Llamándose como uno de los elementos más tradicionales de la cocina india, Tandoor, muchos podrían esperar encontrar «un espacio decorado con madera y adornos dorados, como en la mayoría de restaurantes de este tipo» al abrir la puerta del local. El aspecto industrial y colorido del establecimiento que regenta Ivan Surinder en Barcelona homenajea al pasado industrial de la ciudad condal a la vez que reivindica una de las caras más desconocidas de la India.
«El diseño es uno de los valores en alza en el país. Y es lo que hemos querido recoger en el restaurante. Los manteles y la decoración colorida y llena de elementos geométricos hacen alusión a esa India aún desconocida por la mayoría, que nada tiene que ver con los choques de trenes y el Taj Mahal», explica Surinder.
Aunque para el estudio IsabelLopezVillalta, encargado del interiorismo del restaurante, también «la India más popular» supuso una importante fuente de inspiración a la hora de crear elementos decorativos como «las barras que recuerdan carros ambulantes de comida, las paredes desgastadas, la chapa metálica troquelada en las mamparas, la hojalata texturizada que reviste la carpintería y mobiliario el colorido de los cables eléctricos y revestimientos de paredes».
Surinder, que participará como ponente en el evento FIU del próximo 17 de mayo, reconoce que el diseño del local es lo que más sorprende, de entrada, a la clientela pero sabe que con eso no se complace al 100% al cliente de un restaurante.
«No considero a la nuestra como comida “fusión” porque eso sería proponer algo como una paella al curry. Lo veo más bien como una evolución o una revisión, si se prefiere, de la comida india».
Con el apellido Local Indian Food, Tandoor no pretende despistar a nadie. «Lo de Indian Food tiene que ver con mis raíces. Soy indio de segunda generación, y lo de Local es porque no voy a comprar los productos a la India. Compramos aquí, en Barcelona, y tenemos en cuenta la estacionalidad de los productos de la zona».
Su padre, Nath Surinder, el primer chef indio en España, fundó el restaurante en 2002. Las recetas las aprendió de su madre, aunque tuvo que hacer ciertos retoques para adaptarse al gusto local. «Hubo que rebajar el toque picante y las especias porque es cierto que en España no se está tan acostumbrado. Lo hemos dejado como algo opcional».
Años después, Ivan tomó el timón, partiendo de la base que asentó su padre y añadiendo algo de cosecha propia. «Seguimos con el recetario original de mi abuela y mi padre, que es quien nos ha dejado la base económica y gustativa. Pero a partir de ahí hemos evolucionado creando nuevos sabores, colores y olores».
Surinder reconoce tocar varios palos (es DJ, presenta un programa de TV,..) y que quizá eso le haya ayudado a dar esa nuevo toque al restaurante. «Te juntas con un interiorista, un diseñador gráfico y tu manera de cocinar y consigues un restaurante único y especial».
Es algo que comparte con la nueva generación de cocineros. «Los llamados chefs estrella son gente multidisciplinar que han bebido de diversas fuentes y que han sabido trasladar todo lo aprendido a la cocina». Diego Guerrero y Albert Adrià son sus dos grandes referentes aunque cree que, en general, todos los que han saltado a la fama en los últimos años se lo merecen. «Llevan currando desde hace años y han logrado reivindicar el lado creativo de un trabajo artesano como es este».
Para Surinder, la de la cocina no es una moda pasajera, y menos en España, donde el turismo sigue siendo la primera industria. «Ahora, el trabajo de cocinero se ve como algo más molón. No todos los jóvenes que comienzan ahora llegarán a ser como Ferrán Adrià pero la competencia que puede generar entre ellos el querer llegar a serlo es sana y positiva».
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El local es una pasada, la comida riquísima (es difícil elegir) y el servicio inmejorable. Iván, un CRACK!!!