarles si se realiza de manera eficiente”. Ellos también están ideando aplicaciones para hacer más universal sus denuncias y sus hallazgos.
Resulta que ahora la tecnología de la comunicación, vieja enemiga de multitud de organizaciones ecologistas, se ha convertido en una aliada eficaz para proteger a la Madre Tierra y sus criaturas. “Esta es la increíble realidad de las telecomunicaciones modernas, y solo se hará más confiable con el paso del tiempo”, analiza el director de Rainforest Conection. “Todo esto no pudo haber existido hace 4 años, pero ahora, se puede. Hagámoslo”.
Borneo Pygmy Elephants
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