La serie Preacher de AMC que emite HBO España molesta a asociaciones cristianas de Estados Unidos. Décadas atrás, la etiqueta irreverente atrajo a un amplio público. Más de una producción plúmbea o desmañada, sin otra cosa que la crítica a la religión, ganaba una atención mayor que la que hubiera conseguido con el boca a boca.
Hoy la etiqueta irreverente sigue arrancando titulares, pero por fortuna apenas tiene peso para atraer al público. Nos libra de material de derribo.
Preacher ha generado menos titulares por sí misma que por el escándalo que la rodea. Al margen de la irreverencia, que gustará a unos, hay otras razones para acercarse —y para rechazar— esta serie.
1. Preacher adapta la novela gráfica del mismo título
El guionista Garth Ennis y el dibujante Steve Dillon crearon una novela gráfica apabullante. Quien aprecie la obra original (servidor) disfrutará de la adaptación de AMC si acepta que los lenguajes de la novela gráfica y la televisión son diferentes. Por ejemplo, una viñeta puede contener tanta información como una sucesión de escenas. Hay otras limitaciones:
«En una novela gráfica se puede hacer cualquier cosa que uno imagine», declara John Grillo, director de fotografía de Preacher. «En televisión tenemos limitaciones de tiempo y presupuesto».
Estas limitaciones llevan a convertir algunas secuencias de la novela gráfica en líneas de diálogo en la serie.
«Fue una traducción de la novela gráfica, no una adaptación», dice Michael Slovis, productor ejecutivo y director de algunos episodios. «Uno de los desafíos era cómo tomar algo tan violento y basado en la desesperación, y hacerlo sabroso para las audiencias».
En toda traducción se pierden cosas.
Preacher de AMC capta la esencia: el realismo sucio, los perdedores, el humor negro, la hiperviolencia, la sangre.
2. Vodevil negro
Preacher es un vodevil negro. No hay lugar para escenas contemplativas. Los personajes no paran de moverse trayendo o llevando problemas que crecen como bolas de nieve. Este movimiento trata de reproducir el dinamismo de la novela gráfica.
3. Humor desenfadado
Los diálogos y la violencia recuerdan por momentos la adaptación de Deadpool al cine.
La verborrea se debe a Seth Rogen y Evan Goldberg, guionistas de películas como The Interview y La fiesta de las salchichas. El guionista Sam Catlin, productor y escritor de Breaking Bad, aporta sobriedad.
Los momentos gore (sangre y restos de cráneo, de vísceras) provocan más humor que rechazo. No es raro. Cuando la violencia es excesiva, la risa puede aparecer como mecanismo de defensa. Además, los personajes desdramatizan lo gore con humor.
4. Michael Slovis
La televisión es el vehículo de expresión del guionista así como el cine es el vehículo de lucimiento del director. Pero las pantallas de televisión grandes y las emisiones sin cortes acercan las series al lenguaje cinematográfico. Así, profesionales como Michael Slovis son necesarios en una serie que busca un estilo visual definitorio.
Michael Slovis fue director de fotografía de Breaking Bad y realizador de algunos de sus episodios. Su mano se nota en Preacher. Trabajó mano a mano con Grillo, director de fotografía de Matrix. Entre sus intenciones, que la mirada de Dios (ángulos en alto) estuviera presente en cada escena.
Slovis y Grillo logran las texturas de los ominosos pantanos de Louisiana y las luces y sombras de una Nueva Orleans divertida, excéntrica y peligrosa.
5. Dios
La irreverancia está presente, pero no es una pataleta.
A lo largo de los capítulos los personajes se plantean dudas trascendentales: ¿Necesitamos a Dios? Si no tenemos Dios, ¿cómo nos enfrentamos a nuestros miedos? ¿Dios nos permite descargar nuestra responsabilidad con los demás, con nosotros mismos?
Quizá Preacher no pase a la historia de la televisión ni ocupe un lugar entre las mejores series, pero es un espectáculo estimulante.