Todavía no se ha cumplido un año desde que el primer libro pornográfico para personas ciegas entrara en la Biblioteca Nacional de Suecia. Tríos, relaciones gais, sexo lésbico con strap-on, escenas sadomasoquistas. Todo para ser consumido con la yema de los dedos.
La artista sueca Nina Linde había creado esta obra llamada Occasionally Blind cinco años antes al percatarse de que en la Biblioteca Braille de Estocolmo no figuraba un solo ejemplar de contenido pornográfico. Si algo sorprendió más que la propuesta (con ingredientes muy dados a escandalizar), fue la buena aceptación por parte del colectivo.
El presidente de la Federación Nacional de Discapacitados Visuales sueca, Hakan Thomsson, elogió el paso en el diario metro.se: «Algunos creen que no tenemos sexualidad, y eso no es cierto», reivindicó.
La afirmación parecería perogrullesca de no ser porque, realmente, quienes no sufren una discapacidad no se relacionan con naturalidad con quienes sí la padecen. Se actúa a veces con paternalismo y otras con incomodidad o reparo.
En ambos casos, se acaba trazando una especie de frontera que deshumaniza. «Algunas personas no se dan cuenta de que quien tienen delante es primero una persona y luego un discapacitado», puntualiza María Enciso, invidente de nacimiento y secretaria de la Asociación Nacional de Salud Sexual y Discapacidad (ANSSYD).
Estas actitudes desembocan en un desconocimiento total. No sabemos, por ejemplo, cómo ven porno los ciegos o con qué recursos cuentan para expandir su sexualidad, si viven el erotismo de manera diferente o cómo son sus fantasías sexuales.
«Tenemos más dificultades. Por ejemplo, si hablamos del ligue de fin de semana, se nos hace muy complicado. Odiamos las discotecas porque nos anulan bastante», explica Enciso. El flirteo entre personas invidentes no supone mucho problema porque existen unos códigos comunes, sin embargo, sí resulta más complejo el tonteo entre un ciego y alguien que no lo es. «Es difícil por ambas partes. El vidente no sabe cómo acercarse y mostrar su interés: no podrá lanzar las típicas miradas ni valerse de la expresión corporal. Y la otra parte queda muy limitada al no usar un lenguaje común: el acercamiento amoroso suele ser visualmente mimético».
«Nosotros usamos el oído, el leve contacto físico de coger el brazo de otra persona, la sensación de cómo nos da la mano o nos saluda, la rigidez corporal… Notamos si se siente intimidado o cercano con la ceguera. Detectamos pequeñas señales corporales a través del tacto. También es importante la aprehensión, esa capacidad de captar el entorno sin necesidad de tocarlo».
Estos factores varían el mapa del atractivo sexual, pero no su impacto o su potencia. Las personas videntes podríamos pensar que se trata de una percepción segmentada y pobre que requiere de la deducción para completarse. Pero incluso nosotros cerramos los ojos para fantasear, nos declaramos ciegos transitorios porque es la forma más eficaz de mezclar ciertas sensaciones.
El atractivo para las personas ciegas, como cuenta María Enciso, se compone por la tesitura de la voz, la gama de olores, la lectura manual del otro: «Ese leve acercamiento de agarrarnos para desplazarnos nos da información de su forma corporal».
Consciente de que los ciegos tienen las retinas en los dedos, la canadiense Lisa Murphy creó Tactile Minds, un libro con descripciones en braille y plagado de escenas en relieve ejecutadas con una técnica gráfica aprendida en el Instituto Nacional para Ciegos de Canadá. Murphy declaró a The Daily Telegraph que pretendía cubrir un nicho de mercado: «Los ciegos han sido marginados en una sociedad saturada de imágenes sexuales». La publicación esculpe sin tapujos penes y vaginas, recrea estéticas fetichistas, taconazos, lencería de encaje…
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Por otro lado, el proyecto Porn for the blind pretende satisfacer otro plano sensorial. Esta web nació con el objetivo de adaptar los vídeos pornográficos. Las películas X, poco dadas a introducciones y al verbo en general, dejan en desventaja al público invidente, ya que, aunque ellos perciben gemidos, chasquidos y humedades varias a través del audio, no reciben más información de las implicaciones de la escena. La página web contiene decenas de audios con narraciones que no desprecian ninguna perversión. Sirvan de ejemplo las grabaciones colossal cooks rip her mouth o milf soup.
No obstante, estas iniciativas han sido desarrolladas por personas videntes y quizás no reflejan fielmente las inquietudes sexuales de una persona ciega. ¿Con qué elementos se componen realmente sus fantasías sexuales? «Como ciega total, sé que fantaseamos del mismo modo en que vivimos. Usamos sonidos, el recuerdo de leves contactos, la inclinación corporal, el aroma. Vosotros podéis fantasear con genitales, tenéis acceso a órganos sexuales o cuerpos desconocidos vistos en la tele o en revistas. Nosotros tenemos que haber conocido a esa supuesta persona. Necesitamos nutrirnos de experiencias que hayamos vivido para formar la fantasía y, de ahí, trasladar ese tacto, ese olor, de una persona a otra», detalla María Enciso.
Se trata de unas fantasías más fieles a la realidad. Nosotros pedimos préstamos visuales que muchas veces resultan extraños, fríos, ajenos o inconcebibles. Ellos, en cambio, utilizan texturas y recursos plagados de significados propios y remanencias emocionales.
María Enciso no tiene claro si hay una necesidad real de complementar o adaptar el material erótico audiovisual disponible para el público general porque «al mantener relaciones sexuales, uno de los principales ingredientes es el oído». No obstante, admite que tal vez existe gente con ceguera que sí lo necesita: «Soy maximalista en esta forma de pensar: si hay para videntes, que haya también para ciegos. Siempre defiendo el derecho al acceso igualitario».
[…] Porno para ciegos: cómo se vive el erotismo desde la oscuridad […]
Admirable trabajo, excelente forma de trabajar la inclusión
excelente trabajo de inclusión
[…] como si de una broma se tratara, al día siguiente, me topé con un artículo magnífico en la Yorokobu sobre pornografía para ciegos. Después de plantearme la duda de cómo recuerdan los ciegos, ahora […]
[…] que hice fue acudir a la fuente por la cual tuve conocimiento de estos recursos, el artículo de Yorokobu. Hay varias maneras de disfrutar del porno para ciegos. Las más conocidas son las […]
[…] literatura. No se trata de hacer una descripción tal cual de la acción (para eso ya está el porno narrado para ciegos), sino de meter al lector en la escena gracias a la maestría de las […]
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HOLA MI NOMBRE ES RIGOBERTO DELGADO, PSICÓLOGO EDUCATIVO Y PERSONA CON DISCAPACIDAD MOTRIZ, ME PARECE MUY INTERESANTE Y ME GUSTARÍA SI ME PUDIERAN ENVIAR MAS ARTÍCULOS SOBRE SEXUALIDAD Y DISCAPACIDAD
Me parece muy turbio
El análisis que hace el artículo es interesantísimo y, aun cuando es de 2016, sigue siendo actual.
Cada cual tiene derecho a vivir su sexualidad como quiera, pero me parece que que los ciegos nos debamos limitar a los tres o cuatro aspectos que nombra la entrada es resignarse a limitaciones que son obra de la sociedad. Por supuesto, la primera cualidad que atrae a un ciego es casi siempre la voz, y otras cual la manera de saludar o dar la mano jugarán —a favor o en contra— lo suyo; pero creo que tenemos derecho a interesarnos por la apariencia física y tener gustos respecto de ésta que podamos ponderar al analizar a la otra persona como un todo y, en ese sentido, me parece que habría que encontrar algún modo de conciliar la necesidad que tenemos de tocar para completar la imagen y la incomodidad que, hacerlo, puede producir en la otra persona. Y es que incluso tengo amigos que me critican que quiera tocar con el argumento de que tocar de mirar es diferente, como si yo eligiera no poder mirar y, sobre todo, el fin libidinoso de mirar a una mina que está buena no fuera el mismo.
En cuanto a las discotecas, yo no veo el problema en el ambiente en sí; me atrevería incluso a decir —y quizá me equivoco— que las luces multicolores dificultan ver a la gente normal, con lo que los colocaría incluso en una situación más o menos equilibrada respecto de un ciego. El problema, más bien, se da en la sobreprotección por parte de los grupos de amigos con que salimos, en la medida que preocupados por que no vayamos a perdernos se intranquilizan cuando intentamos apartarnos en busca del espacio que sí o sí todo el mundo necesita para siquiera tratar de ligar. Algo similar nos pasa en reuniones pequeñas en que al habernos calentado la voz de determinada mujer —a la que a veces ni siquiera conocíamos— intentamos apartarnos del extremo de la mesa que nos tocó en suerte para dirigirnos a ella: siempre hay alguien que lo arruina al preguntarnos, con la mejor intención del mundo, adónde queremos ir o si necesitamos ayuda; y aparte de que llama la atención del resto, no con cualquiera uno tiene la confianza suficiente para decirle «Voy a donde está Fulana» sin que haga preguntas obvias capaces de estropear cualquier intento de chamuyo antes de empezarlo.
Así que nada, gran artículo que no ha perdido actualidad. ¡Enhorabuena!