Una noche de 2016, Zoe Mendelson buscó en Google: «¿pueden eyacular las mujeres?». La información que obtuvo, como era de esperar, estaba llena de contradicciones, pseudociencia y vídeos para hombres sobre cómo hacer que las mujeres cis (aquellas cuyo género coincide con el sexo con el que nacieron) se corran. Ante el bluf de aquella primera búsqueda, optó por seguir recabando información, esta vez en revistas médicas.
Y fue entonces cuando su mundo hizo bum y comprendió la enorme cantidad de cosas sobre su coño que desconocía. Para empezar, que los penes y los clítoris tienen las mismas partes, aunque están reorganizadas en distintas configuraciones, y son del mismo tamaño de media. Pero seguía teniendo preguntas, muchas preguntas: ¿el líquido de la eyaculación femenina es pis?, ¿cuántos tipos de orgasmo hay?, ¿es normal tener flujo en las bragas?… Y a medida que iba descubriendo las respuestas, más necesidad sentía de compartirlas.
Tres años después, en 2019, junto a la ilustradora María Conejo, puso en marcha una web, pussypedia.net y ahora ambas han pasado buena parte de esos conocimientos al formato impreso con la publicación de Pussypedia. La guía total (Larousse, 2022).
Ahora bien, si estamos ante una enciclopedia que habla del órgano sexual femenino, ¿por qué emplear pussy para denominarlo y no vagina? La elección no es casual, sino una reivindicación:
«La palabra vagina viene del latín para «esa cosa en que se guarda una espada»… ¡No, gracias! No quiero referir a mi pussy como «Esa cosa en que se mete un pito»», defiende Zoe Mendelson. «Además, llamarla vagina invisibiliza todas las partes importantes que no son la vagina —o sea, la vulva, el clítoris y otras—. Pussy no tenía definición oficial previa y le dimos una que incluye más órganos; ¡incluso testículos, porque hay personas intersex que tienen pussies con testis!».
«Además, pussy es una palabra divertida que muchas personas alrededor del mundo conocen», añade María Conejo. «Estamos reapropiándonos de una palabra para darle el sentido que más nos gusta: hacer énfasis en la invisibilización de las partes externas de la pussy, como la vulva y la anatomía completa del clítoris, e incluir a todas las expresiones anatómicas y de identidad de género que existen».
PERSONAS CON PUSSY
Así llegamos a otra cuestión llamativa de la Pussypedia: la inclusividad con la que se ha escrito. «Si existe la oportunidad de incluir a más personas para que haya menos desinformación y que tengan más autonomía sobre sus cuerpos, la respuesta siempre es SÍ», explica con rotundidad Conejo.
«¡Muchas personas con pussy no son mujeres y muchas mujeres no tienen pussies! —aclara Mendelson por su parte—. Si para personas cis ha sido difícil conseguir información confiable a cerca de nuestros cuerpos, para personas no binarias, trans e intersex pues mucho más. Me molesta el argumento: «¡ah, es que son una excepción!». Entonces cambiemos la regla, y así nadie tiene que ser una excepción».
La tercera cosa que sorprende al tener la Pussypedia en las manos es su volumen: 387 páginas ilustradas por Conejo y escritas por Mendelson donde se da un repaso, y grande, al pussy. ¿Es, acaso, una metáfora del enorme desconocimiento que tenemos del coño?
«No es metáfora, es literal, je, je, je», se apresura a responder Zoe Mendelson entre risas. «Pero también es porque no solo es información, es una historia de cómo esa información ha existido a lo largo del tiempo, cómo las narrativas de género han cambiado la manera en que producimos y entendemos información también. Y anécdotas personales. Por eso también es muy largo».
«Además de lo que dijo Zoe, agregaría que está totalmente ilustrada y que contiene muchos diagramas rigurosos y actualizados del coño, y muchas imágenes sinceras, divertidas, generadas a partir de una investigación sobre las imágenes que se han producido a lo largo de la historia para hablar de estos temas», concreta aún más la ilustradora María Conejo.
EL PATRIARCADO, EL MALO DE LA PELÍCULA
La palabra patriarcado aparece «un número nauseabundo de veces» en toda la obra, como explica Mendelson en el prólogo. Con ella se refiere a todo un sistema opresivo hacia lo femenino y lo que se salga de la norma, y no únicamente a los hombres, a los que también considera víctimas, aunque se beneficien de él. Esa forma de pensar que ha convertido la sexualidad, y al pussy en particular, en algo vergonzoso y sucio, razón por la cual se ha silenciado y obstaculizado su conocimiento durante siglos.
«El patriarcado tiene muchos trucos para hacer que las personas con pussy se sientan una mierda. Suprimir la información y la conversación sobre el cuerpo es uno de ellos», escribe la autora en el prólogo. No es el único, también la forma en la que se ha investigado sobre este órgano sexual y en quién lo ha investigado.
Y como en aquellos primeros momentos en los que los científicos empezaron a interesarse por el pussy fueron hombres en su mayoría, incluso en la denominación de las partes internas del coño han dejado su impronta: trompas de Falopio (por Gabriel Falopio), glándulas de Skene (por Alexander Skene), glándulas de Bartolino (por Caspar Bartholin el Joven)…
Conejo y Mendelson prefieren desterrar estas denominaciones tradicionales y optar por otras más asépticas y científicas. «La manera en que llamamos a las cosas define nuestra percepción de ellas. Es una manera de reclamar nuestros cuerpos», explica la ilustradora.
¿Podría deducirse, entonces, que los nombres importan? «Si y no», responde Zoe Mendelson. «[¿Qué tiene un nombre? Lo que llamamos una pussy por cualquier otro nombre olería igual de dulce]. Pero esa práctica de nombrar partes del cuerpo descubiertas por hombres es un legado del colonialismo. Los nombres cambian la manera en que pensamos las cosas. Usar glándulas parauretrales, además, te da información que no te da glándulas de Skene. Es un nombre más apto. Si los nombres no importaran, las empresas no gastarían millones de dólares poniéndose nombre».
EXPERIENCIAS EN PRIMERA PERSONA Y OTROS TESTIMONIOS
Junto a las explicaciones científicas y técnicas sobre el pussy, Mendelson salpica el texto con sus propias experiencias personales. Es su manera de ayudar a quien lee la Pussypedia para dejar de lado vergüenzas y pudores. «La información no es accesible si un estado emocional, como la vergüenza, no te permite procesarla. Por eso he hablado de mí con detalle: para hacerte reír y ayudarte a recibir esa información», explica en el prólogo.
Pero junto a esos testimonios en primera persona, la autora ha dado voz a otras cuyas experiencias y conocimientos amplían aún más toda la información sobre el coño que se pretende abordar. «Quería hacer que les lectores se sintieran cómodes, no avergonzades», corrobora Zoe Mendelson.
«Compartir experiencias honestamente es una muy buena manera de liberarnos de la vergüenza (lo cual es una herramienta de opresión del patriarcado). Quería que la experiencia de leer el libro fuera una en la que poder sentirse segure siendo vulnerable. Quería que fuera divertido, como salir con amigues. Creo que sentirnos bien hace que podamos aprender mejor».
Por las páginas de la Pussypedia se leen voces como las de Melina Gaze, educadora sexual y activista performance ecuatoriano-estadounidense, que habla sobre el placer. O la de Bianca Laureano, doctora y educadora sexual que se define a sí misma como «estudiante y activista por la justicia en la discapacidad, queer, afrolatina, gorda y con discapacidad». «Hay historias que simplemente son mejor contadas por las personas que las han vivido. Quería incluir muchas voces, y en el caso de aquellas más históricamente silenciadas, prefería dejar que hablaran por sí mismes».
¿ROSA?, ¿EN SERIO?
Pero en toda enciclopedia que se precie las imágenes explicativas son fundamentales. En el caso de la Pussypedia, todo el peso de la información visual recae en las ilustraciones de María Conejo.
«Cuando me sentaba a dibujar las imágenes para este libro, lo más importante para mí era transmitir todo lo aprendido y ser totalmente sincera. Quería compartir mi asombro y mi sorpresa», explica la ilustradora en una nota al principio del libro. Por eso consideraba fundamental que sus ilustraciones fuesen lo más anatómicamente precisas posible.
«Uno de los grandes retos fue la generación de los diagramas; buscar los más actualizados que existen, compararlos, generar visualizaciones claras, precisas, en las perspectivas que funcionen mejor y en la misma estética del proyecto». El otro gran desafío, cuenta, fueron los retratos, «porque el proceso y desarrollo creativo del libro fue durante el encierro de la pandemia, así que no conocí a les entrevistades en persona».
Cargadas de humor, pero con puntilloso detallismo, llama la atención que el color elegido para unas ilustraciones tan reivindicativas contra el patriarcado sea el rosa.
«Para la primera fase de nuestro proyecto pussypedia.net, había determinado ya una paleta de color que estaba basada en la diversidad de colores de la pussy, un espectro de colores que iba de rojos, rosas a marrones y violetas, más el uso de negro y blanco», comenta María Conejo.
«En realidad, el color que elegí de esa paleta es un Pantone rojo. En la primera edición del libro, por la forma en que fue impreso, solo pude elegir dos tintas: negro y un color. Y el rojo me daba la posibilidad de jugar con los gradientes y generar toda una gama de rosas. Creo que el rosa es un color poderoso y que, así como la palabra pussy, nos lo estamos reapropiando».