¡Culo!
¡Ja ja ja!
¡Pis!
¡Ja ja ja!
Es imposible escuchar o decir esas palabras, cuando tienes 5 años, y no morirte de risa. El mundo, con 5 años, es una caja gigante de juegos. El ilustrador Iván Solbes piensa que, a esa edad, un niño no conoce otro territorio que “la imaginación, la creatividad, la ilusión, la curiosidad, la confianza, la energía…”. Y una vez pasados los 5 años, “de uno depende seguir habitando allí”.
Ese territorio es el que dibuja en un libro que acaba de publicar, llamado Mola tener 5 años, y que esta noche presenta en La Pizzateca, en Madrid.
Pero vayamos al principio de la historia para descubrir si realmente es un libro infantil o es un libro para adultos que todavía saben mirar como un niño de 5 años.
En 2008 la agencia Revolution cumplía 5 años. Pretendían celebrarlo pero no querían rendirse a homenajes manidos. Eso expulsaba de cuajo la idea de hacer un libro para mostrar el portfolio de trabajos realizados en su primer lustro. La idea de un libro, de un objeto cuidado, bonito, en cambio, sí les gustaba.
Pensaron, entonces, en el número. Cinco. ¿Qué pasa cuando tienes 5 años? se preguntó José María Mayorga, director creativo de Revolution. Que miras la vida con ilusión, que todo es en realidad un juego aunque se haga pasar por cotidianidad, que estás lleno de optimismo… se contestó. Ya tenían el libro y todo lo que querían contar. “Era una metáfora para explicar que, después de 5 años, seguían tan ilusionados como un niño”, explica Iván Solbes.
El libro se publicó en edición limitada como regalo de empresa, en un papel, una impresión y una portada exquisitas. Se regaló y se acabó. Pero Solbes pensó que este proyecto podría tener más recorrido… Tocó a las puertas de editoriales, y más editoriales, y más editoriales aún, hasta que recibió una contestación de la Editorial Ilarión. Por fin. Mola tener 5 años se publicaría como un libro y se vendería en tiendas de toda España.
Y así empieza el capítulo 2 de la historia de este libro que escribió José María Mayorga, director creativo de Revolution, y que ilustró Solbes en los momentos del día que reservaba al placer (proyecto personal) frente a las muchas otras horas empleadas en el deber (proyectos profesionales). “Hacía este libro en mis ratos libres y eso suponía que, para mí, fuese como el recreo. Era el momento de la jornada en la que decía: ¡Me lo voy a pasar bien! Tiraba de recuerdos infantiles, de cosas que me gustaban…”, cuenta el ilustrador.
“Era un libro infantil, pensado en un lenguaje de niños, pero para adultos. Al fin y al cabo, era un regalo de empresa”, indica Solbes.
Volvamos entonces a la pregunta del principio. ¿Es un libro infantil o un libro para adultos?
“Lo curioso es que a los niños les gusta”, enfatiza el ilustrador. “Les encantan los dibujos y lo que cuenta. Yo no lo hice pensando en niños, sino en adultos. Era una forma de apropiarse de un lenguaje infantil para dirigirse a adultos pero nuestra sorpresa es que nos dicen a menudo que a los niños les gusta mucho”.
