Ser retro hoy: videojuegos actuales fabricados a la antigua

13 de marzo de 2013
13 de marzo de 2013
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Existen dos clases de juegos. Hoy me he levantado tajante y con ganas de inventar tipologías incorrectas, sí. Sabes que un juego es del primer tipo cuando, al decirle a un colega que te lo has pasado, se lo explicas como si hubieras escalado el K2 sin oxígeno a lomos de una jirafa. Si el juego pertenece al segundo, se lo narras a tu amigo como si hubieras visto una película. Generalmente, los juegos retro pertenecen al primer grupo.
No hablo del tópico manido de que los juegos de antes eran más difíciles. Ahora también se hacen juegos que disfrutan haciendo sufrir al jugador. Los que han conseguido terminar Dark Souls (2011), por ejemplo, hablan de él como si fuera una tortura medieval hecha con unos y ceros. A lo que me refiero es a que los juegos retro funcionan de otra manera.
Lo retro es algo más que los píxeles como sandías, la música chiptune, la nostalgia, el Tang y la Nocilla. Los videojuegos viejunos ofrecían diversión rápida e inmediata y no se enredaban en animaciones infinitas o  en quiebros de guion explosivos, pero conseguían contar historias a pesar de todo. Las contaban con el escenario, con los controles, con el manual y, sí, también con alguna línea de texto.
Estos juegos obligaban al jugador a aprender solo, a tirar de reflejos y de memoria de una forma que los juegos actuales ya no utilizan. Los juegos nuevos emocionan, divierten, narran y asombran tanto como los viejos, pero con otra receta y otro sabor. Todavía no querían ser cine. Tampoco podían serlo. Una partida a un arcade cuenta tu propia hazaña, mientras que muchos juegos de las últimas dos o tres generaciones de consolas cuentan las hazañas de otros. No es peor, es otra cosa. Y por eso quedan desarrolladores que siguen haciendo juegos  a la vieja usanza: porque saben diferente.
Pero no hay forma única de ser retro en nuestros días. Los autores que hacen este tipo de videojuegos suelen ser independientes, cada uno con sus inquietudes. Algunos, por ejemplo, se quedan en el homenaje sencillo. Muchas aventuras gráficas hechas por estudios indie acuden a la estética y las mecánicas de la época dorada de Lucas Arts con Monkey Island y Maniac Mansion, por ejemplo. También el reciente Inquisitor es un juego del año pasado que calca en casi todo a los míticos Baldur’s Gate.
Esta forma de ‘juego retro homenaje’ existe para saciar la nostalgia de su autor. El caso más extremo es el de Brian Provinciano, creador de una hiperestesia de homenajes ochenteros titulada Retro City Rampage (en la cabecera). La ‘Retro City’ de Provinciano funciona como un Grand Theft Auto antiguo, pero es imposible caminar por ella dos minutos sin encontrar guiños a Super Mario Bros., Sonic, Bionic Commando, Los Cazafantasmas, El coche fantástico o cualquier otra cosa que pasara por la consola o el reproductor de VHS  de este canadiense cuando era niño.
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Legends of Grimrock (Arriba) y Swords & Sworcery (abajo)

Tal vez los juegos retro actuales más interesantes son aquellos que aprovechan la tecnología y las ideas de hoy para construir algo completamente diferente sobre el esqueleto de lo antiguo. Un caso muy obvio es el de Legends of Grimrock, un título de rol de magia y espadas de la vieja escuela (hasta tiene un modo de juego en el que tienes que dibujar el mapa tú mismo con lápiz y papel), pero tiene unos gráficos en alta definición que quitan el hipo y texturas hiperrealistas.

Legends of Grimrock, con todo su despliegue de poderío tecnológico, es más retro que Superbrothers: Swords & Sworcery, una joya artística y musical que, bajo la capa de pixelazo, esconde un ensayo audiovisual que tiene mucho de experiencia y poco de jugable.

VVVVVV es otro videojuego que utiliza la estética y las mecánicas de los ordenadores antiguos. Controlamos al capitán de una nave representado por un monigote simplísimo y nos desplazamos libremente por el mapa tratando de rescatar a nuestra tripulación. El único poder  que tiene el protagonista es invertir la gravedad. A priori, este juego no hace nada que no se pudiera conseguir hace veinticinco años, pero pisa terrenos que por entonces se quedaron sin explorar.
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VVVVVV (arriba), Hotline Miami (centro) y Bit.Trip Runner (abajo)

Siguiendo el ejemplo de VVVVVV, podríamos mencionar las toneladas de contenido y los puzles retorcidos de La-Mulana, que nunca habrían cabido en un cartucho de MSX; o el talento de Hotline Miami para convertir mecánicas sencillas en un complejo simulador del asesinato mafioso; o la elegancia con la que la saga Bit.Trip convierte clásicos del videojuego en títulos musicales.
A medio camino entre una cosa y otra, están el creador malagueño Locomalito y su compañero Gryzor87. Este creador independiente trabaja por amor al retro, cocina sus juegos sin prisa y los ofrece de forma gratuita a través de su página web. En los juegos de Locomalito hay homenaje (basta con ver su Maldita Castilla, un Ghosts ‘n’ Goblins castizo), pero también hay intención de hacer algo completamente nuevo para los jugadores que disfrutan más con los juegos que solo funcionan en máquinas antiguas o en emuladores. Pero, aparte de todo esto, los juegos de este malagueño son muy divertidos y capaces de conectar con todo tipo de usuarios.
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Maldita Castilla

Locomalito trabaja con una filosofía que, aunque reivindica la sencillez y la filosofía de lo arcade, podría servir como manifiesto para la regeneración del videojuego tradicional. Sus juegos son arcades purísimos con partidas que no duran más de una hora que pueden rejugarse hasta el empacho, pero también sirven como pancarta para recordar a la industria que existen jugadores a los que el último Assassin’s Creed se la trae más o menos floja.

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