Relatos ortográficos: Destacar que lo del infinitivo fático es un horror

infinitivo fático

Mi adorada Mari Carmen:

Primero, decir que eres la persona más fascinante que he conocido en mi intensa vida, tan llena de experiencias huecas, hoy lo sé, porque no habías llegado tú a ella. Desde que te vi aparecer por la puerta, con ese viento en la melena que no sé de dónde sacas y esa aura de estrellitas brillantes a tu alrededor, supe que entre tú y yo habría una historia.

Destacar también esa mirada cautivadora y esos ojos vivos que me tienen enamorado, que me subyugan y me someten sin remedio a la bendita tiranía de tus deseos. No imaginas con cuánta impaciencia busco verme reflejado en ellos, tanta es la necesidad de que me mires y me regales la existencia.

Mari Carmen, recordar, para acabar esta humilde declaración de amor, que soy un hombre de posibles (que tengo tierras, vaya) y que no te faltaría nada en esta vida mientras yo esté a tu lado. Merecemos una oportunidad. ¿Me dirás que sí?

infinitivo fático

No lo dice el relato, pero la pobre Mari Carmen salió huyendo despavorida al leer la nota que el maromo le dejó sobre la mesa. Primero, por cursi irredento. Pero, sobre todo, por ese uso irritante del infinitivo fático del que hace gala en todo el texto.

Se llama así al infinitivo que suele ir al comienzo de una oración seguido de que, y que funciona como introducción a algo que se va a decir a continuación o para rematar un discurso: Destacar que la ceremonia se desarrolló sin incidentes o Por último, recordar que mañana acaba el plazo para…

Suele darse con los verbos declarativos (o verbos dicendi, lo que más técnico te parezca) del tipo decir, manifestar, declarar… y otros por el estilo. Su uso está muy extendido, principalmente, en el lenguaje periodístico oral, de ahí que también se le conozca como infinitivo radiofónico (adivinad por qué), pero la RAE aconseja evitar su uso.

¿Por qué? Principalmente, porque rompe la regla gramatical de que una forma no personal de un verbo no puede encabezar una oración principal, sino una subordinada. Y también porque estilísticamente es feo como un pie. Además, impone distancia con la persona o personas interpeladas e impide la conexión con ellas, y no es eso lo que se busca al transmitir un mensaje. Sobre todo si tú también tienes una Mari Carmen que conquistar.

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