La movilidad eléctrica es una de las pocas señas de progreso que, en lugar de alejarnos de la naturaleza, nos acercan a ella. Habitualmente, los bosques y el aire puro son sustituidos por cemento, cables y construcciones artificiales. Cuanta más tecnología, menos elementos naturales. Los vehículos eléctricos, sin embargo, desaceleran ese avance imparable.
Además de reducir el impacto medioambiental por emisión de gases de efecto invernadero, mejoran la salud de las personas en las ciudades (ya que no emiten ninguna sustancia nociva). Su uso extendido tendría también consecuencias macroeconómicas: reduciría la dependencia energética de los países con respecto al petróleo, democratizaría el transporte e integraría el sector de los transportes con otros como el energético o el de las telecomunicaciones.
Pero, a pesar de todo esto, la cifra de vehículos eléctricos vendidos en España en 2014 no llega ni al 0,2% del total, según datos de MotorPasiónFuturo.

EL ERROR DE NO INFORMAR AL USUARIO
Hay varias empresas que se dedican a la fabricación de coches eléctricos y de las infraestructuras que necesitan. Pero, para que esos avances se traduzcan en un cambio de hábitos de consumo, deberían ir de la mano de una información clara a los usuarios. Por ejemplo, la start-up Better Place de Palo Alto (California) se dedicaba a construir puntos de recarga y, a pesar de que llenó Israel de ellos, no consiguió que la población utilizara más coches eléctricos.
Otro intento fallido de popularizar el coche eléctrico fue el programa EV1 de General Motors, cuyo desmantelamiento vino acompañado de una gran polémica plasmada en el documental Who killed the electric car?
El motivo de que no acaben de cuajar, según Ángel López Samartino, fundador de .Ozone Drive, es que nadie se ha preocupado de mimar la demanda. Es decir, que la posibilidad real de adquirir un coche eléctrico no está en las cabezas de los potenciales clientes. Este madrileño, que conoció desde dentro el sector de la automoción durante los años que trabajó en Renault, vivió de cerca el «batacazo» de Better Place (donde trabajó mientras estudiaba un MBA en Berkeley) y pensó que hacía falta una «evangelización» para que los vehículos eléctricos se popularizaran: centrar el tiro en el usuario, que este comprendiera sus ventajas y se lo planteara como una opción viable.
López Samartino decidió entonces poner en marcha un servicio de alquiler de coches eléctricos para que la gente pudiera probarlos, conocerlos y, por tanto, desearlos. Comenzó por implantarlo en el sector turístico en islas como Mallorca porque «el cliente se encuentra en el momento propicio para probar nuevos servicios» y también porque «las islas mediterráneas representan áreas geográficas de extensión limitada, ideal para la autonomía de los coches eléctricos». .Ozone Drive, de momento, solo ofrece sus servicios de forma estacional, pero tiene una campaña de financiación en marcha en IndieGogo para poder ofrecerlos en el futuro de forma permanente.
ALGUNOS MITOS SOBRE LA MOVILIDAD ELÉCTRICA
La principal barrera para la popularización de los vehículos eléctricos es el desconocimiento y los prejuicios que hay hacia ellos. «La mala información juega un factor determinante en la percepción del ciudadano», se lamenta Ángel López-Samartino.
Por un lado, el precio ya no es un impedimento: las baterías encarecen el coste del vehículo, pero las subvenciones directas a la compra otorgadas por la administración pública, de hasta 6.500 euros por coche, corrigen ese desequilibrio.
Los puntos de recarga tampoco son tan necesarios como la gente cree. «Basta un punto de recarga en la plaza de garaje de cada usuario para tener las necesidades cubiertas», explica el CEO y fundador de .Ozone Drive, aunque advierte de que, para viajes interurbanos, «es necesario utilizar otro vehículo». Además, estos coches tienen implementado lo que se conoce como «freno regenerativo», que hace que la energía generada cada vez que el coche frena se emplee para recargar la batería.
Al contrario de lo que algunas personas tienen en mente, los coches eléctricos no tienen por qué ser pequeños ni poco potentes. «Pueden ser tan grandes como quiera el fabricante, si hay varios modelos pequeños es porque eran “experimentos” de las marcas». Es más: estos vehículos entregan «mucha más potencia» que los coches de gasolina o diésel, ya que no lo hacen solo en la zona óptima de rendimiento del motor, sino desde el kilómetro cero. Esto se traduce en que el conductor experimenta una «increíble aceleración» cuando lo conduce: «tienen una salida imbatible, solo comparable a la aceleración experimentada con grandes deportivos como Ferrari o Porsche. Por eso es muy ágil y divertido de conducir».
Cuando alguien prueba por primera vez un coche eléctrico, lo que más le sorprende es que no hace ningún ruido. Conducir en silencio es una experiencia peculiar. «Se experimenta una sensación única de sorpresa y confort», asegura el emprendedor.
Además, en ciudades como Madrid, los coches eléctricos no tienen que pagar el ticket de aparcamiento.

EXPERIENCIAS DE ÉXITO
A pesar de los prejuicios y la falta de información, la movilidad eléctrica va consiguiendo pequeños logros. La experiencia más clara de éxito en el sector es Tesla Motors, cuyo vehículo Tesla Model S se ha posicionado como el mejor coche del mundo.
La alianza Renault-Nissan alcanza el 60% del market share mundial: su Nissan Leaf es el coche eléctrico más vendido de la historia. BMW creó su marca BMWi para comercializar desde ella coches eléctricos. Los coches híbridos, como los fabricados por Toyota, han desempeñado un importante papel como puentes hacia la popularización de la tecnología 100% eléctrica.
Otro intento de acercar emocionalmente la movilidad eléctrica a los usuarios es el Fia Formula-e, el primer campeonato de alta competición de monoplazas con cero emisiones.
Según López Samartino, cuyo proyecto recibió un premio de la Fundación Biodiversidad y la Unión Europea, entre otros reconocimientos, dentro de poco nos preguntaremos cómo pudimos permitir que los coches contaminaran las ciudades. «Las estimaciones suelen equivocarse por cientos de miles de usuarios, como lo hicieron con los smartphones o con internet, porque estamos acostumbrados a pensar linealmente y los cálculos exponenciales parecen demasiado optimistas para la mente humana». Su vaticinio particular, basado en los indicios que ve en el sector y en las afirmaciones de Peter H. Diamandis en su libro Abundance, es que dentro de diez o quince años «muy poca gente se planteará la compra de coches de gasolina o gasoil».
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Imágenes: .Ozone Drive