‘No me cuentes cuentos’: relatos inspiradores para ayudar a las niñas a imaginar su futuro

21 de noviembre de 2019
21 de noviembre de 2019
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No me cuentes cuentos

Era un día frío y calculador. Desde el fondo del pasillo se oyó: «¡Que pase el siguiente!». Entró la paciente. El doctor Maligno, sin levantar la vista de sus papeles, preguntó:

—¿Cuál es su nombre?

—Me llamo Historia.

—Ahá.

El médico la tumbó en una camilla y sacó de su armario unas tijeras, unas tenazas y un bisturí.

—Es imprescindible que le hagamos unas amputaciones —dijo con severidad.

Y sin anestesia, le cortó un brazo, una pierna, y hasta le metió una sierra por la cabeza para arrancarle una parte del cerebro.

Historia salió de la consulta coja, manca y peor aún: había perdido la mitad de su memoria, la mitad de su inteligencia, de su creatividad, de su fantasía, de su grandeza.

No me cuentes cuentos
Pilar Careaga, la maquinista valiente que no temía lo nuevo (Ilustración de María Requena)

Esta es la historia de la Historia. El pasado de España está contado a la mitad. El franquismo expulsó a las mujeres del pasado y reescribió el mundo como un lugar en el que, siempre y por siempre, las mujeres tenían como única misión en la vida criar niños y llenar cazuelas. Lo hizo con precisión cirujana y le salió muy bien: hasta hace pocos años, todo un país seguía estudiando una historia mutilada, incompleta, absurda, manipulada.

Hace unos años se empezó a poner remedio a aquellas crueles amputaciones del doctor Maligno. Una conciencia firme surgió del corazón de muchas personas. Venía de la curiosidad, del asombro. Del deber histórico. Del agradecimiento.

A esta recuperación de la historia real de España se suma hoy un libro que une ese afán por el descubrimiento y la responsabilidad histórica de recuperar a las protagonistas, las heroínas, que dejaron su sabiduría para construir este presente: No me cuentes cuentos.

No me cuentes cuentos

CHÁCHARAS DE CAFÉ

Era un día de oficina en Prodigioso Volcán. En uno de esos altos que impone la hora del café asomó un asunto: las librerías se estaban llenando de libros sobre mujeres destinados a las niñas. Hicieron un recorrido mental por todos los libros que habían encontrado y, de pronto, hallaron un vacío.

«Unas cuantas periodistas nos dimos cuenta de que no había ningún volumen que recogiera exclusivamente la historia de mujeres españolas», cuenta Charo Marcos, una de las responsables del proyecto No me cuentes cuentos. «Empezamos a pensar en qué nombres incluiríamos en una lista que, por entonces, era solo imaginaria».

La gran oportunidad de Montserrat Caballé (Ilustración de DAQ)

El listado se iba haciendo enorme. Veinte, 50, 100, 150, ¡200! ¡Más de 200! Y esa cifra las llevó a dos conclusiones: por un lado, la historia estaba llena de mujeres fascinantes; por otro, en algún momento tenían que parar.

Decidieron que empezarían a contar la vida de 100 mujeres y lo harían con una misión: «Ofrecer la historia de estas mujeres como ejemplo e inspiración para las niñas que comienzan a pensar en su futuro». Pensaron entonces que, en vez de biografías al uso, escribirían cuentos y, en vez de fotos de la Wikipedia, darían actualidad a su imagen con una ilustración.

«Empezamos a intercambiar los primeros relatos y nos animamos a publicarlos en internet. Cada semana distribuíamos dos a través de la newsletter diaria de información Kloshletter y comenzaron a sumarse autoras e ilustradoras entusiasmadas por el proyecto», explica Marcos.

Isabel de Braganza, el hada madrina del Museo del Prado (Ilustración de Beatriz Menéndez)

Apareció así la web donde alojaron los primeros cuentos. Los contaron de viva voz, en podcast, después. Se hicieron datos, en una infografía, más tarde. Y hoy llegan a las librerías, a las estanterías, al gozo de pasar páginas de papel (en un libro impreso, cuyas ganancias irán a la fundación de ayuda a niños en riesgo Anar).

Detrás de este proyecto están las firmas de unos 150 autores. Es una obra colectiva, dicen, orgullosos, las firmas que han aupado el proyecto: Prodigioso Volcán y Kloshletter. «Lo mejor de todo esto ha sido el entusiasmo de todas las personas que han participado», indica Marcos. «Autoras que proponían nombres, ilustradoras a las que ni siquiera conocíamos que se prestaban a participar y nos contactaban a través de la web para aportar su granito de arena. Todo el mundo ha participado de forma desinteresa y la respuesta ha sido brutal».

Es así como la ciencia ciudadana está reparando las fechorías del malvado doctor Maligno. Historia, poco a poco, vuelve a caminar. Y ahora, por fin, tiene todo el futuro por delante.

No me cuentes cuentos

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