Plaza solución: arte urbano en honor de los héroes populares

9 de julio de 2015
9 de julio de 2015
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Hace unas semanas, Esperanza Aguirre vio cómo se desvanecían sus deseos de convertirse en alcaldesa de Madrid. Las urnas hablaron y pusieron fin a dos décadas de poder municipal del Partido Popular. Muchos de los habitantes de la capital lo vivieron como un acto de justicia después de años planeando tomarse la justicia (poética) por su mano. Y no hablamos de los helicópteros estrellados o de los terroristas indios; hablamos de ciudadanos que, armados de ironía, sentido del humor y espíritu crítico, decidieron poner en marcha su particular guerra de guerrillas para expresar su descontento con unas políticas totalmente alejadas de la realidad social.
Ese es el caso de Andrés Senra y Diana Larrea, artistas que, espoleados por el movimiento ciudadano surgido del 15-M, decidieron cuestionar los sujetos y hechos homenajeados por el Ayuntamiento mucho antes de soñar con que hubiera un cambio de gobierno y con que este decidiera, como acaba de anunciar hace unos días, que eliminará del callejero aquellos nombres que hagan referencia o exalten personajes y hechos del franquismo.

A LOS HÉROES DE MAYO, (A LOS DEL 15)

Aquellos que hayan paseado por la ciudad en alguna ocasión, habrán reparado en esas placas beis en forma de rombo o cuadrado girado 45º en las que se señala el lugar en el que vivió, murió, trabajó, hizo algo algún prócer o se recuerda algún hecho histórico. Por ejemplo, hay muchas placas dedicadas a los héroes del 2 de mayo, ciudadanos anónimos que lucharon para repeler la invasión francesa y acabar con toda esperanza de modernización y secularización del país o, en otras palabras, ‘si aquí no hablamos francés, no tenemos el Estado separado de la iglesia Católica, una democracia sólida y usamos un ancho de vía diferente es, en buena parte, gracias a esos señores héroes del 2 de mayo y por eso hay que rendirles homenaje, y muy sentido, además’.
[pullquote class=»left»]«Nuestra reflexión tiene que ver con el uso del lenguaje en el espacio público y cómo se utiliza por parte del poder de forma vertical sin contar con la población, como casi todo»[/pullquote]
Una situación curiosa que llamó la atención de Andrés Senra y Diana Larrea, vecinos de la Puerta del Sol, de Madrid, y testigos directos de lo que sucedió el 15-M y días sucesivos, que se plantearon cuestionar y revertir ese tipo de mensajes a través del arte produciendo y colocando sus propias placas. Nacía así el proyecto ‘Plaza Solución’.
«El proyecto propone una reflexión a varios niveles: cómo se representa la memoria de los acontecimientos históricos que ocurren en Madrid y también, entre otras cuestiones, quién decide cuáles son los acontecimientos que son dignos de ser significados mediante las placas. Por ejemplo, las originales están firmadas por el Ayuntamiento de Madrid. En las nuestras lo cambiamos por “el pueblo de Madrid”. Es decir, nuestra reflexión tiene que ver con el uso del lenguaje en el espacio público y cómo se utiliza por parte del poder de forma vertical sin contar con la población, como casi todo», explica Senra.
[pullquote class=»right»]«Queríamos ocupar sutilmente el territorio urbano para poner a prueba los límites de un código oficial. La condición transgresora de la réplica reside paradójicamente en su discreción»[/pullquote]
En lugar de grandes hombres o hazañas históricas, las placas de ‘Plaza Solución’ reproducían frases y eslóganes coreados durante la acampada del 15-M. «La democracia es una promesa por llegar. Derrida tenía razón», «Error 404. Democracia not found», «No por mucho cotizar te jubilas más temprano», «No pasa hasta que pasa. People of Europe rise up», «Violencia es cobrar 600 euros», «Les gusta cuando callamos porque estamos ausentes», y así hasta completar un total de 24 placas muy semejantes en diseño, acabado y material a las del propio ayuntamiento.

«Las placas se fabricaron como réplicas de las auténticas precisamente para que pasaran desapercibidas y necesitaran una segunda visión para percatarse de los detalles. Queríamos ocupar sutilmente el territorio urbano para poner a prueba los límites de un código oficial. La condición transgresora de la réplica reside paradójicamente en su discreción, ya que, para ser advertida, requiere una segunda mirada atenta por parte del observador y así, consigue sobrevivir insubordinada, pasando casi inadvertida».
Después de debatir cuál sería el mejor momento para colocarlas, Senra y Larrea decidieron que debían hacerlo a plena luz del día. «Diana, que es una experta en intervenciones en el espacio público, proponía que hacerlo por la noche era dotarlo de un aire de clandestinidad. Y en realidad, para nosotros no lo tiene. Además, nos parecía interesante ver la reacción de la gente mientras las colocábamos. Así que nos plantamos en plena mañana con la escalera y los utensilios. No hubo ningún problema con las autoridades. La policía pasó un par de veces pero debieron pensar que éramos del ayuntamiento».
[pullquote class=»left»]«No queremos aportar una carga conmemorativa impuesta a la comunidad desde una posición autoritaria y distante»[/pullquote]
La mayor parte de las placas se colocaron por Malasaña, un barrio más afin a los mensajes del 15-M de lo que podrían ser el barrio de Salamanca o Retiro, territorios, por otra parte, más peligrosos para el activismo democrático y, por qué no decirlo, todo un riesgo para los artistas.
«Queríamos que el trabajo fuera un reflejo que de lo que estaba ocurriendo en nuestra sociedad y, sinceramente, en un barrio tan facha y pijo como el de Salamanca, esos mensajes no pegaban ni con cola. Pensamos en un principio en realizarlo en Lavapiés, que era donde más sentido tenía. Pero yo ya había realizado un proyecto allí con las placas de azulejos de los nombres de las calles y nos pareció repetitivo. Por eso Andrés propuso Malasaña y a mí me pareció bien», recuerda Larrea.
«No pretendíamos convencer a nadie. Eso correspondía más al movimiento activista del 15M», señala Senra. «No recuerdo muy bien por qué elegimos Malasaña, pero desde mi punto de vista, Goya o Serrano son calles bien feas. Creo que quedaban mejor donde las pusimos. En cualquier caso, no todo el mundo estaba de acuerdo con que las pusiéramos. Se generaron algunos debates. Algunas personas que estaban a favor y otras en contra».
«En la calle Espíritu Santo una vecina salió al balcón y no nos dejó colocar una placa. Tuvimos que improvisar una nueva localización», recuerda Larrea. «Y eso es un buen ejercicio de democracia», añade Senra.

LA CALLE COMO ESPACIO ARTÍSTICO
La ciudad es un escenario para la expresión artística. Desde Senra y Larrea, claro, a los grafiteros. Sin embargo, no todas comparten los mismos objetivos, por lo que aglutinarlas a todas bajo la etiqueta de «arte urbano» precisa de ciertos matices.
«No me identifico mucho con el trabajo de los grafiteros –confiesa Larrea–. Llevo trabajando en el espacio público casi 15 años, con intervenciones efímeras y performances, y veo muchas diferencias en la forma, porque yo siempre intento adaptarme al entorno respetando sus propias características, mientras que el trabajo con grafiti es todo lo contrario: marcar un territorio y cambiarlo para hacerlo propio. En la intención de mensaje combativo y político que algunos grafiteros demuestran en sus trabajos sí que puedo establecer cierto paralelismo».
«En mi caso», habla Senra, «el espacio público es un lugar muy interesante para intervenir utilizando cualquier disciplina artística o materiales, instalación, pintura, neón o vídeo, y me interesa generar un diálogo con la población con respecto a acontecimientos sociopolíticos de la ciudad contemporánea. Eso lo puedes hacer como quieras, aunque yo no he usado la pintura nunca. Por otra parte, también hay muchos grafiteros que tienen este mismo interés que yo y sí que utilizan esa técnica».
El nuevo equipo de gobierno del Ayuntamiento de Madrid ha confirmado que retirará el nombre de las calles que honran hechos y personajes vinculados con el franquismo, para ser sustituidas por otras que representen las opiniones y afectos del conjunto de la ciudadanía. Ante semejante escenario, que haría ya innecesarias acciones como las de ‘Plaza Solución’, ¿cuál es el siguiente paso de las intervenciones de Senra y Larrea? ¿Tal vez erigir monumentos ecuestres o bustos a los héroes populares?
«Qué horror, para nada», contesta Senra; y Larrea es de su misma opinión: «Esa idea que describes del monumento público tradicional está totalmente agotada y desprestigiada. No nos interesa en absoluto. No queremos aportar una carga conmemorativa impuesta a la comunidad desde una posición autoritaria y distante».
[pullquote class=»left»]De las 24 placas colocadas por Larrea y Senra, en la actualidad únicamente permanecen dos[/pullquote]
Respeto, activismo, discusión son algunas de las características que podrían describir la obra de estos dos artistas a los que también les podría encajar el término humor, un rasgo que no suele abundar en aquellos temas que lindan con lo político, pero que, cuando están presentes, engrasan bastante el mensaje y facilitan su recepción por parte del público.
«La ironía forma parte de mi trabajo y de mi vida. Fue un valor artístico muy en boga en la postmodernidad y el humor inteligente permite tomar cierta distancia del problema sin tener intención de frivolizar. Creo que algunos proyectos artísticos mal planteados caen en la propaganda y tienen una lectura bastante simplista de las situaciones», comenta Senra. «Para mí, hay una línea que separa el activismo del arte, aunque a veces el resultado final pueda parecer ambiguo. En cualquier caso, y como decían las feministas, lo personal es político y en realidad somos seres políticos. Todos nuestros actos, desde los artísticos hasta tirar la basura son actos políticos. El expresionismo abstracto o la abstracción eran posicionamientos políticos. A mi parecer, bastante conservadores».

«Si el público general se siente alejado del arte actual, no creo que se deba a la falta de humor. Más bien es falta de conocimiento. Muchas personas piensan que se trata de un fraude hecho por y para elitistas. Empecé a realizar intervenciones en el espacio público por el deseo que sentía de llegar al público de una manera más directa. No me interesaba tanto el espacio aislado del museo. Prefería salir a la calle en busca del contacto inmediato de la obra con el contexto social que nos rodea. Desde el momento mismo en que concibo mis intervenciones, siempre pienso en el instante en que van a ser observadas por los asistentes dentro de un entorno mundano» indica Larrea.
«Por este motivo, suelo utilizar un lenguaje apto para todos y renuncio a un modo de expresión minoritario y cerrado que no facilita una comunicación fluida con el ciudadano. En algunas ocasiones, he sido criticada por los especialistas precisamente por este motivo. Por emplear en mis trabajos medios más cercanos y accesibles que se alejan de la superioridad jerárquica que desprenden los sacrosantos credos artísticos».
De las 24 placas colocadas por Larrea y Senra, en la actualidad únicamente permanecen dos. Un artículo de prensa que informaba del proyecto puso a las autoridades sobre la pista y casi todas fueron retiradas. Pero si tiene interés, búsquelas. Estar están.

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