Diseñar un póster diferente cada día durante un año, ese es el reto que se propuso el diseñador malagueño Rodrigo Ramos hace ya unos meses. Y, con más esfuerzo unos días que otros, lo está cumpliendo.
Ramos está especializado en branding y en su día a día en el estudio de diseño para el que trabaja está acostumbrado al practicismo que le exige trabajar para clientes. Eso le hacía sentir que su propia creatividad artística se estaba resintiendo, así que se retó a sí mismo a subir un póster nuevo cada día a su cuenta de Instagram.
«Quería ver si era capaz de ser creativo a nivel más artístico, cosa que ha sido la principal revelación del proyecto, ir encontrando qué me resuena, qué es lo que puedo aportar diferente y venir principalmente de mí», explica.
«Además, me notaba muy reacio a la idea por mi perfeccionismo y reticencia a subir contenido a redes. Al ver que era algo con lo que estaba muy bloqueado, me parecía interesante explorarlo. De forma un poco impulsiva hice el primer póster el 1 de enero y lo subí. Y ya sabía que o tiraba pa´lante o no iba a encontrar otro momento mejor».
Y eso, el perfeccionismo, ha sido lo más difícil de afrontar con su reto, saber cuándo dar por acabado un póster. Al principio, un mal póster —según su criterio— le bajaba tanto la moral que incluso llegó a cuestionarse dejarlo.
«Ahora acepto que las circunstancias condicionan, aunque la gente solo pueda ver el resultado y vea un póster que es un desastre. También añado presión para exprimir lo que obtengo del póster, analizar el proceso, evaluar los diferentes elementos, y conseguir crecer en composición, tipografía, tratamiento de fotos, ilustración…. Ese nivel de exigencia es algo que sigo trabajando, pero sigue ahí. Creo que me hago el reto más difícil de lo que ya es, pero ya que me pongo, lo hago a tope».
El camino de Rodrigo Ramos hacia el diseño dio antes unas cuantas vueltas en torno a la creatividad. Estudió Comunicación Audiovisual en la UMA (Universidad de Málaga) y comenzó a trabajar grabando videoclips y pequeños spots junto a algunos compañeros de carrera. Con ellos creó su primera empresa y fue allí donde empezó a coquetear con el diseño y la identidad visual. El gusanillo por esas disciplinas caló en él y acabó estudiando el máster de diseño gráfico en la Escuela Gauss Media de su ciudad natal.
Los pósteres que sube a diario a su feed suelen contener frases inspiracionales que le sirven de base para crear el resto del diseño. «Me gusta mucho reflexionar sobre creatividad, salud mental y explorar cosas que pensamos y sentimos en el día a día en las que no nos solemos fijar», aclara sobre la inspiración de sus trabajos. «También surgen ideas fuera de eso, alguna peli, serie, músico o alguna idea divertida. Intento hacer pósteres entretenidos y graciosos». La idea, cuenta, es diseñar carteles que le gustaría tener colgados en su pared.
Pinterest, Instagram y otras redes y plataformas, así como conversaciones con amigos, son las fuentes de donde saca las frases que va a ilustrar. Pero su inspiración no solo bebe de ahí. «A nivel de diseño también suelo tener repartidas referencias y piezas que me inspiran. Sobre todo, son cosas que tenía guardadas que siempre había querido probar a hacer, o composiciones que me parecen llamativas».
«Otra cosa que suelo hacer, pero es la forma menos común, es simplemente cerrar los ojos y ver qué sale», aclara. «A veces, visualizo algunas composiciones y bocetos con frases que llevo un tiempo pensando o alguna ilustración, hago el boceto rápido y ya me pongo a diseñar. Suelen ser los pósteres más divertidos de hacer, porque es un juego en el que persigo la idea sin perder la visión hasta que está terminada».
Lo cierto es que sus creatividades tienen un aire retro que resulta atractivo y familiar. «A nivel de composición y tipografías, me parece que las cosas retro, a veces, tienen esa falta de diseño que las hace muy atractivas», justifica.
«Es como que antes se comunicaba de forma más directa y con menos códigos. Diseñar con mucha experimentación visual y tipográfica me abruma un poco como diseñador y como consumidor», añade. «Intento que mis diseños corten un poco a través del ruido, aunque tenga pósteres más cargados en los que experimento más, porque es uno de los motivos principales de la cuenta, salir de mi zona de confort».
Aaron Draplin es su principal referente a la hora de crear. «Me encanta cómo se toma el diseño, con humor y con un aspecto muy práctico pero sin dejar de lado la profesionalidad. Es cierto que él plasma un estilo muy concreto. A mí me gusta algo más acercarme al cliente o necesidades del proyecto, y que cada trabajo sea lo más diferente posible».
No es el único espejo en el que mirarse y aprender. De su profesora en el máster, Ana Moliz, aprendió, entre otras cosas, a cuidar la tipografía, pero también son referentes para él Bravo («Me flipan. Son los mejores en elevar y explorar la cultura de diseño gráfico que hay en España. Tengo muchas tipografías que han usado casi como referencia») y Amigos Solutions («Tienen conceptos potentísimos y los ejecutan con una mezcla de diversión y limpieza que me parece muy atractiva).
En cuanto a branding, su campo de trabajo, se queda con lo que hacen Codea y Practica Design. «Tienen un rollo muy guay y creativo, pero siempre explotando un concepto de base y creando una narrativa».
«A mí lo visual por lo visual no me suele gustar a nivel de branding», comenta. «En los pósteres, por desgracia, al ser diarios, acabo cayendo en simplemente una pirueta visual a veces, en lugar de reforzar la frase o sentimiento que intento comunicar. Pero lo que más me gusta del diseño es la capacidad de elevar el mensaje y que llegue de una forma directa y limpia».
En cuanto al branding actual, Rodrigo Ramos cree que, más que valentía por parte del cliente para buscar una comunicación más arriesgada, falta paciencia y comprensión por parte de los diseñadores. «Hay veces que todo se alinea y se hace una apuesta diferente y disruptiva porque es lo que pide el proyecto, y otras que el cliente tiene claro que quiere poco movimiento. Ahí entra una parte interesante del trabajo de un diseñador, saber crear un trabajo con el que estés satisfecho bajo el marco que sea», opina el diseñador gráfico.
«Creo que hay que tener un poco de compromiso con lo estético, y trabajar las relaciones interpersonales. Somos un equipo, no diseñador vs. cliente, y ellos quieren el éxito de su negocio más que nosotros. Hay que ser comprensivos y profesionales. Detrás de todo hay personas. La parte más atractiva del diseño es su valor comunicativo, y eso se traduce en todo el proceso».