Satán en Sitges

21 de octubre de 2013
21 de octubre de 2013
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Resulta estimulante descubrir que un festival de cine dedica su 46º edición nada más y nada menos que a entender al Maligno… El cartel oficial de esta edición es un cochecito de niño ardiendo con la torre de la iglesia al fondo, un gráfico homenaje a La semilla del diablo (1968), película que sigue siendo un icono aterrador, y que a su director Roman Polanksi le costó el brutal asesinato de su mujer embarazada a manos de Charles Manson y sus sanguinarios amigos.

(Opinión)

La atmósfera de un festival de cine es siempre estimulante, pero constatar cómo se agotan las entradas para ver películas de género a las 8:30 de la mañana es todo un antídoto contra esa pesadilla pasajera llamada Cristóbal Montoro.

La afluencia de público ha crecido este año respecto al anterior, y no solo por la presencia de figuras como Alejandro Jodorowsky, Brillante Mendoza o el homenajeado director japonés Takashi Miike, sino por una sensación tácita y compartida de que hay que arrimar el hombro y vibrar con las salas llenas de aficionados, aplaudir las escenas más logradas y luego tomarse un gin tonic con los directores o con el reparto.

No haremos aquí un repaso de las 150 películas admitidas en el certamen, en cualquiera de sus secciones: Oficial, Noves Visions, Brigadoon o Panorama; pero sí hay que subrayar que el incombustible director del festival, Ángel Sala, simboliza uno de los últimos bastiones del cine como pasión, pues lleva más de una década al frente del certamen, que sin ser de los llamados “Clase A” (San Sebastián, Cannes, Toronto, etc.) sí es de los más importantes del mundo en el género fantástico. Que no es poco.

Este cronista, que también presentaba su tercer largometraje como director, The Lobito, tuvo oportunidad de charlar con el mencionado Jodorowsky en el cóctel ofrecido por una marca de ron. Dado que tenemos algunos amigos comunes, la conversación transcurrió sin sobresaltos hasta abordar el tema del Mal, que nos condujo a comentar el spot promocional del festival, en el que una pareja de simpáticos satanistas charla sobre la necesidad de salir del armario…

Por otra parte, Lluis R. fue el involuntario protagonista del festival estos días, pues es padre de un niño de 6 años y exige ante las puertas de las autoridades competentes (si las hubiera) que su hijo pueda recibir clases de satanismo. Se explica:

“Estoy orgulloso de ser satanista, de haber elegido esta fe. Y orgulloso de transmitírsela a mi hijo. Él conocerá desde pequeño quién está al mando en este mundo loco y eso le hará mucho más fuerte de lo que fui yo”. Sí señor, eso es una declaración de principios.

Cuando se le interroga acerca del significado de su tatuaje que dice “I love Satan”, replica con rapidez: “¿Cómo que qué significa? Si pusiera “I love Jesus” o I love Madonna” ¿te acercarías a preguntarme lo mismo?”

Entre los satanistas patrios podemos destacar a Frank G.Rubio, autor del inquietante El libro de Satán (Temas de Hoy), pero esta web actualiza de una manera muy lúdica la tendencia a adorar al Ángel Caído.

Tras digerir las demoledoras cifras de caída de taquilla en los cines y los diagnósticos apocalípticos para el próximo año, en el que los productores ni siquiera podrán pagar sus deudas debido a la congelación de fondos públicos, podemos concluir que el Mal existe, desde luego. Pero anida en el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.

Y en el de Hacienda, faltaría más.

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