Niños blogueros por varias buenas razones

17 de marzo de 2015
17 de marzo de 2015
4 mins de lectura

Unos alumnos de primaria del CEIP Plurilingüe Antonio Palacios de O Porriño (Pontevedra) leyeron en clase una noticia sobre la «isla de plástico», también llamada «séptimo continente» —una acumulación de basura en el océano Pacífico que triplica el tamaño de España y sigue creciendo— y sintieron el impulso de hacer algo. Buenas noticias: las nuevas generaciones reaccionan y se preocupan. Su profesora les propuso comenzar por su entorno más próximo y comenzar una serie de iniciativas en el colegio: reciclar envases de plástico y donar lo conseguido a la investigación de la enfermedad rara de una niña, Yessica Martínez. «Además, se decidió en clase usar un blog a modo de cuaderno de bitácora donde contaran lo que hacían», relata la profesora, Míriam Leiros.
Plasticoff no solo enseña a estos niños a concienciarse sobre el medio ambiente y la solidaridad, sino que implica el entrenamiento de otras muchas habilidades. «Hace crecer su sentido de la responsabilidad y el esfuerzo: como sus escritos pueden ser leídos por cualquiera, cuidan mucho forma y contenido. Se trabaja la iniciativa personal, ya que ellos proponen los temas, y el desarrollo del sentido crítico, ya que se documentan antes de escribir un post y deben distinguir la información importante de la superflua», dice Míriam Leiros.
[pullquote class=»left»]«Si convirtiéramos los móviles en herramientas, podrían ser nuestros mejores cómplices»[/pullquote]
Quizá lo más importante es que les hace sentir agentes del cambio. Pasan de lamentarse a hacer algo por el medio ambiente, y al mismo tiempo ayudan a una niña de carne y hueso, ya que lo que consiguen va destinado a investigar su enfermedad: «saber que haces algo por el medio ambiente y que encima ayudas a gente como Yessica nos anima un montón, nos hace sentir importantes. Y además está siendo divertido», cuenta uno de los alumnos, Diogo Dos Santos, de doce años.
Este tipo de iniciativa también los prepara para el mundo laboral. Por ejemplo, la profesora no les deja elegir los grupos: «mi argumento es que en el futuro no podrán elegir a sus compañeros de trabajo y deben saber adaptarse y ser conciliadores», explica. También aprenden que a veces un error de una persona perjudica a todo el equipo. «Esto hace que desarrollen su empatía, se adapten, concilien y asuman esa responsabilidad grupal».

Los beneficios de Plasticoff van destinados a investigar la enfermedad de Jessica.
Los beneficios de Plasticoff van destinados a investigar la enfermedad de Yessica.

UN CAMBIO DE MÉTODO
Con proyectos como este, los niños dejan de ser meros espectadores que absorben datos para convertirse en parte activa de ese conocimiento, «lo que hace que trabajen motivados». En palabras de Leiros, «acumular datos como nos enseñaban antes ya no tiene sentido, en un móvil tienes la información que necesitas al minuto».
La profesora solo ve ventajas en esta inmersión temprana en el mundo digital: «la tecnología es una realidad en la vida diaria de las personas, dejarla fuera del aula es un error. Los propios móviles son herramientas fantásticas a pesar del empeño en prohibirlos en los centros educativos. Si los convirtiéramos en herramientas, podrían ser nuestros mejores cómplices». Y añade: «si los alumnos viven en digital, es absurdo educarlos cien por cien en analógico». Y vaya si viven en digital. Según cuenta el alumno Diogo Dos Santos, «antes de Plasticoff manejábamos el ordenador para poca cosa, pero ahora sabemos llevar un blog e incluso insertar códigos HTML».
Así que, en lugar de cerrar barreras al progreso, lo que hay que hacer es asimilar que el papel de los educadores ha cambiado. «Ya no debemos ser transmisores de datos sino enseñar cómo se buscan. Que aprendan a aprender, a diferenciar la información y a ser críticos con la misma».
ASÍ SE ORGANIZAN
Los alumnos de la clase están organizados en cuatro grupos que van rotando en las cuatro tareas principales: los que postean, los que pesan el residuo y elaboran tablas y gráficas, los que mantienen el blog, Twitter y Pinterest y los que elaboran el boletín mensual de noticias. «Cada mes vemos lo que nos toca en el calendario que hay en el propio blog», explica Diogo Dos Santos. La profesora, tras poner en marcha el blog y enseñarles a gestionarlo, hace ahora una labor de apoyo o, como ella misma lo define, «de apagafuegos y resuelvedudas». Está segura de que ellos mismos «son agentes de su propio aprendizaje» y ella solo «los acompaña». De momento, el proyecto durará hasta final de curso.
[pullquote class=»right»]«Los alumnos por fin comprueban para qué sirve todo eso que tienen que estudiar»[/pullquote]
No saben bien quién lee su blog, pero por sus seguidores en Twitter, Diogo supone que son «profesores o gente interesada en el medio ambiente». El niño tiene sus propias teorías sobre por qué en otros colegios no se llevan a cabo iniciativas similares: «trabajar así es más complicado para un “profe”. Hablamos con amigos de otros colegios, y nosotros trabajamos lo mismo que ellos, pero en lugar de hacer la redacción sobre la primavera, redactamos posts para el blog».
Las familias de los alumnos, algunas de las cuales eran escépticas ante la realización de un proyecto de ecología, han comprendido después que se trata de un proyecto educativo integral: «para elaborar las tablas tienen que manejar matemáticas (operaciones, estadísticas, gráficos…), para redactar hay que trabajar la lengua… Ahora los alumnos quieren aprender. Por fin saben para qué sirve todo eso que tienen que estudiar».

Último número ya disponible

#141 Invierno / frío

Sobre nosotros

Yorokobu es una publicación hecha por personas de esas con sus brazos y piernas —por suerte para todos—, que se alimentan casi a diario.
Patrick Thomas

Suscríbete a nuestra Newsletter >>

No te pierdas...