¿Eres de Lennon o de McCartney? Lennon adoraba los gatos, McCartney a los perros. Es fácil encontrar fotos de estos genios con sus queridos amigos animales. Parece que trasladaban la rivalidad a cada faceta de la vida, y en este caso, a la histórica rivalidad entre el perro y el gato (por otra parte, una leyenda, puesto que es más probable que un gato haga migas con un perro, que con otro gato —cuestión de territorialidad).
Entonces, ¿Lennon o McCartney? Lo que está claro es que hay genios con gatos y genios con perros. Y genios como Picasso, Warhol o Capote que adoraban a los gatos y a los perros por igual. Aquí veremos a los genios con perros.
Desde niño he estado rodeado de perros. Si tengo que describir a mi padre, la primera imagen que me viene a la cabeza es… mi padre, tomando café muy temprano, con un chaleco verde para ir al campo, sobre un jersey grueso, gorra a juego; se dispone a ver su campito de olivos, acompañado de su perra. Para Chica, la perra urbanita de mi padre, es el momento de mayor gozo de la semana. Intuye o sabe que es lunes por la mañana.
Mi hermano tuvo perros. Ahora los tiene mi sobrino, que bicicleta arriba y abajo, recorre el barrio en compañía de uno de sus perros más grandes. Mi padre y mi sobrino se parecen. Son personas que hablan lo justo. Que piensan antes de hablar. Se diría que rumian sus pensamientos mientras dan largas caminatas con sus perros.
Escritores del gótico sureño y sus perros
Pienso en Steinbeck o Faulkner o Mark Twain —que también adoraba los gatos—, escritores del gótico sureño, que daban largos paseos con sus perros. (Stephen King, que no es un caballero del sur pero que escribe otra clase de gótico, tiene un perro que pasea bajo sus piernas mientras él fabula atrocidades).
El largo viaje de Steinbeck y Charley
No es extraño que un Steinbeck casi sesentón emprendiera un viaje por los Estados Unidos con la única compañía de Charley, su perro, a lomos de la autocaravana Rocinante. Las andanzas están escritas en Viajes con Charley – En busca de América, donde Steinbeck Quijote reconoce que Charley Panza muestra en ocasiones más inteligencia que el propio escritor:
Charley no tiene nuestros problemas. Él no pertenece a una especie lo suficientemente lista para escindir el átomo, pero no lo suficientemente lista para vivir en paz consigo misma. Ni siquiera sabe de razas, no le preocupa con quién pueda casarse su hermana. Todo lo contrario. Una vez se enamoró de una perra salchicha, un romance racialmente impropio, físicamente ridículo y mecánicamente imposible. Pero él no reparó en ninguno de esos inconvenientes.
Charley no solo acompaña a Steinbeck, también es una ayuda necesaria para hablar con los hombres y las mujeres de la América que quería dejar atrás los miedos acumulados durante los años 50. El escritor reconoce que, sin Charley, el libro no hubiera sido posible:
Un perro, sobre todo uno exótico como Charley, es un vínculo entre desconocidos. Muchas conversaciones en ruta empezaron con «¿Qué raza de perro es ésa?».
Los perros son para viajar. Lo mismo acompaña al vagabundo que al artista errante o al artista en el exilio. La casa del perro es la casa de su dueño, amigo. Neruda huyó de Chile con uno de sus perros, lo llevó por medio mundo, y cuando murió, le dedicó un poema, en el que se mostraba su dolor y su deseo de ser perro.
El perro de Hitchcock
Hicthcock recomendaba no trabajar con niños ni con perros ni con Charles Laughton. Pero una cosa es el trabajo y otra el ocio.
La leyenda dice que el inglés no conducía. Puede que fuera porque prefería dar paseos con su terrier, que pasó de extra de Náufragos a amigo de Hitchcock. Es fácil encontrar fotos del director con su terrier en momentos cotidianos, y también haciendo cameos en el cine.
El sealyham terrier no solo cautiva a Hitchock. En Hollywood, las estrellas sucumben al encanto de este pequeño amigo. Acompaña a tipos duros como Gary Cooper y Bogart, y es el complemento perfecto para divas como Elizabeth Taylor y Bette Davis.
Uno imagina que el estilo de Pollock está inspirado por su perro, que con las patas embadurnadas en pintura rellenó un lienzo; que el «monólogo interior» fue inventado por Virginia Woolf siguiendo a su perro por los alrededores de la casa; mientras que Kafka soportaba su rutina y soledad con la escritura y la compañía de su perro.