En un número en el que se habla de diversidad, parecía normal que quien diseñara esta portada también encarnara, de alguna manera, este concepto. Su autora, la diseñadora gráfica Micaela Gómez, nació en Uruguay y vive en Barcelona desde hace cuatro años. Afirma que salió de su país huyendo de la rutina y que encontró en Europa una oportunidad para entrar en el mundo del arte.
Esa huida de lo de siempre también la ha querido plasmar en su diseño, por eso decidió escapar de la rutina del blanco y negro. «A veces, en nuestro día a día, sin darnos cuenta, caemos en la rutina, como si estuviéramos en piloto automático. Por eso me parece importante representar que, muchas veces, cambiando de perspectiva, podemos cambiar nuestra forma de vivir, buscando una alternativa, un camino más creativo y artístico». Y se le ocurrió que nada mejor para ello que colocar las letras que forman la palabra Yorokobu en diferentes perspectivas.
«Lo quise representar a través del color, que para mí es muy importante», aclara la diseñadora uruguaya. «Cada día lo estudio y lo pongo más en práctica. Mi meta es volverme una especialista en el color, en sus usos y en sus significados. Aprender que el color nos ayuda a expresarnos, a sentir, a conocer nuestros diferentes estados de ánimo. Y lo más importante, a mostrar nuestra identidad».
Pero lo especial de esta portada está en que, a pesar de que no le dijimos a Micaela que la revista se centraría en la diversidad, y que, por tanto, ella no la representó en su diseño, el resultado sí lo sugiere. «De igual manera, la apoyo, y me enorgullece ser la portada de este número en particular. Creo que al final todos somos humanos, da igual tu género, tu sexualidad o tu cultura. El mundo es de todos, y todos tenemos el mismo derecho de vivirlo como queramos».
