Cuando lo escuché en Ouishare por primera vez, no me lo creía. Resulta que en los bancos de favores la gente prefiere hacer estos antes que recibirlos; que en los bancos de tiempo la gente prefiere entregar el suyo a solicitar el de otros; que, con las monedas locales, prefiere que se las deban a deberlas ellos. Nada muy racional que digamos.
Lo racional sería primero pedir (favores, tiempo, dinero) y luego ver si das. ¿Premio sin esfuerzo? No hay dudas: tomar. Pero resulta que la realidad y nuestra propia experiencia nos dicen que esto no es así. Es humano el orgullo de tener una capacidad que sirve a otro, es humana la satisfacción de prestar, es humana la sensación de acumular crédito social por si llegara a necesitarse en algún momento.
Yochai Benkler concluye después de todo tipo de investigaciones y experimentos de comportamiento, en The Penguin and the Leviathan, que los humanos nos distribuimos de la siguiente manera: un 30% siempre coopera, otro 30% siempre va a la suya y, gran noticia, un 40%, depende. ¿De qué depende?
Depende del contexto. Si te dicen que este grupo es muy cooperativo, actúas de forma colaborativa; si te dicen que estás rodeado de tiburones, procuras no mirar a nadie a los ojos. Depende, por tanto, de lo que pensamos sobre nosotros mismos. Depende en buena parte de cómo están diseñados nuestros espacios públicos y privados y de cómo lo están los sistemas que utilizamos para interrelacionarnos. De la configuración por defecto.
El apoyo mutuo se expresa a sus anchas en las plataformas de la economía colaborativa y nos muestra una cara inesperada de ese ser económico que esperábamos ser. Quizás debamos poner en su sitio al maximizador de utilidades que nunca fue y ahora —que empezamos a conocernos— presentarnos tal como somos.
¿Reset?
—
Javi Creus es fundador de Ideas for Change
Este artículo fue publicado en el número de marzo de Yorokobu
Foto: Open Source Way bajo lic. CC.