De conejos, gatos e ironía milenial: Así es la creadora de Sarah Scribbles

Cuando era pequeña, Sarah tenía un conejo. Era mucho más que una mascota, al modo en que todos los animales suelen ser mucho más que simples mascotas cuando uno es un niño. Por eso, cuando ya de mayor, Sarah Andersen se decidió a hacer un cómic, se acordó de su conejo. El culpable fue Calvin y Hobbes, la obra de Bill Watterson que Andersen define como «referente máximo».

En ella, un niño comparte aventuras y preocupaciones con su tigre de peluche, que cobra vida para representar parte del diálogo interno del protagonista. Andersen estaba creando una viñeta de pretensiones similares. Se llamaba Sarah Scribbles y tenía un componente autobiográfico. Así que le pareció lógico acompañar a su alter ego de un conejo parlanchín para reflejar ese diálogo interno, en este caso el de una milenial que se niega a madurar.

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«¡Uff! ¡Qué fuerte está!», exclama Andersen devolviendo su café a la mesa. Estamos en un hotel en el centro de Madrid. Un hotel que pone el café mucho más fuerte que el black americano que habrá tomado Andersen durante su gira americana. Un café, intuimos, más flojo que el macchiato que habrá probado en su tour por Italia.

Podría pensarse que después de semanas viajando y firmando libros por EEUU y Europa, Sarah Andersen está acostumbrada a vivir en un jet lag perenne que mantiene a raya a base de café; una estrella del rock que, en lugar de beber vodka, engulle cortados. Viajes, fama y cafeína. Ella misma explica en una reciente viñeta cómo ha cambiado su vida después del éxito.

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«Es que es así. Aparte de esto, de los viajes, mi vida sigue siendo exactamente igual que antes», confirma al preguntarle por la viñeta en cuestión. Antes de los dos millones de seguidores en Facebook, antes de sus dos libros (Crecer es un mito y Un bollito feliz, publicados en España por Bridge Books), Andersen era una estudiante de la escuela de Arte. Ni siquiera era una estudiante que destacara especialmente. «No se me daba muy bien la clase de dibujo, pero cada vez que alguien veía mis cómics, me decía “Guau, esto mola, deberías hacer más cosas como esta”». Así que eso hizo. Cuando empezó a colgar sus cómics en Tumblr, la respuesta fue más o menos la misma. Así que siguió haciéndolo.

En esto lleva cinco años. El material parece no agotarse ya que el material es su propia vida. La autora nunca ha negado que Sarah Scribbles sea ella misma, una chica insegura e irónica, con un amor desmedido por los gatos y un conejo que hace las veces de Pepito Grillo.

Sin embargo, Andersen reconoce al mismo tiempo que el secreto de su éxito es que los lectores se identifican con el personaje, así que no puede pasarse volcando su propio yo sobre Scribbles. «Tiene un carácter muy marcado, pero hablo de ciertas cosas que tienen una naturaleza universal», explica. «Por eso evito usar demasiado su nombre en las viñetas. Los cómics no son muy largos y no tienen una historia narrativa, así que creo que es una combinación entre un carácter fuerte y alguien en el que se puedan proyectar los lectores».

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Siendo joven y habiendo nacido sus viñetas al calor de las redes sociales, Adersen se siente cómoda en el ecosistema de internet, pero afirma que publicar en papel le ha dado la posibilidad de hacer cosas diferentes. «Llevaba tiempo con algunas viñetas en un formato algo más largo que no publicaba en ningún sitio porque, la verdad, no las veía en la red». La posibilidad de publicarlas le ha venido de la mano de su segundo libro, Un bollito feliz. «Con el primero [Crecer es un mito] llevaba haciendo viñetas casi cinco años, así que tenía mucho material. Cogí los que habían funcionado en la red, mis favoritos, y añadí 30 viñetas nuevas».

Andersen no pudo repetir la fórmula con Un bollito feliz, pues la editorial se lo planteó apenas un año después. Tenía material ya publicado, pero la mayoría debía crearse ex profeso para el libro. «Fue interesante porque tuve que plantearme cómo hacer algo diferente, algo innovador, y no solo una colección de tiras ya publicadas», explica.

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La innovación la encontró en estas tiras más largas, con más peso de la historia y más desarrollo. «Quería aprovechar esta oportunidad porque eran cómics ideados más para un libro, se desarrolla de forma mucho más fluida de lo que lo haría online», reflexiona. Su personaje tiene la fuerza suficiente para aguantar más de tres o cinco viñetas, y soporta el peso de la historia a medida que se desarrolla, pero ¿hasta qué punto?

¿Podría estirarse la narrativa de estos cómics? ¿Desarrollar una historia más similar a una novela gráfica que a una publicación de Tumblr o una tira de un periódico? «Creo que el formato que estoy usando ahora, el que combina en mi libro forma corta y larga, es el límite de extensión de su narrativa», opina Andersen.

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Sarah Andersen se ha formado en Arte. Sus cómics tienen éxito por una mezcla de factores, pero está claro que su ingenio y su humor son una parte fundamental. Su talento reside en combinar a la perfección escritura y dibujo, una mezcla que en inglés recibe el nombre de cartoonist, pero que en español se queda huérfano de definición.

«En este mundo hay un equilibrio muy delicado», explica. «Para los ilustradores nuestro estilo simple tira por la borda muchas de sus reglas, mientras que respecto a la escritura, tampoco tomamos todas las herramientas que cogería un escritor». Andersen asegura sentirse cómoda nadando entre estas dos aguas.

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Aun así adelanta que en su nuevo proyecto solo hará de ilustradora. Cheshire Crossing es un cómic clásico. En él, Andersen potencia todo su talento como ilustradora y pone su arte al servicio de una historia ajena, muy alejada de su estilo habitual. «Está siendo difícil», concede la artista, «sobre todo porque he tenido que crear los personajes de cero». En estos momentos, mientras está de gira por España, aprovecha sus ratos libres para seguir avanzando con este proyecto. «Tengo que ir adelantando», confiesa entre risas.

A pesar de todo está disfrutando de sus viajes, en especial, asegura, por conocer a sus fans en persona. «El otro día una me regaló un útero de peluche», comenta divertida. Detalles como este, referencia clara a una de sus viñetas más populares, le hacen más llevadera la gira. Pero la verdad es que Andersen tiene ganas de volver a su antigua vida, «ganas de volver a mi cuarto», como dice ella. ¿Y qué va a hacer cuando acaben los viajes y vuelva a la normalidad? «Seguir dibujando, por supuesto».

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