Rodrigo Cortés: «Las dificultades son la mejor inspiración. El lienzo en blanco es muy paralizante»

El setenta por ciento del cuerpo de Rodrigo Cortés está compuesto de palabras, sátira e ironía. Humor, básicamente. El resto debe ser agua y café. Sobre la ironía recomienda que si se usa para decir algo, que no se tenga la tentación de explicarla después.

Él es más de decir las cosas y que suceda lo que deba. Tampoco es paternalista cuando habla, la condescendencia le pone nervioso. «La realidad no se discute porque la realidad es la que es. El mundo está en constante movimiento y no se va a parar nunca por más que te convenga».

Trata de no explicar el mundo con los conceptos de bueno o malo y/o mejor o peor, y sobre todo, de no usar condicionales sobre cómo debería ser el mundo. La realidad no se va doblegar, es mejor que no nos hagamos los sorprendidos. «Yo no pierdo mucho el tiempo en eso. Tú puedes pensar en las ventajas de las velas respecto de las bombillas, pero ya».

Escuchar hablar a Rodrigo Cortés es un gusto por el tono de su voz, por cómo se expresa y por lo que cuenta. Al periodista le ahorra el trabajo de editar la transcripción de la entrevista.

Rodrigo Cortés dice que todo acto de creación es vida destilada, además de trabajo y talento. «Uno y otro no son excluyentes, pero con el talento no basta. De este último espero tener el suficiente como para tener una razón para dedicarme a lo que me dedico, entre otras cosas porque trato de no hacer en público las cosas que no sé hacer bien».

Rodrigo Cortés hace películas: Concursante, Buried, Luces rojas, Blackwood y El amor en su lugar, entre otras. También, series; ha dirigido un capítulo de Historias para no dormir. Pódcasts: Todopoderosos y Aquí hay dragones, y ha escrito aforismos, novelas y un antidiccionario: A las 3 son las 2Dormir es de patos, Sí importa el modo en que un hombre se hunde, Los años extraordinarios y Verbolario. No es un hombre renacentista, eso solo lo fue Leonardo da Vinci. Simplemente pasa más tiempo despierto y atónito que dormido.

Mientras se supone que dormía, el niño esponja que era Rodrigo veía películas de oídas, leía libros a oscuras y sintonizaba el nocturno programa radiofónico Polvo de estrellas. A Carlos Pumares, un gurú para Cortés, lo ha escuchado mucho más de lo que ha escuchado y leído a Carlos Boyero, crítico de cine que puso a parir su primera película, Concursante, pero que a Rodrigo Cortés le hizo genuina ilusión porque «le había visto poner a caldo a todo el mundo».

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Foto de Irene Medina

Cuenta que leer era algo natural para él y se sentía incapaz de dejar de hacerlo. De la biblioteca de sus padres cogía los libros que le parecían estimulantes. Un criterio más atractivo que guiarse y fiarse de las listas de recomendaciones de algunos suplementos de cultura. Un criterio que a Rodrigo le llevó hasta Kafka cuando tenía nueve años, «no porque me entregara a la hondura existencial del escritor praguense, sino porque había un tío que se levantaba convertido en escarabajo». Rodrigo Cortés, en cuanto avista una pizca de solemnidad, rompe un vaso.

Para este polifacético creador el humor es el resultado de una forma de interpretar el mundo, de digerirlo y procesarlo. En su caso, se muestra perplejo ante lo que ve, lo que acaba aportándole algo muy parecido a la prudencia en el juicio o a tratar de aplazar cualquier tipo de certeza.

Un mundo en el que para él la mirada de Ramón Gómez de la Serna es fundamental. Del mismo modo que lo han sido Steven Spielberg, a su parecer, el mejor narrador con la cámara más superdotado de la historia, da la impresión que ha venido de otro planeta; y Martin Scorsese, «la razón por la que hago cine».

En el cine condensa su amor por la imagen y por las palabras. La pasión que siente por ambas no le impide discutir esa afirmación que dice que una imagen vale más que mil palabras.

«Sucede que como cineasta y escritor me pongo gorras distintas porque creo de forma profunda en el lenguaje, tanto en el lenguaje audiovisual como en el lenguaje literario. Cuando me sumerjo en el mundo del cine apuesto por el lenguaje cinematográfico. Las películas no son novelas filmadas. Las películas son experiencias que se absorben, además de por el intelecto, por la emoción y los sentidos. Trato de hacer películas muy sensoriales».

«Del mismo modo, cuando escribo no hago falsas películas encuadernadas, no son guiones, ni tienen estructura narrativa de guion; son literatura que apuesta por la sensorialidad del lenguaje y por la evocación y por la resonancia. Son universos que amo y que no confundo».

Universos que une por medio de la resonancia de las propias palabras. Esa musicalidad da sentido narrativo y poético oculto a todo lo que hace este autor, que también estudió todos los años de solfeo y cursó siete de piano, uno de los varios instrumentos que toca. Formación que le vale para leer partituras, pero no para definirse como músico.

[pullquote]«Nunca hay un deseo de mirar nada desde la altura, más bien partes de la aceptación de tu irrelevancia y de tu constante desubicación, y tratas de divertirte con ello»[/pullquote]

Para Rodrigo Cortés todo encierra una historia audiovisual en potencia; desde la receta de un postre hasta una fórmula física. Más que de lo que se hable, a su parecer, lo que importa es cómo se hace y lo que eso desvela. «Detrás de una obra artística se esconde siempre un ser secreto, oscuro, diferente al ser social». Ambos seres están unidos por unos sensibles vasos comunicantes.

Recuerda que en su casa la llegada del vídeo se hizo de rogar. Mientras esperaba a que sus padres comprasen uno iba al videoclub a ver las carátulas de las cintas VHS. Con las respectivas imágenes construía historias. Su capacidad de inventiva no descansaba nunca. «Las dificultades son la mejor fuente de inspiración y el lienzo en blanco y el paisaje infinito son muy paralizantes». Rodrigo Cortés también pinta.

A Rodrigo Cortés se le identifica al ver sus películas, al escuchar sus pódcasts y al leer sus libros. Él es sus películas, pódcasts y libros. En Verbolario (Random House), su satírico antidiccionario, define estilo como la forma que el creador tiene de opinar.

Cortés, para hacer lo que hace, se mira más a sí mismo que a los demás. «Nunca hay un deseo de mirar nada desde la altura, más bien partes de la aceptación de tu irrelevancia y de tu constante desubicación, y tratas de divertirte con ello».

Foto de Irene Medina

Da la sensación de que lleva muchos años divirtiéndose. Además del talento y el trabajo, hacen falta esfuerzos sostenidos en el tiempo. «Se dice, a menudo, que el que resiste gana, y hay una gran parte de la creación de una carrera que tiene que ver con la resistencia», dice al respecto. La misma que aplica en el mundo en el que nos ha tocado vivir.

Un mundo en el que, por ejemplo, cada vez son más las películas que se estrenan en plataformas que en las salas de cine, que es donde a Rodrigo Cortés le gusta estrenar las suyas e ir a ver las que hacen otros. Para él la sala de cine es el mejor espacio y la mejor forma de experimentar una película.

Desde su metro cuadrado dice que va a seguir luchando por eso. Por tratar de hacer películas, que en un número suficiente de gente quiera ir a verla a la sala. Esa es su forma de tratar de intervenir en esto y no hablar de cómo debería ser el mundo. Del mismo modo, como espectador va al cine dos o tres veces a la semana, eso es lo que hace, esa es su participación en esto. «Si somos suficientes esto sobrevivirá; y si no lo somos, pues no sobrevivirá». De momento, al cine podemos ir, nadie nos lo impide.

 

ALGUNAS DEFINICIONES DE VERBOLARIO

Crear: Recrear. Convertir el dolor en obra.

Diccionario: Catálogo de palabras con su definición supuesta que este Verbolario enmienda para beneficio del pueblo.

Eco: Eco. Eco. Eco.

Estilo: La forma que el creador tiene de opinar.

Éxito: Fracaso inadvertido por el pueblo.

Hielo: Agua en estado de estupefacción.

Humor: Franqueza envuelta en papel brillante.

Ignorancia: Ni idea.

Ironía: Figura retórica que estimula la demanda de aclaraciones.

Libro: Sabio que dice lo que tiene que decir y luego calla.

Morir: Hacer sitio.

Música: Silencio intermitente.

Novela: Huevo que pone la gallina después de un año sabático.

Palabra: Desenlace de la mirada. Don celeste con que el hombre disfraza sus objetivos.

Razón: Coartada.

Sátira: Realismo envuelto en papel de lija.

Todopoderoso: Que hace todo lo que puede.

Trabajo: Maldición del embebido. Salvación del gandul. Descanso del parado. Opio del pueblo.

Vivir: Viajar al futuro y hacer tiempo.

 

Fotos por

portada: Marta Calvo

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Patrick Thomas

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