– Hola, soy Joan.
– Hola, ¿tienes una tarjeta de visita?
Sí. Toma.
¡¡…!! (Este tío me ha dado un billete de metro).
Después del asombro, viene el análisis. 1. Efectivamente, es un billete de metro. Es real. 2. No está usado (más raro todavía). 3. Tiene algo distinto: un sello de algo llamado Poko.
Poko es una agencia de guerrilla marketing, con oficinas en Barcelona, Sao Paulo y Lima, que un día empezó a ver que todo a su alrededor estaba lleno de papeles.
“Un reciente estudio concluye que hoy imprimimos más papel que hace una década”, indica Joan Alvares, socio fundador de esta compañía. “En plena era digital, no deja de ser absurdo tener que seguir imprimiendo una hoja para subirse a un avión o para entrar al teatro. Con el ánimo de contribuir a un mundo paperless, hace algún tiempo decidimos poner nuestro granito: eliminaríamos las tarjetas de visita. En su lugar hicimos un tampón, con el que podemos sellar cualquier elemento que tengamos a mano. Ahora nunca nos quedamos sin tarjetas. Y nos sentimos mejor”.
Esos elementos que se les han ido poniendo a tiro han sido hojas de árbol; billetes de metro; la frente, la mano, el brazo de una persona… Y en esta cruzada paperless han ocurrido algunas historias que Joan Alvares cuenta así:
“En el Mobile World Congress, tras solicitar una reunión al directivo de una conocida multinacional, estrechamos manos y me dijo:
– Mañana miro mi agenda y te propongo una fecha. Dame tu correo.
– Me temo que ya lo he hecho.
Ya en casa, al lavarse los manos, debió entenderlo”.
“En el Salón del Emprendedor, un diseñador me pidió una tarjeta para hacerme llegar su portafolio.
– Disculpa, pero me has dado tu bono de metro…
– Sí, ¿cuándo vienes a vernos?
Aquel día dejó la moto en casa y vino en transporte público”.
“Un amigo me felicitó al encontrarme en un conocido festival en el Centre de Cultura Contemporánea de Barcelona:
– No sabía que patrocinabais el evento…
– Yo tampoco…
Pues sí, en un momento de aburrimiento, me dediqué a sellar algunas decenas de trípticos”.
“En el OME de Madrid, la azafata de un stand me animó a participar en el sorteo de un iPad. Pero para participar había que dejar la tarjeta en una urna:
– Yo no tengo tarjeta…
– En ese caso ponme tu nombre y empresa en una hoja.
Dicho y hecho”.