«Los seres humanos tenemos por naturaleza tendencia a establecer mitos, porque cuando no conocemos algo sobre alguna cosa, nos lo inventamos», comenta Ana Lombardía, terapeuta sexual, sobre esas falsas creencias que giran alrededor de la sexualidad humana. Y lo de inventarse historias está muy bien para la literatura, pero no para la vida real.
Lombardía ha analizado algunos de los mitos sexuales más extendidos en un estudio para la marca de juguetes eróticos We-Vibe con el fin de desterrarlos definitivamente.
EL SEXO EN SOLITARIO MATA LA PAREJA
La masturbación es algo aceptado socialmente, pero solo si no tienes pareja. Cuando es así, suele interpretarse como una señal de que algo no funciona en esa relación.
«Es perfectamente normal y bueno si sabes lo que quieres y lo que no quieres», corrobora Ana Lombardía. «El sexo en solitario ayuda al autodescubrimiento y es fundamentalmente diferente del sexo con la pareja. Así que no significa que la masturbación sustituya o compita con los momentos íntimos en pareja».
Al contrario, conocer el propio cuerpo, sus preferencias y sus necesidades, puede reforzar esa relación de pareja, además de añadir variedad a su vida sexual.
LA MENSTRUACIÓN COMO ANTICONCEPTIVO
¿Cuántos niños no habrán venido a este mundo porque sus padres tuvieron relaciones sexuales sin protección durante la menstruación de la madre?
Lo cierto es que, aunque la probabilidad de quedarse embarazada no es muy alta cuando se tiene la regla, «también se puede ser fértil durante la menstruación. Y siempre se puede contraer una ITS, por lo que las parejas deben utilizar métodos anticonceptivos incluso durante estos días».
Ahora bien, tomar precauciones no está reñido con no tener relaciones durante la menstruación. Porque ese ha sido otro de los grandes tabús en el sexo. De hecho, hay muchas mujeres que aseguran sentir más placer cuando tienen la regla. Y si se necesita añadir una ventaja más, según el estudio Menstrubation que realizó para Womanizer, los orgasmos alivian los dolores asociados a la menstruación.
EL HIMEN NO ES ESO QUE TEN HAN CONTADO
Algunos mitos están tan arraigados en nuestras cabezas pensantes que cuesta evitar el asombro. Por ejemplo, todo lo que rodea a la virginidad femenina y al himen en particular.
«Algunas personas tienen himen, que es un anillo de membrana mucosa que rodea la entrada de la vagina, pero no la cierra», explica la sexóloga en el estudio. «El llamado himen es estirable y, en la mayoría de las personas que lo tienen, el himen no cambia ni siquiera cuando se produce el parto vaginal». Así pues, el sangrado en las primeras relaciones sexuales no sucede porque el himen se rompa, sino, probablemente, por falta de humedad en la vagina. Como tampoco es cierto que, si no hay sangrado en ese primer coito, sea una prueba de que la persona no sea virgen.
En relación con este último tema, llama la atención que todavía de le dé tanta importancia a la virginidad femenina. No dejan de ser sorprendentes las noticias relacionadas con ciertas famosas que aseguran haberse sometido a cirugías de reconstrucción del himen.
«Efectivamente, tiene que ver con esta idea de que es mejor que la mujer sea virgen, porque eso te da cierto valor, te aumenta tu valor como mujer», comenta Lombardía. «En el momento en que ya has tenido relaciones sexuales, parece que has perdido lo más preciado que tienes, porque es como una cosa única, algo que no pasa con los hombres. No es tan preciada la virginidad de los hombres como la de las mujeres. Al final tiene que ver con toda esa idea, de que es bueno, eres mejor porque eres más pura, más digna, más limpia si no has tenido relaciones sexuales».
«Hay ciertas ideologías que todavía dan mucho valor a eso, a veces de ultraderecha y a veces tienen que ver con la religión o con ciertas tradiciones: tradición musulmana, tradición gitana… Pero, por supuesto, todo depende de cada persona, no se puede generalizar», concluye la sexóloga.
CON LA PENETRACIÓN HEMOS TOPADO
Asociar una relación sexual plena y gozosa a la penetración suele ser muy común. Esto puede ser así para los hombres, pero en el caso de las mujeres, la penetración por sí misma no garantiza un orgasmo. De hecho, según el estudio de We-Vibe, el 48,5% de las mujeres encuestadas afirmaron que siempre o casi siempre necesitan estimulación adicional del clítoris durante las relaciones sexuales con su pareja para experimentar un orgasmo.
Ana Lombardía recuerda que el sexo no se limita a la penetración, sino que pude albergar prácticas muy variadas. «Todo aquello que sea placentero, positivo, deseado y consensuado es una forma de sexualidad», afirma.
Pero el gran tabú de la penetración viene cuando hablamos de hombres. Para muchos de ellos, ser penetrados analmente es algo propio de homosexuales. Y nada más lejos de la realidad.
Prácticas como el peggin, en la que una mujer penetra analmente a un hombre valiéndose de una prótesis sujeta a arnés, son cada vez más demandadas por hombres heterosexuales ya que pueden resultar extremadamente placenteras.
«Es una práctica muy deseada por muchos hombres, aunque no se reconozca tan abiertamente», confirma la terapeuta sexual. «Hay una gran ola de hombres que están descubriendo esto y a los que les gusta muchísimo. Porque ya no es solo el hecho de la penetración o de la estimulación física que puedes estar recibiendo, sino que el hecho de ser penetrado también supone el que sea la otra persona la que lleve el control, que otra persona entre en ti. Tiene que ver con el control, con el poder».
En realidad, es un cambio de rol: no es lo mismo penetrar que ser penetrado, y eso tiene también su punto. «Aparte de la estimulación sensorial que puedas conseguir en la zona, es el cambio de rol, el dejar que otra persona sea la que lleve las riendas en ese momento».
LOS HOMBRES SIEMPRE TIENEN GANAS
Asociar el deseo sexual a un género es uno de los grandes mitos en este sentido. Eso de que los tíos están siempre dispuestos a follar y que las mujeres, por el contrario, son más desganadas es tan falso como un euro de corcho.
«Tu deseo sexual no está condicionado por tu género. Es perfectamente normal no querer sexo a veces, y no significa automáticamente que algo esté mal. La pasión o la falta de ella tiene más que ver con la forma en que accedemos a nuestra sexualidad», dice Ana Lombardía.
A menudo, la falta de erección se entiende como falta de deseo. Pero en realidad, los hombres pueden sentir muchísimo placer e incluso llegar al orgasmo sin necesidad de tener una erección.
Y ahí llega otro mito: si no se le pone dura, un hombre no puede sentir placer. Aunque esto denota, más bien, un problema de educación sexual que nos afecta a todas las personas.
«Pues sí. La verdad es que la educación sexual ahora mismo es bastante deficitaria en nuestro país, y hay muy poca y está muy centrada en estos mitos de que la penetración es el centro de todo, el pene es el centro de todo; muy genitalizada. Y perdemos un gran abanico de prácticas sexuales que podrían resultar tremendamente placenteras», asiente Ana Lombardía.
«Tener orgasmos sin que haya erección implica otro tipo de estimulación, otro tipo de excitación, otra serie de prácticas que, a día de hoy, por parte de los hombres, no se practican tanto. Al final, nos limitamos a la penetración, a estimular los genitales de una manera determinada, pero cuando te sales un poco de ese abanico, las posibilidades de placer se multiplican. Siempre se dice mucho: “No, es que las mujeres sois multiorgásmicas; qué suerte tenéis, los hombres no”. No, no, es que los hombres también pueden serlo».
NUEVAS SEXUALIDADES, NUEVOS MITOS
Hasta ahora, los mitos sexuales descritos parecen afectar más a personas heterosexuales y binarias. Pero estamos en un momento en el que otras identidades sexuales piden romper con ese esquema tradicional. Y ante nuevas sexualidades, nuevos mitos al respecto.
«Yo creo que uno de los grandes mitos es pensar que esto es nuevo (la intersexualidad, bisexualidad, etc.). Esto no es nuevo, es de toda la vida, solo que ahora se está visibilizando más; y estos colectivos sienten la necesidad de tener una etiqueta para ellos que los defina y que, por tanto, se los reconozca y se les haga más visibles», asegura Ana Lombardía.
«Uno de los grandes mitos que damos por sentado es la heterosexualidad normativa de todo el mundo. Tú conoces a alguien y de inmediato asumes que es heterosexual a la hora de relacionarte con esa persona o de tratarla. Incluso a nivel científico».
Esto es algo que se ve mejor con un ejemplo. Cuando una mujer lesbiana va al médico, se asume que es heterosexual, y se le hace un reconocimiento y una serie de preguntas como si fuese una persona hetero.
«Todo el reconocimiento que le estás haciendo no sirve porque no se acuesta con hombres. Por tanto, las infecciones que pueda tener o las molestias que pueda tener no tienen nada que ver. Las preguntas que hay que hacerles son distintas. Ni siquiera existen protocolos, se asume inmediatamente que eres normativa. Y eso afecta muchísimo a todo. Desde cosas tan obvias como la medicina, que es la parte más científica y la que más puesta debería estar aquí».
OTROS ‘CLÁSICOS’ QUE CONVIENE DESCARTAR
«El del tamaño del pene, por supuesto. Pero hay otros.
El de que las mujeres tenemos menos deseo que los hombres o que nos excitamos con más lentitud; ese es un gran mito», responde sin dudar Ana Lombardía.
«No es que tengamos menos deseo o que seamos más lentas a la hora de llegar al orgasmo, es que la mayor parte de los encuentros heterosexuales giran en torno al placer del hombre. Si todo girase — o hubiese más parte que girase— en torno a nosotras, seríamos igual de rápidas a la hora de excitarnos y de llegar al orgasmo. Y se sigue pensando que como somos más lentas, es por naturaleza; y no se hace nada para solucionarlo. Y no, no, dame lo que necesito y verás que voy a ser igual de rápida o más que tú. También, el colocarnos a nosotras en ese lugar nos deja indefensas, y eso es un gran mito que hay que quitar de encima».
El otro gran clásico de los mitos sexuales es el que afirma que los hombres siempre llegan al orgasmo con facilidad. «Eso también es mentira. Hay hombres que pueden tardar mucho en llegar al orgasmo porque les cuesta soltarse, desinhibirse, porque están acostumbrados a llegar al orgasmo siempre de la misma forma y cuando tú se lo haces de otra manera, les cuesta».
LOS MITOS SEXUALES NO SON CUESTIÓN DE GÉNERO
La mitología sexual, ¿afecta más a mujeres que a hombres o viceversa? Lombardía no sabe valorarlo cuantitativamente, aunque no cree que varíe demasiado en un sexo u otro. «Sí que es cierto que para las mujeres, como llevamos un par de décadas que estamos trabajando muchísimo sobre nuestra propia sexualidad y estamos avanzando un montón, se van derribando más esos mitos. Pero todavía en el caso de los hombres se están derribando menos. De sexualidad masculina se habla peor. Se habla mucho, pero se habla mal, en regla general. Ahora, con la femenina, se está empezando a hablar con más propiedad. Yo creo que esa diferencia tiene que ver más con esto, ahora mismo».
Y esto es un problema que nos afecta a todos, independientemente de nuestro género. Para tratar de revertir esa situación, la terapeuta sexual escribió Hablando con ellos. La sexualidad de los hombres hetero, un libro dirigido, afirma, «a reeducar a los hombres y a que puedan tener una conciencia distinta sobre lo que es su propia sexualidad. Porque es que hasta que los hombres heterosexuales no derriben todos estos mitos y todas estas barreras en torno a su propia sexualidad, el resto de sexualidades no vamos a poder avanzar».
«Si las mujeres heterosexuales avanzamos, nos empoderamos, pero si los hombres con los que nos acostamos se quedan atrás, no podemos desarrollar del todo nuestra sexualidad», continúa explicando. «Quizá sí a nivel individual, pero no la podemos desarrollar en pareja. Por eso necesitamos que ellos también empiecen a crecer y a liberarse de todo esto, porque si no, no podemos hacer nada si ellos no avanzan».
Pero el resto de sexualidades también se ven afectadas por esa heterosexualidad imperante, en opinión de la sexóloga. «Si eres un hombre homosexual, la heterosexualidad también te afecta porque impone un modelo de masculinidad y un modelo de relaciones sexuales. Y a las mujeres lesbianas, exactamente igual. Por eso es muy importante que ellos puedan acabar de crecer.