Suco Sessions: un buen subidón sin drogas ni alcohol

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En un cubo de luces de colores. Todos bailan. En silencio. Los guía una voz que les habla desde el fondo de sus auriculares. Es la voz que lleva el ritmo de la sesión; la voz de Jamie Beron, que los conduce del silencio a la euforia y del brinco a la meditación. Ahora quietos. Ahora saltando, bailando, ¡gritando!

«¡Sé ridículo!», dice la voz, «¿Estás preparado para volverte loco?».

La realidad se ha partido en dos dimensiones. Fuera están los que observan y ven un silencio extraño lleno de personas que se mueven, que hacen posturas de yoga, que brincan, que se abrazan. Dentro están los que forman parte de esta Suco Session, los que escuchan en sus cascos la voz del guía y música electrónica.

Hoy están en la instalación Desigual inBeta que esta compañía de moda ha montado en Sónar+D. El estudio de vídeo y realidad virtual Onionlab ha creado los efectos lumínicos hipnóticos que recorren la sala y el DJ Branko pone la música. «Es una meditación activa. Lo llamamos la práctica del placer y la alegría», explica el creador de las Suco Sessions, Jamie Beron. «En una fiesta la gente quiere estar de subidón y esta es una forma de conseguirlo, pero sin drogas ni alcohol. Es más poderoso y más accesible a todo el mundo».

Esta vez es una Suco Session de última generación; al organizarla con Desigual en el Sónar han incluido una coreografía de halos de luz lisérgicos y música electrónica en directo. «Con esta tecnología conseguimos empujar los límites de la meditación», indica el sudafricano. «Fue un viaje lumínico increíble. Mágico. Es muy difícil describir con palabras».

Pero lo habitual es que estas sesiones sean al aire libre: en playas, en parques, en azoteas… «Nos encanta estar en la naturaleza y al sol», dice Beron, «y como llevamos los auriculares, podemos hacerlas en cualquier sitio. No molestamos a nadie».

Las primeras Suco Sessions se celebraron en Sudáfrica hace unos cinco años. Beron trabajaba allí como profesor de yoga, maestro de zumba y DJ. Tocar todos estos palos le hizo ver que todo se podía hacer a un tiempo: vinyasa yoga, música y baile. En realidad, ahí cabía todo: qi gong, saltos, meditación, ejercicios respiratorios… Lo que había que hacer era hallar la fórmula perfecta para que funcionara: cuánto de silencio, cuánto de danza y cuándo hacer cada cosa.

A esto ha dedicado Beron los últimos años: «Unimos la sabiduría milenaria asiática y la ciencia actual para crear una práctica que ayude a que cada persona pueda trabajar su propia felicidad», dice. «Es una práctica que estimula las hormonas de la felicidad y los neurotransmisores que ayudan a cambiar el estado de ánimo. Al poder expresarte de este modo se generan reacciones bioquímicas muy positivas en el cuerpo. Es una forma de meditación totalmente nueva».

Beron está convencido de que la felicidad no aparece, de pronto, como una seta en un bosque mojado. La felicidad se trabaja, se practica, se ejercita. Es como un músculo y hay que dedicarle tiempo y atención. Es más, lo toma como un deber: «Creamos las Suco Sessions porque asumimos la responsabilidad de disfrutar de la vida. Es algo que debemos expresar y compartir con el resto del mundo. No pensamos que el gozo sea algo que solo ocurre a unos pocos afortunados».

Pensó en el ejercicio físico y, a la vez, en el mental. El sudafricano decidió integrar la meditación, pero sabía que no tiene ni pies ni cabeza pensar que una persona de hoy, a la que le vuelan los pensamientos y vive entre los ¡bips! de su móvil, va a liarse un turbante a la cabeza y va a sentarse, en la postura del loto, a parar la mente. Sabía que es imposible pegar ese frenazo tan en seco y no estrellarse en el intento.

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Eso le hizo incluir unos auriculares en las Suco Sessions. «Los cascos eliminan las distracciones del ruido que hay alrededor. Ayudan a centrarte más en lo que estás haciendo, a profundizar en ti mismo y a explorar en tu personalidad», explica. Esa es la parte intimista, la más profunda, la que intenta que una persona tome conciencia de sí misma. Pero a la vez las sesiones buscan una experiencia colectiva: «Hacemos ejercicios para que las personas del grupo se relacionen y formen una comunidad». Puede ser una mirada, un abrazo o un baile compartido.

Las Suco Sessions no exigen un nivel mínimo de musculatura ni un certificado de experto en meditación. Dice Beron que «todo el mundo puede hacerlo». Quizá porque, visto desde fuera, parece más una fiesta que una sala de gimnasio sudada. Tal vez porque no hay más ambición que pasarlo bien. Aquí no hay que competir; basta con gozar, pues de eso se trata.

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