En 2006 los astrónomos del mundo acordaron suprimir a Plutón de la lista de planetas del Sistema Solar. Plutón, razonaron, no es un planeta sino una roca bastante grande —mucho más pequeño, por ejemplo, que la Luna— en los límites del citado Sistema. En consecuencia, Plutón quedó degradado a la categoría de “plutoide” y la familia solar pasó de 9 miembros a solo 8.
Por increíble que parezca hace 150 años el Sistema Solar llegó a tener casi el doble de planetas de los que tiene ahora: 15. Más vale que expliquemos esto para no llevar la confusión a la mente del lector: el número de planetas que orbitan el Sol no ha variado en los últimos millones de años y previsiblemente no lo harán en otros tantos millones. Lo que sí ha cambiado ha sido la contabilidad hecha por nosotros, los humanos, desde este pequeño punto azul pálido que es la Tierra.
Las mejoras en la tecnología de observación, los distintos criterios sobre lo que es un planeta y el establecimiento de los límites del Sistema Solar explican la serpenteante gráfica que acompaña a este artículo: el número de planetas fue fijado en seis por Ptolomeo, el primer astrónomo solvente, en el 150 a.C., y fue creciendo a medida que los instrumentos de observación (y/o la imaginación de los observadores) creció hasta alcanzar la desmesurada cifra de 15 en el citado año, que incluía “planetas” como Palas, Ceres, Vesta, Astrea, Hebe, Iris y Flora (posteriormente redefinidos como asteroides).
Neptuno fue descubierto en 1846 por Galle y Plutón en 1930 por Lowell, completando la lista de nueve planetas que todos los niños aprendimos de carrerilla y que dimos por definitiva. Hasta 2006 en que Plutón perdió los galones: “De continuar la progresiva pérdida de planetas, el 13 de abril de 3703 el Sol no tendrá un solo planeta orbitando en torno a él”. Se trata de una broma del astrónomo Steve Trimberger que apareció en un artículo de la revista humorística “Annals of Improbable Research”.
Trimberger especula, siguiendo con la chanza, que los planetas que pierde nuestro sistema se están fugando a otras estrellas, teniendo en cuenta que el número de planetas extrasolares no ha dejado de aumentar desde que fue descubierto el primero, en 1989, a los más de 500 que se han hallado (“inferido”, sería un término más adecuado) hasta la fecha. Por supuesto, no existe tal cosa como los planetas tránsfugas o, al menos, no tenemos conocimiento de su existencia.
Pero tal vez la cuenta definitiva de planetas no se quede en los ocho actuales. Existen sospechas fundadas de que un gran objeto ahí afuera está acercándose a la Tierra. El llamado “Planeta X” no es un invento de los seguidores de Hercobulus sino que ha sido detectado por dos astrónomos de prestigio, Matese y Whitmire. El planeta en cuestión sería un gigante gaseoso de cuatro veces el tamaño de Júpiter que estaría orbitando más allá de Plutón, allá por la nube de Oort. El objeto —tentativamente llamado Tique, por la diosa de la suerte en la mitología griega— sería por tanto un millón de veces más voluminoso que el degradado Plutón, lo que debería conferirle el título de planeta.
Pero que no cunda el pánico. El Planeta X del que hablan los astrónomos no tiene ningún viso de acercarse a la Tierra, ni siquiera para conmemorar el famoso 2012. Los objetos galácticos suelen comportarse con una regularidad pasmosa y, si el planeta no ha hecho acto de presencia desde que miramos el cielo, es improbable que lo haga el año que viene.