Tras una noche tormentosa, el amanecer había traído la calma. Sin embargo, aquel nuevo día venía con una sorpresa. Los primeros síntomas los notó un matrimonio de una ciudad cuyo nombre no viene al caso, mientras desayunaba.
«¿Me pasas…eso?», pidió la esposa al marido, señalando una pequeña jarra. «¿El qué?», respondió él levantando un momento la vista de sus tostadas. «Eso… Eso blanco de ahí», volvió a pedir ella. «¡Ah, la…! ¡Bueno, esto blanco, sí». Y, sin querer darle más vueltas al asunto, él le pasó la jarra con aquel líquido blanco cuyo nombre no le venía ahora pero que se echaba en el café y siguieron con su desayuno.
Para cuando el día había acabado, ya eran millones de personas las que habían olvidado el nombre de las cosas, incluso de las más comunes. A pesar de la teoría de que no existe lo que no se nombra, no desaparecieron todas aquellas realidades que dejaron se ser nombradas, pero la comunicación se hizo mucho más tediosa.
No había leche, había ese líquido blanco que sale de las ubres de los mamíferos. Y así con todos y cada uno de los objetos más cotidianos. Desde entonces, todo el mundo mira al cielo, cruzando dedos para que la siguiente gran tormenta traiga consigo los vocablos perdidos.
¿Imaginas tener que describir continuamente un montón de cosas de uso cotidiano solo porque no conoces su nombre? Pues que sepas que ya lo haces. Bueno, lo hacemos, que aquí ninguno estamos libres de pecado. Porque ¿sabes cómo se llama la cuchara curva con la que se sirve el helado, además de cuchara curva con la que se sirve el helado? ¿O la raja de limón que echas a tu refresco? Aquí van cinco nombres de cosas con nombre que no sabías que tenían nombre:
Crencha: La raya que separa el cabello en dos.
Jeme: Distancia entre el dedo pulgar y el índice, separados al máximo.
Recazo: La del cuchillo opuesta al filo.
Giste: Espuma de la cerveza.
Sangradura: Parte interior del codo.
Por cierto, la cuchara curva con la que sirves el helado se llama funderelele (Pero no la busques en el Diccionario, que aún no está). Y la raja de limón (o naranja) que echas al refresco se llama luquete. De nada.