La cerámica de muerdelagrimas, el nombre de Instagram tras el que se refugia la artista multidisciplinar Marina Garijo, rebuscan en el día a día para extraer la belleza de lo cotidiano. Así, sus creaciones surgen de mirar alrededor, hasta que algo le llama la atención.
«Observo los objetos que me rodean, siendo consciente del atractivo estético sea cual sea el contexto», dice. La detección de la belleza le hace querer «inmortalizar, a través de la cerámica, sus formas y colores». Casi como el que detiene el tiempo un momentito para quedárselo para sí mismo. Solo que Marina Garijo lo consigue.
Destaca que muchas de las cosas que inmortaliza se «pueden pasar por alto». Cosas para el día de hoy, de esas que tienen vida efímera. «En muchos casos, represento objetos de usar y tirar», dice.
Después, recreándolos en cerámica, los transforma en permanentes, y eso «hace que cambie la perspectiva hacia ellos». Cosas que no deberían estar ahí más tiempo del debido se convierten en imperecederas. Así, entre sus sujetos hay «fruta pocha, una bolsa de patatas abierta o unas cerillas usadas».
Fuera de estas obras, Garijo está curtida en el diseño y transformación de superficies, particularmente madera y cristal, una experiencia que emplea hackeando muebles y ventanas y transformándolos en algo. Casi como el que busca hacer lo contrario que hacía con la cerámica. Coger algo permanente, que está ahí, y cambiarlo.
En el futuro le gustaría colaborar con otros artistas. «Me encantaría hacer proyectos de la mano de artistas a los que admiro, pertenezcan o no al campo de la cerámica». Y, sobre todo, seguir dándole vueltas a las cosas que le rodean y «aprender más sobre técnicas que puedan ayudar a creaciones futuras».