Unos pantalones de pata de elefante podrían valer en España 15,95 euros. En Sudán pueden costar la tortura o la prisión. La ropa dice mucho del respeto a los derechos humanos que existe en un país. El mismo fular de arcoiris que aquí pasa sin pena ni gloria es el que puede llevarte a la cárcel en países como Arabia Saudí, Uganda o Maldivas.
La relación no es hipotética. Está basada en hechos reales.
Los pantalones que vistió la periodista sudanesa Lubna Ahmed al Husein un día, hace cuatro años, tuvieron un coste de decenas de latigazos y una condena de 500 libras sudanesas o un mes de prisión. El código penal de ese país establece que «cualquier persona que cometa en un lugar público un acto indecoroso (…) o vista ropas obscenas (…) será castigada con la flagelación, un número de latigazos que no podrá superar los 40, el pago de una multa o con ambos».
Hay ropa que es, a la vez, un termómetro de la libertad y el respeto a los derechos humanos que existe en un territorio. Amnistía Internacional España ha llevado esos desajustes a una colección de moda llamada Ropa comprometida con la intención de concienciar a la población sobre los abusos que se comenten en otras zonas del mundo.
“Queremos llevar el mensaje de denuncia de la pasarela a la calle de una forma creativa y diferente”, dijo esta mañana en la presentación de Ropa comprometida Ana Rebollar, directora adjunta de esta ONG.
El cartel de denuncia de Amnistía Internacional (AI) se convierte así en ropa que cualquier persona podrá comprar en la tienda online de la organización.«Las creencias no pueden ser torturadas nunca», indicó Rebollar.
«Comprar esta ropa contribuirá a que presos de conciencia salgan de prisión».
La directora adjunta explicó que «la colección es comprometida por doble partida. Por una parte, el uso de esta ropa, en algunos lugares del mundo, compromete a muchas personas. Los pueden llevar a prisión o incluso a la muerte. Por otra, muestra el compromiso de las personas que compren y vistan estas prendas, porque llevan la denuncia de los derechos humanos a la calle”.
“Muchos individuos no pueden ejercer su derecho a la libertad de expresión. Esta colección ha sido inspirada en historias reales de personas o colectivos que han sufrido violaciones de sus derechos”, añadió Rebollar.
La colección ha sido diseñada y confeccionada por Carlos Gala, y la idea, en su origen, surgió de La Despensa. El pasado mes de octubre la compañía especializada en proyectos creativos propuso a AI diseñar esta colección de ropa y una pasarela, que se ha celebrado esta mañana en Madrid, con bailarines del Real Conservatorio Profesional de Danza Mariemma y dirigidos por el Premio Nacional de Danza Pedro J. Berdäyes.
La iniciativa partió de forma desinteresada y la bola siguió creciendo bajo el mismo espíritu. Ninguno de los participantes han sido retribuidos por la acción. “Es una forma de poner nuestra creatividad a disposición de buenas causas. Intentamos devolver a la sociedad lo que nos ofrece. Nos damos por cobrados con la energía recibida”, explica Miguel Olivares, director creativo de La Despensa.
“El mundo, mirado con una doble lupa, deja ver que una ropa que resulta indiferente en un país puede suponer la cárcel en otro”, indica Olivares. “El mensaje es duro, pero vestido con la piel de la moda consigue una gran receptividad”.
Un fular que resulta indiferente en España puede llevar a la cárcel en Sudán
