Teresa Cano miró unos números y cerró los ojos. Les borró el significado, abrió los ojos y los volvió a mirar como si nunca antes hubiese encontrado nada igual. Ahora los podía entender de un modo completamente nuevo. «Aproveché sus formas para reinventarlos como naves espaciales», explica la diseñadora. «Donde hay un asta veo un reactor. En la curva del 2, imagino la cabina de mando».
Cano intentaba que un terrícola cualquiera, al mirarlos, viera antes una nave viajando por el espacio que una cifra. «Un símbolo sin el significado que le hemos concedido puede ser cualquier cosa», indica. «En este caso, a mí, los números por sí solos me parecen bastante extraterrestres».
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