«Para que un videoclip triunfe, lo primero que hace falta es un buen tema. Cuando Rosalía puso en su teléfono Malamente, flipamos. Le dijimos: lo vas a petar», contó Alba Barneda, directora de producción de CANADA. A partir de ahí, se abrió un camino en el que importaba, sobre todo, la pasión artística: «Nos gustaba tanto el proyecto que pensábamos más en el tirón que en el presupuesto».
La productora CANADA, referencia internacional en videoclips y publicidad, creó junto a Rosalía los dos primeros trabajos que permitieron al público conocer la cosmovisión de El mal querer: Malamente y Pienso en tu mirá. Ambos se rodaron a la vez. Fueron cinco días de auténtica «locura» en los que, a veces, «se confundía una canción con otra», recordó Barneda.
En la ADGTalk celebrada en la escuela de diseño ESNE de Madrid, la directora de producción de la firma desgranó cada detalle del proceso de grabación de Pienso en tu mirá desde la primera toma de contacto con la cantante.
Para que bastaran solo cinco días de rodaje hizo falta un gran trabajo previo: «En rodaje no se pierde un segundo, un solo día es muy caro, por eso la preproducción es tan milimétrica», señaló Barneda. Hicieron castings hasta para seleccionar la funda del móvil de la artista.
La primera conversación entre los estudios y un artista suele desarrollarse de diferentes modos: a través de intermediarios como productoras o agentes, o, con menos frecuencia, mediante un correo electrónico directo del artista. Esta vía suele ser poco productiva, pero fue así como contactó Rosalía con CANADA, y gracias a eso la relación «fue más auténtica».
Como recordó Barneda, El mal querer fue el proyecto de fin de carrera de Rosalía. Ella ya había desarrollado muchos de los conceptos y referencias que deseaba expresar: envió a la productora un documento en el que se mezclaba una estética de camiones, polígono o extrarradio con un estilismo como el de la Rosi de Palma de las cintas de Almodóvar.
Tomando esas propuestas, el director Nicolás Méndez pergeñó un universo. Él, señaló Barneda, quería poner en imágenes «una relación sentimental tóxica, que mata, que es de lo que va el disco entero. De ahí, los toros, el penitente y las vampiras, todos ellos se relacionan de una forma venenosa con aquello a lo que aman».
Méndez acopió decenas de sugerencias en un primer documento. Unas se aplicaron casi idénticas en los vídeos finales; otras nunca se materializaron. Se preparó el story («es nuestra Biblia», aseguró Barneda) y, después, su prueba de fuego: el Animatic, que es la forma de ver si el story entra a compás.
«Esto se hace para ver si caben en el tiempo de la canción todas las ideas del director. Lo solemos hacer con la ilusión de que el director vea que no le encaja todo. En este caso, lo malo fue que sí cabía todo», broméo Barneda.
Salvo el estado de la atmósfera, nada de lo que aparece en los videoclips de Rosalía bebe de la casualidad.
Querían camioneros genuinos. «Por un primo camionero, supimos que iba a haber una reunión y allí fuimos, a un encuentro de camioneros». Así consiguieron unos extras auténticos; cada uno manejaba su propio camión. Durante el rodaje, el equipo utilizó camiones de juguete para mostrar a los conductores la coreografía que debían seguir mientras, delante de ellos, Rosalía y sus bailarinas actuaban: «Si es complejo mover personas en un rodaje, imaginaos mover camiones».
El ejercicio de construcción de las escenas fue obsesivo. «Hicimos castings de velas, de sábanas, de trozos de chatarra». En una de las diapositivas que mostró Barneda, se leía «Opciones para destrozar» y debajo había fotografías de bates, azadas… Ni siquiera para los planos de caos final se dejaron llevar por el caos.
«Cuando vas a rodar, ruedas; no piensas qué sábanas vas a usar ni qué vestidos; aun así siempre pasan cosas y tenemos que lidiar con ellas. Duele mucho estar en un set y estar discutiendo esas cuestiones. En videoclips, el ritmo es frenético».
Hubo también estilismos diseñados específicamente para esta pieza, como las ropas de las bailarinas: «Eran una reinterpretación de la viuda española con capucha grande», una especie de manolas raperas.
Hasta el último momento del rodaje, el final del videoclip de Pienso en tu mirá pudo haber sido otro. La escena planteaba algunos problemas de presupuesto y el equipo intentaba convencer al director Nicolás Méndez de que el trabajo no perdería calidad sin ese último camión volcado y con la cantante subida encima y escribiendo por teléfono.
«Teníamos otro final que grabamos el primer día. Rosalía saltaba del camión que estaban destrozando y hacía el playback en el parking… Yo cada día intentaba matar el otro final, pero Nico insistió, y menos mal. Al final fuimos a por todas y quedó precioso, valió mucho la pena», reconoció Barneda.
Después del rodaje y la posproducción, comenzó la vida independiente de la canción: «Es la parte imprevisible: los premios a los que te nominan o los que ganas, como los UK Music Video Awards, que estábamos en la sección internacional y competíamos con todos los países excepto Reino Unido, incluidos los grandes grupos de EE.UU. De los cinco nominados dos eran Pienso en tu mirá y Malamente, y ganó Malamente».
También fue nominado a los Latin Grammy. El vídeo pudo inscribirse a contrarreloj: «Rosalía tenía claro que quería presentarlo. No llegábamos y al final conseguimos un tío en Los Ángeles que se lo descargó, lo puso en un DVD y se fue corriendo a presentarlo».
El resultado de todo aquel esfuerzo conjunto corroboró la premonición del primer momento en que CANADA escuchó Malamente en el smartphone de la artista. Rosalía lo petó. Una cantante de 25 años, con su segundo disco (que era, a la vez, el proyecto final de carrera para obtener el Título Superior de Flamenco), se coló en la industria musical internacional y en la memoria de devotos y profanos. Pienso en tu mirá: 34 millones de visualizaciones en Youtube. Malamente: 62 millones.
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