Thomas Hobbes, en el siglo XVII, utilizรณ una vieja locuciรณn latina de Plauto que aparecรญa en su obra Asinaria, ยซhomo homini lupusยป, para concluir que el hombre es un lobo para el hombre. Hobbes afirmaba que el ser humano es egoรญsta, individualista y agresivo. Estaba convencido de que somos malos por naturaleza.
Aunque no tengo los conocimientos necesarios para hacer una valoraciรณn profunda de esta afirmaciรณn, cuando miro a mi alrededor y observo cรณmo nos comportamos los unos con los otros รบltimamente, no puedo evitar pensar que Hobbes tenรญa razรณn y que, efectivamente, los seres humanos somos nuestros peores enemigos.
Y no estoy hablando en tรฉrminos globales, sino a nivel micro, en nuestro entorno mรกs inmediato. Un taxista me comentaba que, en los รบltimos aรฑos, habรญa notado una escalada continuada de la violencia entre conductores. Un estado de exasperaciรณn continuo con el otro, del que todos somos partรญcipes.
La pandemia nos hizo mucho daรฑo. No solo a nivel fรญsico, sino, sobre todo, a nivel mental. El encierro nos cambiรณ y mucho. Modificรณ nuestras costumbres, nuestra manera de ver y vivir la vida. Cambiรณ nuestra manera de relacionarnos con los demรกs para siempre. Y la realidad es, que poco a poco nos volvimos mรกs solitarios, mรกs individualistas, encerrรกndonos en nosotros mismos. Parece que ya no necesitamos a los demรกs, porque nos tenemos a nosotros mismos. Y eso nos ha hecho perder tolerancia, paciencia y saber estar. Hablamos de resiliencia ante la situaciรณn global que nos asola, pero ยฟpor quรฉ no la aplicamos cuando pensamos en los que tenemos mรกs cerca?
Convivir con otros seres humanos requiere de una buena dosis de empatรญa y de saber anteponer al otro por delante de nuestras propias necesidades. Y esta tendencia hacia el individualismo pone de manifiesto que el nรบmero de personas que viven solas se multiplicรณ por ocho en Espaรฑa en los รบltimos 50 aรฑos, segรบn el Observatorio Demogrรกfico CEU_CEFAS. Y que, en el รบltimo aรฑo, hemos batido un rรฉcord en el nรบmero de solteros, alcanzando los 14 millones en nuestro paรญs, segรบn datos del INE. Porque los demรกs parece que nos molestan, que coartan nuestra libertad, o eso piensan algunos.
No solo preferimos vivir solos, sino tambiรฉn preferimos irnos solos de vacaciones. Un 56% de los espaรฑoles lo ha hecho en el รบltimo aรฑo, segรบn Preply. Y esto nos ha llevado a que cada dรญa tengamos menos amigos. Porque cuanto mรกs mayores nos hacemos, mรกs solos nos quedamos. Nuestras obligaciones diarias y nuestras responsabilidades limitan nuestras relaciones sociales. Y una vez que uno es mayor, hacer nuevos amigos se complica un poco.
Pero esto no solo ocurre entre los adultos, los jรณvenes estรกn en la misma situaciรณn. Con los adolescentes de hoy tienes que luchar, no con la hora de llegada a casa, sino para que salgan de ella. Estas nuevas generaciones prefieren quedarse en sus habitaciones jugando a videojuegos que salir con sus amigos e interactuar en persona. Prefieren enviarse wasaps que llamarse por telรฉfono y hablar. Lo cierto es que la interacciรณn real les aterroriza y por eso cada dรญa lo hacen menos. Interactuar con los demรกs requiere de un gran esfuerzo por nuestra parte. Constituye un gasto energรฉtico importante y ya sabemos que los seres humanos nos movemos por la ley del mรญnimo esfuerzo.
El mundo en el que vivimos se mueve tan rรกpido que tenemos la sensaciรณn de que vamos con la lengua fuera a todas partes. Es tan demandante, tan intenso, que nuestro cuerpo y nuestra mente estรกn en modo ahorro energรญa 24/7. No vivimos, sobrevivimos al dรญa, sin poder pensar en el maรฑana.
Enfrentarse diariamente a un entorno incierto como el que vivimos nos estรก consumiendo por dentro sin que nos demos cuenta. Nos estรก cambiando irremediablemente, y lo peor es que no somos conscientes de ello. Porque la incertidumbre continuada nos quita el sueรฑo, y ese cansancio perpetuo que sufrimos estรก afectando a nuestro estado de รกnimo.
Nos hemos vuelto mรกs intolerantes e impacientes con los demรกs. Cualquier comentario inocuo es suficiente para crisparnos. Y, por eso nos recluimos en nosotros mismos, porque somos los รบnicos a los que aguantamos. Porque es mรกs fรกcil y consume menos energรญa preocuparse de un solo individuo, de uno mismo, que de los demรกs. No digo que el ser humano sea egoรญsta por naturaleza, pero lo que sรญ que es cierto es que nos comportamos de forma egoรญsta รบltimamente.
Nos encontramos en una especie de espiral infinita, que perpetuamos dรญa tras dรญa, y que nos va empujando poco a poco hacia el abismo del ostracismo. Y cuando nos queramos dar cuenta ya no habrรก vuelta atrรกs. Por eso, es el momento de recordarnos que los seres humanos somos seres sociales por naturaleza y que somos incapaces de vivir separados del grupo, tal y como decรญa Aristรณteles. Tenemos que romper con la inercia de los รบltimos aรฑos, reconocer al otro, renunciar a nuestra manera รบnica de ver el mundo y, pensar que los demรกs nos complementan, enriqueciendo nuestra manera de entender la realidad. Porque solo podremos luchar contra la incertidumbre desde el otro.
Raquel Espantaleรณn es directora de estrategia en Sra. Rushmore.