Volver al ultramarinos: muchas personas han decidido apoyar al comercio de barrio

27 de mayo de 2020
27 de mayo de 2020
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pequeño comercio

Nuestras abuelas lo hacían. También nuestras madres. Bajar al mercado a diario formaba parte de las rutinas de su día a día. No se salía del barrio, todo se adquiría en la panadería de Rosario, en la pescadería de Pepe y en el ultramarinos de Damián. Luego llegaron las grandes superficies y nos olvidamos de ellos.  Pero el estado de alarma y el confinamiento nos han obligado a recurrir de nuevo a los mercados de barrio. Y volvimos a reencontrarnos con la panadería de Rosario, con la pescadería de Pepe y con el ultramarinos de Damián.

Óscar Méndez, presidente de la Asociación de Empresarios de Latina y Carabanchel (ASELAC) en Madrid confirma un aumento en las ventas de estos pequeños comercios de cercanía y de barrio en general. «Entendemos con esto que la gente lo que no quiere es trasladarse muy lejos para hacer sus compras. Esa compra es más diaria aún. Son compras más pequeñas, pero mucho más diarias».

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También Luis Romero, propietario de Jamonería Romero, cuyo puesto se encuentra en el mercado de Antón Martín, en el barrio madrileño de Lavapiés, coincide en lo mismo. «Si antes ya teníamos gente, ahora tres veces más. Han sido dos meses en los que todos los días parecían Nochebuena», comenta el comerciante.

«La apuesta por el comercio local es una tendencia generalizada en todas las ciudades ahora mismo, aunque obviamente, cada zona tiene su idiosincrasia con su perfil de comercios y de clientes», confirma Rafael Gardeazabal, presidente de bilbaoDendak, la asociación y plataforma que promueve la actividad comercial y turística en Bilbao. Y en ese comercio de barrio se incluyen también pequeñas cadenas locales o regionales como Dia o Eroski, que, según datos de un estudio realizado por Kantar sobre el consumo durante el confinamiento, han aumentado su cuota de mercado respecto a otras grandes superficies.

Pero en el camino, estos pequeños negocios locales han tenido también que adaptarse a la nueva situación y hacer cambios en su forma de relacionarse con sus clientes. No hablamos solo de implementar medidas de seguridad e higiene para prevenir contagios, sino de introducir en sus ventas una serie de servicios que o no existían o eran minoritarios: entrega a domicilio, pedidos a través de redes sociales y WhatsApp, actualización de sus webs para la venta online y permitir el pago con tarjeta.

Según Rubén Sánchez, portavoz de la FACUA, las comisiones que los bancos cobraban a este tipo de establecimientos les frenaban a la hora de permitir a sus clientes pagar no solo en efectivo. Pero estaba claro que era algo que tenía que cambiar. No permitir el pago con tarjeta implicaba que muchas personas no realizaran allí sus compras cuando no llevaban efectivo encima. «Ahora mismo pueden estar aumentando las ventas gracias a eso, más allá del hecho de que estén desarrollando otras técnicas de captación y fidelización de clientes», concluye Sánchez.

Al igual que la sociedad experimentó una mayor tendencia a la solidaridad con sus vecinos, también el pequeño comercio entendió pronto que la cooperación entre ellos era fundamental para mantener la fidelidad de esos nuevos clientes que se acercaban por primera vez a sus negocios. En mercados como el de Las Águilas, en el madrileño distrito de Latina, o en el de Antón Martín, en la zona centro de Madrid, los comerciantes, a través de las webs generales del mercado, han impulsado una serie de iniciativas destinadas a facilitar la compra a sus clientes, como permitirles unificar sus compras con un solo clic.

«Intentamos estar unidos para que todo el mundo funcione, que todo el mercado esté abierto y todo el mundo esté contento. Si se van cerrando puestos, al final se cierra el mercado y no es bueno», comenta Luis Romero.

La digitalización también está llegando a las tiendas de barrio, algo que para el presidente de bilbaoDendak era una prioridad fundamental. «Así, por ejemplo, a través de la red bilbaoDendak Free Wifi, que es la red wifi del comercio de Bilbao, están a disposición del comercio y la hostelería diversas funcionalidades como el Click &collect o el Acceso rápido, de manera que se pueda ofrecer un servicio de calidad a los clientes de manera segura», detalla Rafael Gardeazabal.

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¿Y CUÁNDO LAS GRANDES SUPERFICIES REABRAN?

¿Qué cambiará cuando reabran los grandes centros comerciales? Según Ana Isabel Jiménez Zarco, profesora de Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), aunque mucha gente opte por volver a comprar en estas grandes cadenas, el comercio electrónico seguirá representando un porcentaje muy alto en las compras «porque hay mucha gente que tiene miedo a ir a las grandes superficies. Posiblemente esto empujará al pequeño comercio de proximidad, que ofrece un producto de calidad y a un buen precio y que no presenta las aglomeraciones de gente que pueden presentar las grandes superficies».

Óscar Méndez no se muestra muy optimista respecto a esto. «Yo creo que esto va a ser una cosa transitoria y que al final va a volver cada cliente a sus hábitos de compra, por desgracia».

No lo ve así Luis Romero. Para este charcutero del mercado de Antón Martín, la semilla está plantada. Una vez que el cliente haya comprobado la calidad de los productos que se venden en los mercados, será difícil que deje de comprar allí.

Gardeazabal, por su parte, confía en el espíritu solidario que ha crecido con la pandemia. «Creemos que esto que ha pasado nos ha hecho pararnos a todos, reflexionar y darnos cuenta de las prioridades, de lo que realmente importa y de que todas nuestras decisiones, por pequeñas que sean, tienen incidencia en el modelo de ciudad, de consumo, de mundo o planeta que queremos», afirma. «Creemos que el sentimiento de comunidad y de pertenencia a ella que se ha desarrollado perdurará en nuestra sociedad y debemos seguir trabajando para que no lo olvidemos si queremos que nuestro comercio local perviva».  

Esa solidaridad es la que está acercando al comercio local y de barrio a los jóvenes de la generación Z, los nacidos entre 1995 y 2010. «Los jóvenes son conscientes de que la economía va a sufrir en España y se están volcando para intentar apoyar», explica Rafael Magaña, uno de los socios de la consultora Mazinn, que está realizando el estudio El Z poscovid sobre las tendencias de consumo entre estos jóvenes tras la pandemia. Pero los resultados de ese estudio advierten: si los comercios no se adaptan a los gustos de estos consumidores y a sus formas de comprar (comercio online, sobre todo), la solidaridad no será suficiente para mantenerlos en alto.  

«Yo creo que siempre habrá gente para todo. Gente de mercado y gente de súper», añade Romero. «Pero la gente no es tonta, y cuando compra en un sitio y ve las calidades, pues repite. Sobre todo, cuando comprueban calidad-precio». Y esa sería una de las grandes bazas del comercio de proximidad. La otra es la ecología: el desplazamiento a los centros comerciales, especialmente si están ubicados en el extrarradio, aumenta peligrosamente la huella de CO2.

«Las tiendas de barrio tienen una oferta ya suficiente y no generan contaminación porque casi todo el mundo va andando», puntualiza Méndez. «Eso es algo que también debe tener en cuenta el consumidor; ayudamos a respetar un poco más el medio ambiente». Y añade: «El pequeño comercio es el que más puestos de trabajo crea y de mejor calidad a largo plazo, siempre. En Asalac siempre decimos que es el que crea ciudad, el que conoce al cliente, el que habla con él… Son cosas que no hacen los grandes ni de lejos. Al final, tratas con personas y no con números». 

Puede que ahí se abra una tercera vía para conseguir atraer también a los jóvenes Z, ese trato cercano, esa confianza, como afirma Magaña: «La confianza que generan en la relación con el cliente no la genera tan fácilmente el gran comercio, y esto es algo que todos necesitamos ahora mismo para ir a comprar». La pelota, pues, está en el tejado del comercio de barrio.

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