‘First of the roll’: el bellísimo error de la primera foto del carrete

primera foto del carrete

Honrar la imperfección obliga a una rebelión permanente. Cada vez que se propaga y acepta una falla o un error como fuente de belleza, el sistema reacciona para vampirizarla. Aparecieron los pantalones desgarrados y empezaron a diseñarse roturas falsas. Hoy se componen digitalmente los efectos que eran inevitables en la fotografía antigua.

Es una persecución por sistematizar y optimizar lo aleatorio. Por eso, la iniciativa First of the roll es un pequeño acto de resistencia estética. Su creador Marion Herbain, afincado en Londres, rescata cientos de imágenes analógicas: solo las primeras fotos del carrete, que salen cortadas por la mitad.

«El primer frame celebra la imperfección en un mundo obsesionado con la perfección. Es lo opuesto a los filtros digitales. En cierto modo, alienta a las personas a ver la belleza donde no necesariamente lo harían en un principio», explica Herbain.

fotografía analógica fallo

La idea inició una ola. Creó el hashtag #firstoftheroll y se han etiquetado así unas 100.000 fotografías.

Marion, trabajador de televisión y músico, descubrió el amor por lo analógico a través de la Super 8. Las giras con su banda de aquel momento, Veronica Falls, le activaron la necesidad de «documentarlo todo». Probó el sabor de lo analógico, como si fuera una especia, sobre diversos tipos de entornos.

«Desde un punto de vista puramente estético, me gusta la fotografía analógica más que la digital, y también me agrada el hecho de que obliga a pensar mejor las cosas», reflexiona. La digital apenas opone obstáculos ni límites, en cambio, la analógica conlleva «restricciones inherentes (costos, número limitado de cuadros, proceso manual, etc) que obligan a ver las cosas de manera diferente».

primera foto del carrete
Adam Counihan https://www.instagram.com/adam__adam__adam/

Empezó a publicar sus propios primeros fotogramas. «A menudo resultaban ser mis fotogramas favoritos de los rollos que usaba», explica. Como no tenía por sí mismo suficientes de estas primeras placas, animó a otros fotógrafos a publicar y etiquetar las suyas. Surgió un grupúsculo de entusiastas.

«Muchas personas solían considerar el primer fotograma como un desperdicio de la película o un error, pero ahora lo esperan y piensan lo que van a captar con él», asegura.

primera foto del carrete
Noey Rmy a través de https://www.instagram.com/noey_rmy/

A nivel general, hay cierto repunte del gusto por el color de lo analógico, al igual que por el sonido de los vinilos. En opinión de Herbain, existe una «reacción a los avances tecnológicos y al consumismo vertiginoso y acelerado». Una reacción que se articula «irónicamente» a través de plataformas digitales como Instagram que facilitan la creación de lazos entre personas de gustos comunes.

En First of the Roll se recopilan paisajes, edificios, trenes, carreteras, ramas florecidas, escaparates, rostros quebrados… Están todas a mitad, más o menos comidas. Son estáticas, pero una frontera de fuego parece avanzar micra a micra destruyendo la escena, aunque sin terminar nunca de eliminarla, dejando un fragmento condenado eternamente a sentir que lo devoran.

Es casi una alegoría (accidental pero efectiva) de la lucha de la memoria por sobrevivir, siempre haciendo equilibrismo al borde del precipicio. Quizá, por eso, una sensación nostálgica lame todas las imágenes sin importar el objeto al que enfocan.

Para Herbain, se suma otra nostalgia «hacia tiempos más simples y con un ritmo más lento y menos presionado» y percibe en ellas algo «bastante romántico» que activa su imaginación.

imagen analógica quemada
Nikky Satellite June https://www.instagram.com/satellitejune/

Esta iniciativa anima a «abrazar la imperfección y los errores y a aprender a ver la belleza en todo». Sin embargo, reivindicar la belleza de la falla del primer fotograma y animar a aprovecharla puede ir en contra de esa búsqueda de la imperfección como un tesoro.

Estos frames iniciales que nos podían permitir asomarnos a hurtadillas, como si lo hiciéramos a través de una puerta entornada, y ver los gestos de los protagonistas que, como saben que el primer clic no vale, esperan a posar y mantienen aún la naturalidad; esa posibilidad de descuido, decimos, desaparece en el momento en que la intención artística se concentra también en esa primera toma.

Queda una lección: el destino de esa cosa a la que llaman belleza de lo espontáneo es escaquearse de todo intento humano de apresarla.

No te pierdas...