Además de nihilismo, detrás de No sé hay una alta carga de humor satírico y un análisis de la realidad bastante crudo que trata de conectar con las miserias cotidianas. «Eso y un intento de cinismo mezclado con mucha tontuna. Quizá podría resumirlo también en “tengo mucho mundo interior y una gran necesidad de soltar mis mierdas”».
Además de dibujar, es obvio que a No sé se le da muy bien lo de conceptualizar. A sus viñetas, por ejemplo, las define como «píldoras de consumo rápido pero absorción lenta». Y con esto, el artículo podría concluir aquí. Aunque sería una pena perderse otras explicaciones sobre aspectos como cuál es el objetivo del chirrido mental que producen sus correctísimas escenas victorianas o de estéticas pop art cuando se enfrentan a los bestiales mensajes que contenidos en sus bocadillos.
«La intención es no dejar indiferente. Ese contraste entre contenido y continente fue uno de los primeros recursos que comencé a utilizar. Y al final se quedó. Estos contextos heteronormativos y totalmente alejados de realidades actuales me parecen divertidos».
La banalización de cuestiones profundas es su forma de hacer crítica social. Siempre partiendo de lo que considera más importante: reírse de uno mismo.
«Intento transmitir ideas con trasfondos un tanto atemporales, pero que a la vez sean sencillas y, digamos, costumbristas. Y por eso, intento que sea un proceso rápido y espontáneo».
El blanco y negro, perenne en sus viñetas, aporta parte de esa atemporalidad buscada. Pero también añade austeridad. «Como dibujo todo con boli Bic, al principio quería que ese azul tan característico fuese mi punto representativo. Pero luego por razones logísticas/tecnológicas y tras darle una vuelta, me quedé en el B/N la mar de a gusto». Algo que, además, «me cansa menos».
«Cuando comencé, me propuse hacer una viñeta al día –continúa-, y hasta ahora lo he logrado más o menos. Intento tener las ideas en el tintero en el menor tiempo posible para que no me cansen. Mi intención es, con el tiempo, sintetizar cada vez más y más esa fórmula de diálogos «inesperados» que dan voz a personajes a los que busco ridiculizar».
«Los chanantes (Muchachada Nui, Hora Chanante, etc)», José Luis Cuerda , Monty Python y otros expertos en eso de «desdibujar la sociedad y los patrones establecidos» se encuentran entre los principales referentes de No sé. Pero también lo son «voces de las que escuecen» como las de Nietzsche, Bukowski o Enric Montefusco.
«Y a pesar de que suena a algo muy manido, también me inspiro mucho en lo cotidiano, de situaciones que vivo, de conversaciones con mis amigos o mis abuelas, y de cualquier cosa que leo, escucho, o veo por la tele. Y, bueno, también, ese batiburrillo de cultura pop que toda persona de 31 años ha mamado, también está muy presente».