La literatura marciana de Pájaro

22 de julio de 2014
22 de julio de 2014
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El desarrollo tecnológico ha generado un nivel de democratización cultural tan positivo que hay que ser muy idiota como para no celebrarlo dando palmas con las orejas. La tecnología es objetivo pero también herramienta y ha provocado que otras disciplinas, digamos, analógicas, se vean felizmente arrastradas por el tsunami. Es más fácil hacer casi de todo y, por supuesto, más fácil editar libros. Hacemos palmas con las orejas para celebrarlo.
En el cambio de paradigma que también disfruta la edición (muy) independiente de libros, parece que es la supervivencia la máxima inicial. Así lo explican Laszlito Kovacs y José Castellano, cofundadores de la editorial Pájaro. «Sobrevivir y no perder el objetivo, que pasa por identificar, promocionar y acercar a los lectores obras singulares que destaquen por contener un mundo completamente ajeno. Un mundo, que sin embargo explique a la perfección el nuestro», dicen. Vamos, que se declaran amantes de lo rarito. Alabado sea el señor.

Los libros

Los dos primero volúmenes editados por Pájaro -el plan pasa por editar dos libros cada año- son la mejor carta de presentación de su conspiración para la dominación mundial. Dicen que comparten con ambos autores, Remate y Yago Ferreiro, «cercanía, apego y un tremendo respeto hacia sus obras». Así que por ahí han comenzado la amenaza marciana en forma de literatura.
Si uno conoce mínimamente la carrera de Remate, no se extraña de que Suelo Estar haya salido como haya salido. Digerible en cantidad, ya que se compone de más de treinta relatos lo suficientemente cortos como para ser engullidos con alegría, el menú literario que propone obliga a situarse a su nivel surreal, alejado de los convencionalismos y muy cerca de una nave espacial con destino a Orión.
Yago Ferreiro, por su parte, ha creado cuatro álter egos que le permiten cambiar su poesía a su antojo metiéndose en la piel del rápsoda futurista De la Crew, del armado Silver Krane Jr. o de un ficticio Henry Pierrot que se ve olbigado a pasar el verano en la gran ciudad, con todo lo que ello conlleva.
Para los fundadores de Pájaro, la honestidad es esto, publicar lo que ellos querrían encontrar en las librerías. «Creemos que la inspiración no ocupa un momento, lugar o forma predeterminada. Vemos la inspiración más como un baño que uno se pega en su playa favorita, siendo esa playa nuestras múltiples influencias», explica Kovacs. «Tenemos que reconocer que las playas que más nos gustan y quizá las únicas playas que nos inspiran realmente, sean las asturianas y las japonesas», dicen. Por eso, la inspiración que emana de sus libros se moja de referencias a ambos lugares.
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¡Buen diseño, señora!

Kovacs y Castellano son diseñadores. Y eso, en este caso, no proporciona nada más que ventajas. Las ediciones de Pájaro son sencillas y cuidadas. Ellos dicen que «la belleza se encuentra en la sencillez y honestidad de la edición del libro, ese momento, en que el libro se presenta ante ti sin ningún artificio». Se han esforzado en que lo sencillo sea, a la vez, no convencional y eso se palpa (literalmente porque la portada está en relieve) en las ilustraciones de Javier Arce y Ping Zhu.

Meterse en el fregao

Kovacs y Castellano ya conocían algo del batiburrillo editorial debido a su trabajo como diseñadores. «Sin la experiencia adquirida en otras ediciones, sin la relación que tenemos con nuestros impresores, el conocimiento de los materiales, papeles y tintas, seguramente no podríamos haber llegado a crear Pájaro», dicen.
Con ese background, ahora funcionan probando qué es lo que da resultado y qué es lo que no y dicen que hay mucho aún esperando a salir de su cabeza. «El 90% de las brillantes ideas que hemos tenido con respecto a Pájaro, no han visto la luz. El pájaro que aquí te presentamos es una colección del 10% restante, aquellas que por su oportunidad y sencillez han ganado posiciones con respecto a las demás», cuenta Kovacs.

Business

Una vez que uno da el paso y se decide pasar del parte al todo en el proceso de edición, hay que resolver un buen puñado de incógnitas. Por un lado, Kovacs y Castellano decidieron que la manera de distribuir los beneficios generados por cada venta tenía que alejarse de lo marcado como tradicional. Los intermediarios sobraban y el beneficio se reparte a pachas entre autor y editor. «Buscamos nuevos métodos de distribución más justos para el editor, autor y lector, que permitan que parte del dinero que se destina a la distribución repercuta en la calidad de la edición. Si del total del precio de un libro, un 50% o 60% se lo lleva la distribuidora, ¿a qué puede aspirar una editorial pequeña?».
El otro golpe era regalar la copia digital a los compradores de la copia física (también se puede adquirir solo la digital). «Hablar de digital/físico está fuera de nuestra discusión. Los dos mundos, coexisten, se influencian y evolucionan de la mano, sin uno el otro no existe», declaran.
¿Algo malo? Por un lado, que todo puede salir mal. «Incluso en el peor escenario posible, sólo queda espacio para la satisfacción. El hecho de estar en la calle con dos títulos y haber tenido una excelente acogida por parte de los medios y los lectores, ha sido una gran sorpresa».
Por otro, y desde el punto de vista del lector, que no todo el mundo está sintonizado en la misma frecuencia y que el marcianismo no es para todos. Lo de darle una oportunidad ya depende de cada cual.
Ah, si te quieres hacer con las dos primera entregas de Pájaro, la editorial nos deja un regalito en forma de código de descuento que será válido a partir de las 15h del 23 de julio.
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