Piensa en pequeño

Aunque para algunos pueda sonar descabellado, ir a un festival puede no significar tumulto, precios disparatados por entrada, desesperantes colas para pedir algo en la barra, ni cabinas de WC rebosantes de excrementos humanos, barro y basura orgánica. Del mismo modo que sucede con los deportes, sigue habiendo vida más allá de la primera y segunda divisiones de los festivales nacionales.
Gestionados por pequeños grupos de amigos, que en la mayoría de los casos no tienen ninguna ambición por crecer, la experiencia de acudir a alguno de estos festivales puede resultar reveladora: lo que verdaderamente importa en ellos es la música. Asequibles, recogidos y casi privados, la experiencia de formar parte de alguna de las propuestas perfectamente localizadas que responden a este perfil, le hacen sentir a uno más participante que consumidor, más protagonista que afectado.
Sin perder de vista el hecho de que muchos de los pequeños festivales deben su permanencia a la uniformidad estilística, es precisamente esta circunstancia la que les asegura la continuidad año tras año y la fidelidad de un público que acude, sin importarle quiénes sean los cabezas de cartel, casi en números idénticos edición tras edición. Es lo bonito de las escenas, que todo el mundo se conoce.
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Quizás los dos festivales más queridos por sus fans y con más tradición dentro del panorama hardcore-punk español —y más ahora, con la consagración absoluta del gallego Resurrection Fest, que ha conseguido unos números inauditos para una propuesta musical extrema y cargada de decibelios, y que ya es, en sí mismo, un punto de interés para curiosos y extraños al género— sean el Sant Feliu Fest, que celebra a finales de agosto de este año su 20 aniversario, y el Canela Party de Málaga, una fiesta loca que tendrá lugar el sábado 9 de agosto y que ya va por su octava edición.
Separados por 1.007 kilómetros por carretera (770,65 km en línea recta), el Sant Feliu Fest, situado en la acomodada población de Sant Feliu de Guíxols, en el corazón de la Costa Brava, representa la militancia y la tradición de una música —el post-hardcore y todos sus asociados— que es capaz de seguir movilizando a sus seguidores más veteranos sin perder la capacidad de reclutar a nuevos devotos, mientras que el Canela Party nació con vocación claramente carnavalera (es obligatorio acudir disfrazado), fiestera y desenfadada, a pesar de los grupos que pasan año a año por su escenario: lo mejor del punk rock nacional e internacional. La sorprendente reunión de unos clásicos del emocore norteamericano como The Van Pelt, la reunión veraniega de Aina —el mejor grupo de rock con influencias punk y hardcore de la historia en Europa, sin exagerar— y la participación de Minor Empires y Za! son lo más destacable de la cita catalana. Los californianos The Growlers, muy en la boca de los más atentos después de una actuación suicida en el pasado Primavera Sound, que acabó con el tobillo de uno de sus miembros hecho trizas, los murcianos Perro (de lo mejor de este país actualmente) y los dislocados Unicornibot aseguran una edición con el mismo número de resacas postconcierto que siempre.
Otra cita que funciona en la misma órbita de las dos anteriores es el Lemon Day Festival de la localidad barcelonesa de Capellades. Independiente, festivo y nada lujoso, esta propuesta gratuita (han leído bien) ya marcha por su novena edición. Los rejuvenecidos No More Lies, grupo donde milita Santi García, una referencia ineludible dentro de los nombres más destacables de ingenieros de sonido de este país, los apabullantes Picore y la vuelta a la actividad musical de Conrado Isasa, exguitarrista de A Room With A View, un grupo que pudo convertirse en algo gigantesco si no llegan a separarse 15 años antes, se unirán a los cinemáticos EH!, el sorprendente Negro y a los grasientos Dos Piedras el próximo 5 de julio.
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Otro de los rasgos que caracterizan a los diferentes pequeños festivales que le toman el pulso a la escena verdaderamente independiente y correosa del país es que no miran el calendario a la hora de cerrar las fechas de su celebración: el Actitud Fest de Girona coincide este año con el FIB de Benicàssim, pero este es un dato que a sus organizadores les importa más bien poco. Fundado en 2010 y con un presupuesto que parece haber sufrido un empujón este 2014, tiene al punk como hilo argumental de su cartel: los más que míticos Adolescents (miembros de los reverenciados Social Distortion y Agent Orange), los madrileños Accidente, que crecen y crecen a espaldas del mainstream con ediciones americanas de sus discos, giras por México y EE UU y un directo al que no pueden aspirar el 90% de los grupos más conocidos del Tea Party indie-mainstream español, los jovencísimos Ohios o los prometedores Cuzin se repartirán en dos escenarios del 15 al 19 de julio a razón de 20 € por abono.
En un plano mucho más amable para los oídos y desde hace algunas ediciones reubicado en la costera localidad de Isla Cristina (Huelva), el South Pop Festival —organizado por Green Ufo’s, uno de los sellos independientes de la «época gloriosa» (con permiso de Julio Ruiz) del indie nacional— hace de su pequeño tamaño una virtud y alardea de comodidad, buenos precios, ambiente familiar y la posibilidad de ver todos los conciertos del cartel al contar con solo un escenario. Los gallegos Novedades Carminha y su rock and roll garajero tan deudor de The Hives como de Siniestro Total, los finlandeses French Films, los madrileños Mucho y los geniales hasta la nausea de Hidrogenesse se encargarán los próximos 12 y 13  de septiembre de dar carpetazo a otro verano del amor, de transición o del despertar, dependiendo de quién se encargue de hacer el resumen final.
 

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