Perico Delgado sรญ me representa

A mediados de los aรฑos 80, dos equipos conseguรญan convertir un deporte de seguimiento reducido en un fenรณmeno comercial pujante y con un tremendo potencial. La NBA comenzaba a irrumpir en Espaรฑa y la situaciรณn deportiva en aquellas ligas provocรณ una polarizaciรณn casi instantรกnea. O eras de los Lakers o eras de los Celtics.

Magic Johnson y Larry Bird eran los brillantes estandarte de un deporte que, como casi todo lo que ocurrรญa en Espaรฑa durante el franquismo, se encontraba en una situaciรณn casi autรกrquica en este paรญs. Llegรณ el glamour, llegaron los flashes y una nueva manera de entender el deporte y la moda.

Esos equipos forman parte de la leyenda y la memoria de los ahora cuarentones. Sin embargo, los menos apegados al lujo marketiniano del otro lado del charco, reservan un hueco especial para una escuadra con menos campanillas y anuncios de McDonaldโ€™s que tambiรฉn relanzรณ un deporte no mayoritario: el equipo ciclista Reynolds.

A la cabeza de ese pelotรณn, el gran Perico Delgado, el ciclista que consiguiรณ aunar รฉpica, desgracia, humanidad, gloria y derrota. El ciclista que montรณ en bici a toda una generaciรณn.

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Hace 30 aรฑos comenzamos a creer

Asรญ lo recuerda Movistar + en el documental Pedro Delgado, 30 aรฑos de amarillo, con el que conmemora la รบnica victoria del ciclista segoviano en el Tour de Francia.

La pelรญcula es un recorrido por los orรญgenes tremendamente humildes de Delgado y por su irrupciรณn mediante patada en la puerta en la รฉlite del ciclismo. En 1983, aquel Reynolds debutรณ en el Tour con la consideraciรณn de equipo de relleno de pelotรณn. Hasta que llegaron a los Pirineos y รngel Arroyo, el lรญder del equipo, y un jovencรญsimo Delgado comenzaron a brillar saliendo de la nada.

La etapa de Luchon dejรณ la presentaciรณn en sociedad de Perico tras un descenso casi suicida. ยฟRecuerdas esto?

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El universo comenzaba a saber del ciclismo espaรฑol post-Luis Ocaรฑa hasta el punto de que Delgado, en aquel aรฑo de debut en Francia y con 23 aรฑos, estaba segundo en la general. Comenzรณ la leyendaโ€ฆ y comenzรณ la leyenda negra de Perico, que se cayรณ y se rompiรณ la clavรญcula obligรกndose a la retirada.

Daba igual. Mucha gente supo que el escuรกlido espaรฑol subirรญa de amarillo alguna vez al podio de los Campos Elรญseos. Se sabรญa. O, al menos, nosotros lo sabรญamos.

Aquel jarpazo contra el asfalto era tambiรฉn la redefiniciรณn de la esencia loser espaรฑola. Lo tenรญamos, lo merecรญamos, lo perdimos. Y asรญ fue cรณmo Pedro Delgado se convirtiรณ en el deportista con el que toda Espaรฑa se identificรณ cuando lo de ganar habitualmente en deportes estaba muy lejos de la situaciรณn actual. Tan lejos como yo de un trofeo Pichichi.

Los niรฑos corrรญan en bici por las calles, las chapas de cerveza y refrescos se usaban para crear competiciones ciclistas y, en las casas, el papel Albal era de Reynolds y no de Albal โ€“y mucho menos de Bosque Verdeโ€“.

Despuรฉs vino la casi matemรกtica secuencia de gloria y desgracia de Perico. Siempre de arriba abajo y de abajo arriba. Victoria en la Vuelta a Espaรฑa, su primera gran carrera por etapas, y retirada en el Tour tras la muerte de su madre mientras รฉl se encontraba compitiendo. Victoria del Tour en 1988 โ€“con intento de atraco mediante control antidoping manipuladoโ€“ y ridรญcula derrota al aรฑo siguiente tras presentarse con mรกs de dos minutos de retraso a la salida de una contrarreloj.

Cada titular que protagonizaba Delgado en prensa le servรญa para convertirle aรบn mรกs en leyenda y humano a partes iguales. Por eso no habrรก otro como Delgado, porque ganaba en la mayor de las รฉpicas y porque perdรญa. Perdรญa mucho. Y todos nos dรกbamos cuenta de lo jodido que era ganar a esos europeos perfectamente alimentados, tan altos, tan rรกpidos, tan fuertes y tan rubios.

Pedro Delgado es un catรกlogo emocional de la generaciรณn que le vio correr. Es el alivio de verle calzarse el maillot amarillo del Tour por primera vez tras la etapa de Alpe dโ€™Huez del 14 de julio de 1988; es la mirada que todos lanzรกbamos a nuestros padres al ver su Pinarello roja contonearse de curva en curva; es el respingo que dieron los abuelos de toda Espaรฑa mientras echaban la siesta en el sofรก con el demarraje del 88 en Luz Ardiden, justo cuando parecรญa que se quedaba relegado en carrera.

Es tambiรฉn la nostalgia por el ciclismo de descensos de puertos con periรณdicos en la pechera del maillot, los leones de peluche de Credit Lyonnais y las gorritas de visera corta de Kelme, Banesto, Renault o Kas.

Y es cuando nos sentรกbamos a vibrar tres horas al dรญa, delante de la tele, para ver milagros nunca antes vistos. Asรญ รฉramos y asรญ nos emocionรกbamos. Por eso, Pedro Delgado es la memoria de aquello que fuimos.

https://www.youtube.com/watch?v=zoJNrugqRRc

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