No todo lo puede el gobierno. No todo lo pueden las empresas. Pero, afortunadamente, existen los ciudadanos. Munich aspira a convertirse en una de las ciudades más verdes del mundo y sabe que nunca podría conseguirlo si no cuenta con la colaboración de todos sus habitantes.
No queda espacio en la ciudad para crear huertos urbanos. “Munich y Frankfurt son las poblaciones que más crecen en Alemania. En Munich no quedan ya superficies para construir ni solares para convertirlos en huertos o desarrollar proyectos de subcultura”, indica Silvia González, diseñadora urbana de la ONG Green City.
Descartada la opción de los huertos urbanos en el centro de la ciudad. Pero, escarbando en la tierra, siempre surgen alternativas. Había que buscar otras opciones para llenar Munich de plantas que limpien el aire y embellezcan las calles.
La ONG Green City comenzó a desarrollar hace tres años acciones de guerrilla gardening. “Hacemos plantaciones en la tierra que hay alrededor de los árboles. Nos concentramos en zonas donde no hay verde. Plantamos arbustos porque son muy robustos y son los que mejor aguantan”, indica González.
La ONG se dio cuenta de que una ciudad no se pinta de verde solo con el trabajo del gobierno, las empresas y las organizaciones. Los ciudadanos son clave en cualquier misión. La ONG propuso al Ayuntamiento que permitiera a todas las personas plantar flores, arbustos u otro tipo de vegetación en esos pequeños espacios de tierra baldía repartidos por Munich.
Era una especie de “patrocinio verde” o “apadrinamiento de un espacio verde”. El Ayuntamiento aceptó y desde hace un año la ONG desarrolla un plan basado en que los ciudadanos puedan solicitar plantar una o varias especies en tierras yermas cerca de su casa. “Lo habitual son plantas de exterior y flores. No se permiten verduras, porque al estar en la calle, no tienen ningún tipo de seguridad”, especifica González.
La ONG comprueba que ese tipo de planta es adecuado para la zona y ayuda durante todo el proceso al nuevo ‘patrocinador verde’. Esa persona adquiere el compromiso de cuidar las plantas durante un año y, en caso de no poder prestarles atención, tiene la obligación de llamar a Green City para que la ONG arranque las plantas y las lleve a otro espacio donde puedan ser cuidadas. Todo esto queda recogido en un contrato firmado por ambas partes.
“Los vecinos nos buscan para hacer estas plantaciones. Vemos qué quieren y pedimos permiso al Ayuntamiento”, cuenta la diseñadora urbana. “La mayor parte de las veces nos conceden el permiso. Si un vecino quiere tener rosas frente a su casa, le ayudamos a plantarlas y luego firmamos el contrato para asegurarnos de que se va a hacer responsable de ellas”.
“Nos llevó un tiempo convencer al Ayuntamiento de este proyecto pero ahora está convencido de que es imprescindible para conseguir los objetivos climáticos”, destaca González. “Los vecinos se encargan de que la ciudad sea cada vez más verde y es también un coste que se ahorra el Ayuntamiento”.
En el primer año de patrocinios verdes se han plantado 25 parcelas y un total de 150 metros cuadrados, según la diseñadora urbana. Aunque, junto a la vegetación, parece haber nacido algo más. “Nos hemos dado cuenta de que, además, es una forma muy buena de hacer comunidad. Es como crear un mini huerto urbano y los vecinos se juntan para cuidarlo”.