Un día, mientras escribía un guion, a Vincent Bal le ocurrió algo parecido a lo que le pasó a Antonie De Saint-Exupéry. Si el autor de El Principito era el único que veía un elefante devorado por una boa donde el resto veía un simple sombrero, para el artista y cineasta belga la sombra que en ese momento proyectaba la taza de té sobre su escritorio se convirtió en un pequeño paquidermo.
Bal dejó aparcado el texto en el que estaba trabajando para ponerse a dibujar. Completó la imagen del elefante con unas cuantas líneas y le sacó una foto. Después la colgó en Instagram. La respuesta fue tan inesperada como gratificante: «Obtuve tantos comentarios positivos que me propuse el reto de realizar un garabato con sombras cada día».
Y a partir de aquel día de mayo de 2016 no ha dejado de hacerlo. Desde entonces, la cuenta de Instagram de Vincent Bal ha pasado de tener 500 a 141.000 seguidores, Bal ha publicado un libro sobre sus ilustraciones, vende sus láminas, postales y calendarios de sombras y está a punto de estrenar un cortometraje en el que combina imágenes en vivo con Shadowology, nombre con el que él mismo bautizó a la técnica que emplea en sus dibujos.
Bal dice que cuando comienza a dibujar nunca parte de un plan definido, sino que lo único que intenta es ver algo en la sombra. «Si lo encuentro y lo dibujo después, trato de darle un nombre algo “tonto” para aportar una capa extra a la imagen».
La mañana y los instantes previos a la puesta del sol son los momentos más propicios para dibujar lo que él denomina garabatos de sombra. «El sol tiene que estar un poco bajo para proyectar sombras más largas. De esa manera, la sombra se ve diferente del objeto original y da lugar a siluetas inesperadas».
Trabajar con el sol como aliado, dice, le aporta un extra de adrenalina: «En apenas unos minutos, cambia su posición y el dibujo cambia». Por eso, añade, para ser un profesional de la shadowology hay que ser rápido.
Algo bonito… que no se pierda el soñar despierto, el sonido del mar, el calor del sol en la piel desnuda, el color azul, la sonrisa inocente….
He descubierto Yorokobu por azar, sin querer, y me encanta. Aún no os conozco mucho, pero sé que me gusta lo que hacéis. Y me he subscrito a vuestro magazine diario. ¿no tendréis un puesto libre para mí en vuestro maravilloso mundo? Un abrazo
Muy bonita idea .
Yo hace tiempo que he usado ese mismo truco, pero con resultados menos espectaculares.
Supongo que el talento también cuenta…
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