Toda la cultura mod dibujada con un boli BIC

6 de noviembre de 2018
6 de noviembre de 2018
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Todo se fue al carajo cuando se guardaron los trajes en el armario y comenzaron a brotar los chándales. Mucho antes, la cultura mod tuvo uno de sus pilares en el mimo por el atuendo, en la actualización de códigos clásicos de la moda para convertirlos en uniformes jóvenes y populares.

El movimiento mod no desapareció en un día y, por supuesto, no surgió de la nada. Tras la II Guerra Mundial, Reino Unido comenzó a destensarse y los jóvenes empezaron a echarse a las calles a tratar de dar algo de color al gris que aún poblaba los estados de ánimo y las ruinas de los bombardeos.

Las noches comenzaban a llenarse de allnighters en las que sonaban sin descanso los discos de música negra que llegaban de Estados Unidos. Los armarios de toda Gran Bretaña se llenaban de chaquetas y cardigans collarless, de botas Chelsea y zapatos Mary Jean. Las cabezas mostraban cortes college boy o peinados garçon como el de Jean Seberg en À bout de soufflé.

Mods. El estilo y la estética de los mods originales (Lenoir, 2018) es un libro ilustrado escrito por Daniel Llabrés que repasa minuciosamente el origen de una moda tan efervescente que podía cambiar de una semana para otra y en la que lo más complicado ha sido precisamente eso, hacer acopio de fuentes y ordenar el batiburrillo de influencias y estilos que llegaron, sobre todo, de Francia, Italia, Jamaica o Estados Unidos.

Explica Daniel Llabrés que «determinar cuál era la indumentaria de aquellos mods originales y clasificarla por años desde 1962 a 1966 ha sido una titánica locura a la que, con razón y cordura, nadie se había atrevido jamás. No hay que olvidar que estamos hablando de algo que sucedió hace más de medio siglo y cuyas fuentes, en un inicio, fueron escasas por lo underground de esta subcultura. Conforme lo mod se convirtió en una moda, fueron abundantes pero poco fiables».

Las redes sociales ha salvado la vida a Llabrés que, aunque habitual de los saraos nostálgicos que aún se celebran, ha sido capaz de dar con auténticos mods de aquella época, «hoy venerables ancianos». Así, Llabrés ha pasado meses revisando y ordenando imágenes y «escuchando batallitas de aquellos jóvenes mods de los 60».

El libro es un recorrido que comienza en el siglo XIX, con las estéticas de las que beberían los jóvenes de los 50 y los 60. Es curioso que un país tan acostumbrado a exportar estilo se convirtiera en un permeable receptor de tendencias foráneas en un tiempo tan convulso como el de la posguerra. Pero así ocurrió.

«A los recién estrenados jóvenes, Reino Unido les parecía tan gris y aburrido que pusieron sus miras al otro lado de sus fronteras: en la Francia de la Nouvelle Vague, en la Italia de los films de Fellini, en los Rude Boys jamaicanos, en los campus de la Ivy League… Sin duda, ese cosmopolitismo es lo que ha hecho de lo mod algo tan duradero y universal, sin dejar de ser absolutamente british. Toda una paradoja en los tiempos del Brexit».

[pullquote author=»Tete Navarro» tagline=»ilustrador»]No he llevado la cuenta de cuantos bolígrafos han caído, pero a juzgar por cómo me recibe la dueña de la papelería, deben ser muchos. Es como si hubiera salvado a su único hijo de una muerte segura y dolorosa. Y eso que son bolis normales…[/pullquote]

Para trasladar todo el imaginario a papel, Llabrés ha contado con las manos y los bolígrafos –sí, todo ha sido ilustrado a boli y a todo color– de Tete Navarro. El escritor se topó con el trabajo de Navarro en el gijonés Euroyeyé, uno de los epicentros mod de España. «Todavía recuerdo ese momento, prácticamente una epifanía, en el que acerqué la nariz a una de sus obras y descubrí que no eran fotografías, sino ilustraciones hechas con bolígrafos de colores», explica el autor.

No tuvo que pasar mucho tiempo para que Navarro propusiera al escritor catalán abordar el proyecto. «Sin duda, él era la persona adecuada por sus años de activismo, militancia y por ser el autor de Mods. Guía para una vida elegante», dice el ilustrador.

Navarro se sometió a las minuciosas instrucciones del investigador Llabrés, «unas 70 páginas por capítulo». A partir de ahí comenzaba con maratonianas jornadas de dibujo en las que, más allá del ‘pico y pala’ que supone dibujar con bolígrafo, la exigencia venía por mostrar un reflejo fiel de lo que Daniel Llabrés tenía en la cabeza.

«Los dibujos debían ser completamente descriptivos y eso forzaba mucho la composición final. Encontrar el equilibrio entre realismo y dibujo fue lo que más tiempo me llevó. Una vez encontré el punto exacto, todo fue un poco más sencillo, solamente debía seguir las indicaciones de Dani, cuidar mucho los detalles y mover el boli lo más rápido posible», señala Tete Navarro.

Además, de los atuendos, creados desde cero con la libertad que ofrece crear dibujos originales, el libro incluye apuntes históricos de la época, curiosidades o una imponente lista de canciones de cada uno de aquellos años.

Más allá de eso, la hemorragia de inputs de aquel tiempo fue tan grande que hay contenido suficiente para seguir editando trabajos. «La moda es solo una de tantas filias de los mods, por lo que material para otras monografías hay, y de sobra. El tiempo dirá», dice Llabrés.

Mientras, sería curioso que los trajes volviesen a aflorar y a llenar las salas de bailes. Al fin y al cabo, vivimos en constantes revivals. «De repente, Netflix estrena una serie protagonizada por mods y se monta un revival en un plis-plas. Aunque a la vista de lo rápido que los fenómenos nacen, se reproducen y mueren en estos tiempos digitales, posiblemente no duraría más de un fin de semana».

En cualquier caso, si para ese finde semana hace falta un catálogo en el que buscar la ropa adecuada, Mods. El estilo y la estética de los mods originales es una opción profusa en detalles.

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