La predicción del futuro encuentra en el ciego Tiresías y en la pobre Casandra dos ecos de la Antigüedad que demuestran que adivinar el porvenir no está bien considerado por los demás. Entre una gitana que lee la buenaventura y predice maridos ricos y un científico del CERN que predice la aparición del bosón de Higgs no hay tanta diferencia, pues ambos se basan en los mismos principios.
Sin embargo, no es lo mismo predecir que calcular, y por eso media España se moría de risa cuando unos cacos desvalijaron el chalet del vidente Rappel sin que el pobre tuviera ni una visión al respecto.
A casi nadie le cae bien Tom Cruise, pero hay que reconocer que ha sabido involucrarse en muchas películas de extraordinaria calidad. “Minority Report” (Steven Spielberg, 2002) es una de ellas, que habla de un mundo donde se puede predecir exactamente quién cometerá un crimen y cuándo, y por ello se le puede interceptar antes de que rompa la ley.
¿Ciencia ficción? Ya no tanto, porque PredPol es un programa aplicado por la policía en EEUU capaz de advertir de la probabilidad de que se cometa un crimen a una cierta hora en un cierto lugar con un margen de error de 500 metros. La publicidad de su web reza “PredPol proporciona predicciones de crimen en tiempo real, y está diseñado por oficiales y puesto a prueba por oficiales”.
En “Species” (Roger Donaldson, 1995) una agencia de inteligencia americana reúne a un peculiar equipo de especialistas para cazar a un asesino alienígena. Forest Whitaker (Ghost dog, Prêt a porter, Los límites del control) forma parte de ese equipo, y es un vidente, así, a secas: alguien que ve. Porque la CIA y el FBI son ante todo prácticos, y si un tipo ha demostrado tener visiones tocando objetos próximos a una escena de un crimen, y ha ayudado a resolver casos, se tragan todas sus reticencias y lo contratan.
Julio Verne predijo la invención de numerosos artefactos cuyo desarrollo ahora nos parece obvio, pero que no lo era tanto en la Francia del siglo XIX, y casi sin salir de casa. Verne apenas viajó, más que en su imaginación, y quizá gracias a esa reclusión nos hizo viajar a todos.
Viajar al futuro y luego regresar es uno de los métodos favoritos de predecir el porvenir con éxito (y con trampa). Los primeros astrónomos se aprovecharon de los eclipses para cambiar el curso de la Historia. Mel Gibson lo retrata bien en su sobresaliente “Apocalypto” (2006), mostrando que el saber celeste de los mayas iba mucho más lejos que el de cualquier mortal. Y con mucho más sentido del humor lo hizo Sam Raimi (antes de dedicarse a Spiderman) con su “Army of darkness” (1992) donde un listillo viaja al pasado y ayuda a vencer a un ejército de zombis… gracias a sus conocimientos del instituto y del colegio. Así pues: Ignorancia + Ciencia = Magia.
Por desgracia (o por fortuna) los sucesos aparentemente aleatorios que configuran nuestras biografías son la suma de la interacción de muchos parámetros. A medida que los superordenadores son capaces de procesar todos esos parámetros nos aproximamos a lo que el brillante y un tanto olvidado Isaac Asimov denominó “psicohistoria” en su saga “Fundación” (Alianza). Allí una rama de la lógica se especializa en la predicción de cambios políticos y estructurales en la sociedad con pasmosa precisión, mediante poderosos cálculos matemáticos. Los psicohistoriadores son videntes.
En la saga “Dune” de Frank Herbert, la “presciencia” es una característica genética de los herederos de Paul Atreides y de las brujas Bene Gesserit, que usarán para evitar que los malvados Harkonnen exploten la especia del planeta Arrakis… pero esa es otra historia que por ahora nos queda un poco lejos.
Así pues, podemos concluir que la pregunta “¿Quiere usted conocer su futuro?” solo tiene una respuesta fiable:
Espere, y verá.