En un mundo dominado por la obsolescencia (programada o no) se van perdiendo muchas cosas más allá de los objetos en sí mismos. Por ejemplo, los sonidos. Para preservar ese acervo histórico y emocional se ha creado Conserve The Sound, un museo virtual que atesora sonidos del pasado.
Hace casi una década, cuando los teléfonos inteligentes y tabletas con pantallas táctiles irrumpieron en el mercado, los diseñadores y creativos Daniel Chun y Jan Derksen se dieron cuenta de que ese avance tecnológico suponía el final de ese característico sonido que producían las teclas de los teléfonos al ser presionadas.
La pérdida de ese sonido no era algo casual sino que se enmarcaba dentro de una tendencia habitual en la sociedad, que acostumbra a apreciar lo visual por encima de lo sonoro. En palabras de Daniel Chun y Jan Derksen, «normalmente se coleccionan pinturas, obra gráfica, piezas clásicas de diseño industrial o esculturas, las cuales se colocan en exposiciones y museos. Sin embargo, son muy pocos los que se preocupan por el sonido».
La diferente apreciación social entre la imagen y el audio está muy relacionada con el hecho de que los métodos de registro y reproducción sonora son relativamente recientes en la historia de la Humanidad. Sin embargo, en muchos casos, las voces, canciones o ruidos evocan sensaciones bastante más intensas que las imágenes. Unas sensaciones que suelen estar vinculadas a la educación sentimental y al crecimiento emocional. Son razones más que suficientes para preservar aquellos sonidos que la tecnología está haciendo desaparecer de la vida cotidiana.
«Nos fascinó la idea de crear un lugar multimedia o un museo en línea para los sonidos en peligro de extinción así que, después de conseguir la financiación de German Film und Medienstiftung NRW, en marzo de 2013 pusimos en marcha la web de Conserve The Sound. Intentamos crear una colección de recuerdos accesibles para todos. La vida útil de muchos objetos, especialmente en el mundo digital, se está acortando, y la cantidad de objetos que se utilizan en una vida está aumentando. Por eso, el objetivo de Conserve The Sound es crear una colección de recuerdos accesibles para todos».
Para conseguir las «piezas» de su museo, Chun y Derksen han recurrido a amigos y conocidos que han rebuscado en sus desvanes, sótanos y trasteros hasta dar con esos aparatos obsoletos pero con un sonido particular. Máquinas de escribir, maquinillas de afeitar, relojes analógicos, telégrafos, pinballs, batidoras, ventiladores, proyectores de cine, cintas de casete, cámaras de fotos… Estos objetos son puestos en funcionamiento al menos una última vez para registrar su voz.
«El noventa por ciento de los sonidos los registramos nosotros, pero hay gente que también nos envía archivos de audio que ha grabado en su casa. Tenemos disponibles en la web cerca de 130 sonidos en línea, pero hay muchos más en nuestros discos duros que se subirán próximamente, y seguimos grabando nuevos».
Los sonidos preservados proceden de la cultura occidental, concretamente de Alemania, pero el objetivo del museo es incorporar a sus archivos grabaciones de objetos procedentes de otras culturas.
«Cada país tiene sus propios paisajes sonoros. Para nosotros sería muy interesante recopilar más sonidos y objetos internacionales. Sería genial descubrir, contar y comparar estas diferentes historias de sonido, aunque para ello necesitaríamos contar con más recursos».
Además del valor histórico y antropológico del proyecto, Conserve The Sound también posee una aplicación práctica que conecta con sectores tan aparentemente distantes con esta iniciativa como el cine o la televisión.
«Preservar los sonidos es importante porque son parte de la cultura humana, como los libros, las pinturas, los objetos o los edificios. Pero también resultan útiles para los diseñadores de sonido de cine. Una diseñadora nos contó que utilizaba nuestros audios para explicar a los jóvenes profesionales cómo sonaban determinados aparatos que luego son recreados en las películas».
Sería muy interesante también, aparte de los sonidos de los aparatos eléctricos, mecánicos, electrónicos, etc. tambien, registrar los sonidos de las actividades humanas de oficios, labores, trabajos, cotidianos que, por las nuevas tecnologías, han ido desapareciendo a través del tiempo.