Aquí se negocia con el diablo

Cerca de la ribera del Misisipi, a una hora al sur de Memphis, se encuentra el pueblo de Clarksdale. Un lugar menos conocido por el gran público pero una parada obligatoria para los amantes del blues del Delta.

Allí, a solo tres millas del cruce de la 61 con la 49, dónde dicen que Robert Johnson vendió su alma al diablo, Guy Malvezzi y Bill Talbot montaron un curioso hospedaje para los amantes de la música blues, las buenas barbacoas y los viajes por carretera. Situado dentro de la antigua plantación de algodón de Hopson, se encuentra el Shack up Inn, y en su web se anuncian diciendo que no son precisamente el Ritz.

Las cabañas para los huéspedes son las mismas que utilizaban las familias de los jornaleros antes de que aquello fuese abandonado en 1973. El lugar mantiene un aspecto rústico. “Montamos el negocio en el 98 y hemos ido recolectando cosas durante años. Hemos ido a muchos mercadillos y ventas estatales, y una vez que ya teníamos todo listo, la gente nos ha ido trayendo antigüedades y otras cosas que no querían”, comenta Malvezzi.

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Y así, un desconchón en el suelo o la pared está tapado con una antigua matrícula, de las de allá, que molan más. Un bidón de hierro hace las veces de mesita de noche y varias camionetas están aparcadas por los alrededores haciéndote creer que has viajado en el tiempo. Pero eso sí, todo con las comodidades del siglo XXI, instrumentos en las cabañas y un hilo musical con 24 horas de blues para inspirarte.

El pueblo recibe todos los años miles de visitas. Clarksdale es mundialmente conocido por su música y el festival que allí se organiza todos los veranos. “Para ser honestos, cualquier fin de semana se puede escuchar buena música sin las aglomeraciones de la época del festival”, anota Malvezzi.

Además en el Shack Up Inn puedes aprender y practicar la música que da fama al pueblo. “Hacemos tres campamentos de armónica anuales y el primer campamento de guitarra que hemos hecho ha sido un éxito. El año que viene además haremos uno de escritura de canciones, otros dos de guitarra, los 3 de armónica y varios de fotografía. Además aceptamos bodas pero nada de otro tipo de celebraciones locales en plan cumpleaños o reuniones familiares, eso no es nuestro mercado y además no nos gusta nada”, explica Guy.

El año pasado tuvieron 20.000 visitas y este año ya lo han superado en un 15% “para cómo está la economía, ¡no está nada mal!”, concluye Malvezzi. Esta fórmula que parece mágica ya se la han copiado a unas 60 millas de allí, pero no tienen los mismos resultados ya que no todos pueden decir que duermen al lado de donde el diablo hizo negocios.

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Fotos: Pilu Sánchez

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Patrick Thomas

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