Rob Walker observó que había dejado de observar. «Me di cuenta de que, igual que mucha otra gente, estaba distraído todo el tiempo porque vivimos en una época en la que se compite mucho por nuestra atención. Siempre hay alguien intentando meterse en nuestras cabezas: una compañía, los medios, las redes sociales».
Al periodista estadounidense le frustraba que el único remedio que parecía existir era el berrido: «¡Tira tu móvil por la ventana!». Pero él quería encontrar algo que hacer para recuperar su atención; no quería dejar de hacer algo de sus hábitos diarios.
Advirtió, a la vez, que sus alumnos de la Escuela de Artes Visuales de Nueva York, e incluso él mismo, pensaban que atender algo que pasaba desapercibido para los demás, algo que no era trending topic, era una pérdida de tiempo. «Pero, obviamente, la realidad es la contraria», indica Walker. «Prestar atención a una cosa que otros ignoran (da igual si es un problema o algo que celebrar o algo que exige una explicación) es el principio de la creatividad y la innovación. Y vale igual para un artista, un empresario o alguien en medio».
Prestar atención es imprescindible en el trabajo, pero detrás de la puerta de la oficina, también lo es: «Proporciona una forma más plena de vivir. Es importante para conectar con el entorno y con otras personas, incluso con tus prioridades. Es vital poner atención en lo que te importa y preocuparte por los asuntos a los que pones atención».
Estas reflexiones llevaron al columnista de The New York Times, The Atlantic, The New Yorker y un buen puñado de publicaciones más a una conclusión: «Cultivar la habilidad de prestar atención a las cosas que otros solo pasan por alto es crucial en cualquier proceso creativo. Y hablo de creatividad en su sentido más amplio: la del científico, el empresario, el fotógrafo. Todos dependen de la habilidad de ver lo que antes parecía invisible para los demás».
Walker dedicó toda su atención a este asunto. Lo observó, lo pensó, buscó lo que otros han dicho del tema, preguntó por fórmulas para trabajar la curiosidad y la observación, y lo juntó todo en un libro celeste de tapa dura: The Art of Noticing (Alfred A. Knopf, 2019).
Al periodista le basta la primera página para captar la atención del lector y hacerle descubrir que, probablemente, va por la vida con los ojos vendados. Walker le hace preguntarse si mira en vez de observar; si oye en vez de escuchar.
En la era de la distracción no es fácil detener la mirada en una sola cosa más de unos minutos. Hay millones de carteles, luces, parpadeos, dispositivos, señales, películas peleándose por hacerse con los ojos de la gente. Hay millones de sonidos, de palabras, de ideas… «Prestar atención no es fácil», advierte Walker en su libro. «Pero hacer de la atención un arte, un hábito, ayuda a cultivar una perspectiva original y puntos de vista distintos. Eso es lo que trato de enseñar a mis alumnos y practicar yo mismo».
En The Art of Noticing hay más de doscientas páginas de ejercicios para entrenar la atención: observar muy muy despacio; dibujar en vez de fotografiar; mirar como un futurista; inventa tus propias reglas para los espacios comunes.
—¿Qué diferencias has encontrado en tus alumnos después de hacer estos ejercicios para desarrollar la atención?
—La asignatura que enseño en el grado de Productos y Diseño se llama Punto de vista. Lo que intento es que estos jóvenes diseñadores descubran lo que quieren que sea su trabajo (qué quieren hacer y qué quieren evitar) para que no acaben basando su carrera en acatar órdenes. El primer paso de este camino es «date cuenta de lo que te das cuenta» para descubrir lo que te atrae y por qué te atrae. El curso dura solo cinco semanas, pero siempre noto un cambio en la confianza de mis alumnos. El objetivo es animarlos a que crean en sus intereses y en lo que prestan atención. La cultura digital no quiere que persigas tus propias atenciones; quiere que persigas el último hashtag. Pero si dedicas todo tu tiempo a prestar atención a lo mismo que todo el mundo, nunca te convertirás en una persona.
Rob Walker está empachado de la cultura de la productividad. The Art of Noticing puede usarse como un manual para afilar la creatividad en el trabajo y afinar la mirada del artista, pero el periodista no escribió estos ejercicios para seguir cebando el capitalismo artístico: «Este libro trata el arte de prestar atención como algo más profundo que un paso en un proceso creativo. Es una escapada de la cultura de la productividad y la eficiencia. Dejemos de ser tan productivos todo el tiempo y hagamos un esfuerzo por ser más curiosos».
Aunque muchos no ven el beneficio del curioseo y del ingenio si no hacen caja de ello. «Mis ejercicios se basan en mirar por la ventana, sentarse en silencio durante unos minutos, hacer un mapa de sonidos del barrio o entrevistar a un desconocido», cuenta el periodista. «Algunas personas me preguntan: “¿Cuál es el beneficio de esto?”. Lo cuestionan en términos de productividad (mis métodos no suenan muy eficaces). De hecho, otro ejercicio indica: “Ve a un lugar por el camino difícil”, con la idea de tomar una ruta sin confiar en la información y el GPS de tu móvil».
Los escépticos, dice Walker, están en lo cierto. «Esto no es eficiente. ¡Pero es que ese es el propósito!». El periodista señala que los métodos de productividad se basan en comprimir el tiempo y, a veces, es apropiado. «Pero otras veces es triste hacer que el tiempo vaya tan deprisa. Significa que la vida pasa volando y tú no estás realmente comprometido. Como dice un amigo mío, es mejor tener más ahoras, más momentos en los que de verdad estás presente, en vez de simplemente pasar el tiempo de manera productiva. Piensa en tu camino al trabajo cada mañana. Tú sabes la ruta más eficiente: vas todos los días y estás totalmente desconectado de ese viaje. Quizá es lo ideal. Pero en algún momento puedes cambiar la ruta y despertar tus sentidos. ¡Ten más ahoras!».
Hola, ha sido un maravilloso artículo, lo he leído a mi esposo e hijo y hemos compartido el redescubrimiento del valor del tiempo personal. La sociedad moderna y de ultra-consumo nos roba la idea del tiempo, la sustituye por momentos que poseen valor proporcional a su brevedad…esto es deshumanización!!