Las tradiciones no siempre se heredan. A veces se exportan. A veces se inventan. Es lo que ha sucedido con algunas costumbres locales que se han convertido en globales, con planes tan apetecibles que se han reciclado en tradiciones de nuevo cuño. Las noches blancas, los trucos y tratos que se suceden en España la Víspera de Todos los Santos o las calaveras mexicanas que salpican el globo esa misma noche.
En Inglaterra aprovechan la Navidad para ir al cine. «Es tan normal como los mercadillos o las pistas de patinaje sobre hielo», explica Jesús Mateos. «Por eso cuando volví a España después de una época en Londres me resultó extraño que aquí no fuera algo habitual», recuerda. Así que decidió inventarse una nueva tradición. Mateos es director de comunicación y eventos de mk2 Sunset Cinema, la agencia responsable de Navimad, un ciclo de cine que pretende encapsular la magia de la Navidad en cintas de ocho milímetros.
Al pensar en películas navideñas a uno se le vienen a la mente los telefilms de sobremesa de Antena Tres, pero no hay nada más lejos de esta propuesta. El maridaje entre cine y Navidad no tiene por qué dejar tan mal sabor de boca. De hecho el ciclo apuesta por el cine clásico, el de autor y las grandes producciones modernas, componiendo una cartelera ecléctica y atractiva. «Hay un poco de todo», explica Mateos, «desde películas más indie como Fargo y Olvídate de mí hasta grandes clásicos como El Padrino o Cuando Harry encontró a Sally».
La temática navideña está a veces cogida por los pelos. «A ver, el Padrino tiene sus escenas navideñas, pero es cierto que hay más sangre que nieve», reconoce Mateos. Pero es que muchas veces se ha querido primar la calidad de la cinta o su carácter icónico.
Navimad se compone así de 24 películas que se podrán ver los fines de semana del 20 de diciembre al 4 de enero en la sala de cine del Institut Français de Madrid (Marqués de la Ensenada, 10).
Navidad quiere que sustituyamos el plan de sofá, peli y manta por el de cine y palomitas. «Las dos son experiencias válidas», explica Mateos, «pero diferentes». Este ciclo entiendo el cine como una experiencia social, por eso apuesta también por películas icónicas, casi generacionales. Para que puedan ser disfrutadas en colectividad. Imagina ver Solo en casa como reza su título.
Ahora piensa en cómo sería un visionado en una sala de cine, rodeado de amigos, familia y 200 personas. «La atmósfera que se crea es diferente, especial», subraya Mateos, «es muy gratificante compartir estas películas, que han formado parte de tu infancia, con gente que está viviendo la misma experiencia que tú».
A veces las tradiciones se inventan. Sobre todo cuando conectan con la sociedad, cuando se integran con un sentir general. Es lo que persigue Navimad. Entender el cine como una experiencia colectiva, las películas como una forma de conectar con la infancia, de unir a los espectadores. Y en realidad, de eso va un poco la Navidad.